EL MUNDO, UNA CÁMARA Y UNA BICICLETA.

Javier M. de la Varga, descansando junto a su bicicleta.© Javier M. de la Varga.

Por Javier M. de la Varga.

Recuerdo con deleite los muchos momentos que pasé delante de un atlas marcando con mi dedo índice mis primeras rutas sobre él. No entendía de ccidentes  geográficos pero esos desiertos y grandes cordilleras parecían estar llenos de magia. Los mares y océanos eran una simple mancha azul que salvaba en un instante.  Me hipnotizaba la forma del continente africano, con esa gran mancha amarillenta sin apenas toponimia que me producía desazón.El majestuoso Sahara.

Años más tarde, los documentales de La 2, los reportajes de Attenborough, de Ian Wright ,avivaron mi deseo de recorrer todos esos países que estaban en el papel y en la pantalla de la tele. La lectura de Conrad, Kapuscinski… harían el resto. Fueron los que me impulsaron a realizar mi primer viaje para poder vivir, mejor dicho, intentar vivir, en primera persona, las emociones de los viajes hechos sobre el mapa. Mi pasión por la fotografía viene desde muy pequeño, cuando ya utilizaba la vieja cámara de mi padre. Me faltaba la ocasión y algo de dinero para realizar mi sueño ,pero con 21 años tuve la oportunidad y me fui con mi mochila y mi cámara de viaje a Asia, de eso hace ya más de 7 años y desde entonces solo he vuelto a España de paso.

Poco a poco he ido compaginando la fotografía con los viajes, hasta que los viajes dejaron de ser viajes y pasaron a ser  un modo de vida. No hay comienzo ni fin en ellos. Son una continuación en mi vida.

Durante mi último viaje por Árica, que recorrí de oeste a este y de sur a norte durante 6 y 18 meses respectivamente, al llegar a Etiopía pensé en comprarme una bicicleta y continuar con ella, tal y como hice en mi primer viaje por Marruecos, de norte a sur en bicicleta. Por temas económicos no pudo ser, y tras llegar a oriente medio decidí volver a Londres unos meses y planear mi siguiente escapada con una idea bien clara en la cabeza. Esta vez sabía que sería en bicicleta y sería muy larga.

Cogí un mapa, y descartando África ya que mis últimos dos años viajando los había pasado ahí, busqué el sitio mas lejano posible desde el que pudiera volver a Madrid en bicicleta. Singapur era el país, pero teniendo Indonesia al lado era mucha la tentación para no visitar ese maravilloso país, que sobre el mapa y con sus miles de islas en el océano Pacífico me hacían viajar con mi imaginación cuando todavía era muy pequeño.

Preparé la bicicleta, y sin darme cuenta me encontraba de nuevo viajando, con mi tienda de campaña, mi cocina de gasolina y la libertad de no saber donde pasaría el día siguiente. Volvía a dejar las comodidades y estaba de nuevo muy lejos de lo conocido observando las mismas estrellas que se escondian en el cielo de Londres.

Al igual que en Africa, quería continuar con mi proyecto de documentar con fotografías esos conflictos e injusticias que me iba encontrando por el camino. En Africa, visité zonas en guerra, entre otros muchos lugares Congo y Somalia, y esas fotografías las cedí a organizaciones que trabajan con las personas más necesitadas.En más de una ocasión arriesgé más de la cuenta y acabé en situaciones  peligrosas.Siempre evito los lugares turísticos e intento mezclarme lo más posible con la población local.

Hace 15 meses que empecé esta aventura en bicicleta, que calculaba me llevaría poco más de un año en llegar a España. Hoy llevo recorridos 18000 Km sobre mi maltrecha bici, y no estoy ni a mitad de camino. En estos momentos me dirijo de nuevo hacia el este,  a Bangladesh, en dirección contraria a mi destino, España,documentando de nuevo con mi cámara las condiciones inhumanas en las que viven los mineros en unas minas de carbón.

Mis planes dejaron de existir hace tiempo, y no pienso más que en aprender del día a día, con calma, intentar no dejar escapar esos detalles que hacen de este mundo una maravilla infinitamente diversa. No me olvido de aquellos que no tienen la misma suerte que yo, aprendo con la vida cotidiana de la gente y me quedo abobado con la naturaleza y sus exuberantes paisajes.

En lo que llevo recorrido he disfrutado de paisajes tan variados como islas paradisíacas en Indonesia o cimas nevadas en el Tíbet. Disfrutado  de la hospitalidad y sufrido hostilidad. Noches sin poder dormir, helado a más de 5000 metros de altura, y calor tan agobiante en el que también me era imposible dormir. Inundaciones, terremotos, erupciones volcánicas, pero siempre acompañado de una estrella, la de la buena suerte. No tengo un lugar favorito ni predilección por una cultura. Hace miles de años eramos una misma tribu. El hombre se esparció por todos los rincones de la tierra y fue desarrollando nuevas culturas, hasta hoy en día que somos miles de tribus diferentes, con culturas y tradiciones que marcan más diferencias que los propios paisajes. Al viajar a la lenta velocidad que me permite la bicicleta hace que pueda disfrutar con mayor intensidad esa riqueza y diversidad, pues esos cambios es algo que puedo percibir día a día.

El sudeste asiático ya queda atrás y el gigante chino con su ocupado Tíbet.Tras el Himalaya me esperaba el subcontinente indio, donde me encuentro actualmente.

La India, un país tan diverso que podría ser catalogado como un universo, en el que sus gentes, para bien o para mal, continúan con sus tradiciones milenarias. En muchos lugares el tiempo parece haberse detenido. Se hablan miles de lenguas, y en los rincones de los estados del noreste, sus tierras están pobladas por tribus provenientes de lugares tan lejanos como Mongolia. Una de ellas son los garo, tribu que se instaló en las colinas del estado de Meghalaya, que por el río Brahmaputra atravesaron el Himalaya y se instalaron aquí hace 1500 años. Es con ellos con los que he pasado estas navidades.

Antiguos cazadores de cabezas, y descritos por los primeros misioneros cristianos  como salvajes, de eso hace poco más de 100 años, fueron evangelizados y abrazaron el cristianismo. Hoy son grandes devotos. No muy lejos de aquí, al otro lado del río Brahmaputra son hinduistas  y al sur de las colinas son musulmanes.

Dentro de tanta variedad hay algo que siempre se repite, los valores de bondad y hospitalidad de aquellos que menos tienen.

A medida que van pasando los días, los disfruto más y son cada vez más enriquecedores, y es por eso que el camino lo iré decidiendo con el tiempo, y los planes, que en cierto modo me privan de libertad, no llegan mas allá  de mi siguiente parada.

 

         Más información.

Página sobre el viaje www.bicicleting.com
Portafolio de fotografía www.javierdelavarga.co.uk

Fotografías.

Copyright  © Javier M. de la Varga.

 

 

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