Rafael Jiménez Falo, estrena » El cante en movimiento «

Por Cristóbal Navarro.

 

Foto: Shin Yamazawa

Renovar lo que se cantaba hace más de cien años es la especialidad de este asturiano que dedica su vida a vivir el flamenco. Rafael Jiménez Falo.  Dota al flamenco de un autor de culto, de un autor original, que con este nuevo trabajo, El cante en movimiento, nos muestra que estamos ante un artista con vida propia, un artista excepcional.

Rafael, hay un transcurso de tiempo entre el trabajo de “Cante gitano” y este nuevo trabajo “El cante en movimiento”. Cuéntenos de su vida profesional en este paréntesis. ¿Qué destacaría de estos 15 años?

Destacaría principalmente mi estancia en Nueva York de 5 años, donde trabajé en un espectáculo flamenco que cada noche colgaba el cartel de “No hay entradas”. Esta experiencia neoyorkina me influyó mucho tanto a nivel personal como artístico. Trabajé también por todo el mundo con distintas compañías de baile, desde Mario Maya (el mayor de todos) a Rocío Molina (la más joven) pasando por Javier Barón, Javier Latorre, Belén Maya, Rafaela Carrasco, Isabel Bayón y un larguísimo etcétera. Destacaría también la grabación con Radio Tarifa del disco Temporal, la participación en el disco de Eliseo Parra Viva quien sabe querer, o el trabajo con el maestro Enrique Morente en sus actuaciones en directo. Durante esos años, desarrollé también mi carrera como solista recorriendo buena parte de los principales festivales flamencos y actuando en teatros de todo el mundo.

Este disco contiene 9 movimientos, donde rescata cantes en desuso, como la Montañesa… ¿Cuál es su procedencia? ¿Por qué cayó en desuso?

Los cantes flamencos experimentan un proceso de selección natural y solo los de más calidad pasan a las siguientes generaciones. No hay que olvidar que el flamenco es un arte de supervivencia. La montañesa, en su origen, no era exactamente como yo la he grabado, sino que era un pequeño fragmento que no logró superar este proceso de selección natural. Yo la he querido rescatar para darle una segunda oportunidad porque realmente me parece de gran belleza lírica y melódica. Su procedencia es el folclore asturiano. En los primeros escritos, aparece como “antigua cantiga asturiana” y, más recientemente, es decir, en el año 1911, fue recogida por el musicólogo Baldomero Fernández en el primer cancionero asturiano.

¿ Que recuerdos le vienen a la mente al cantar los “tangos de la llave”? ¿Hay un enlace entre Asturias y Extremadura?

Sí, sí que hay un enlace y es el bable, dialecto que se habla desde Asturias, siguiendo la Ruta de la Plata, hasta Extremadura, donde todavía existen pueblos que lo hablan, e históricamente han tenido influencia cultural y, por supuesto, musical. Los recuerdos que tengo de estos tangos pertenecen a mi adolescencia y provienen de unas jornadas de convivencia que se celebraban anualmente entre los jóvenes gitanos de Portugal, Extremadura, Galicia y Asturias. Tanto los tangos “Caramelito” de Cante gitano como los “Tangos de la llave” de este segundo disco, provienen de estas vivencias de intercambio musical.

¿Qué aportaciones ha tenido el cante para el baile en tu vida musical? ¿Qué ayuda ha tenido trabajar con diferentes bailaores como Mario Maya o Alejandro Granados, entre otros grandes del baile?


Cantar para bailar exige un nivel de adaptación que enriquece mucho al cantaor. No solo hay que conocer el cante tradicional, sino que hay que adaptarse a una coreografía, compartir con otros cantaores tonalidades y estéticas distintas, todo lo cual te enriquece. Se llega a ser buen cantaor para bailar en función del nivel rítmico que se tenga. Yo, en este sentido, tuve suerte, y me permitió crecer mucho como artista el compartir con tantos y tan diferentes bailaores.

 

Dentro de sus colaboraciones -que son extensísimas, y muy importantes, para la música folklórica y flamenca- hay dos con el grupo Radio Tarifa, unos Tangos y una Soleá. Cuéntenos, ¿cómo fue esta experiencia? ¿qué aportó musicalmente?

Conocí a Faín Dueñas muchos años antes de la colaboración. Es un músico muy especial y el trabajo fue rico y serio. Lo hicimos con una idea que, para la época, no se entendía muy bien en España, pero que dio grandes resultados más allá de nuestras fronteras. Este disco recibió innumerables premios y mucha gente me conoce casi más por esta colaboración que por mi propio trabajo en solitario.

Cierra el disco con una Soleá, magistral, acompañada por la guitarra del maestro David Serva, con grandes matices de autor, Joaquín de la Paula, Soleá de Alcalá. María la Andonda, para la Soleá de Triana. ¿Cree que es ahora totalmente necesario recordar a los autores? ¿Es este el palo con el qué más se identifica?

Urgente es recordar a los ausentes. Estamos en un momento en el que mucha gente cree que el cante que escucha es de quien lo interpreta, y esto creo que no es saludable ni justo, pues el flamenco está hecho a base de golpe creativo de autor. Además, la mayoría de estos autores murieron y, lo que es peor, vivieron en la más absoluta miseria. Es por eso que creo que debemos agradecerles y reconocerles el trabajo que hicieron, que ha permitido que los flamencos tengamos, en la actualidad, un oficio y una profesión. Decir también que parece que el estudio y el conocimiento de los estilos y sus autores solo incumbiera a los llamados aficionados, es decir, los estudiosos de la historia del flamenco; pero no hay que olvidar que cada vez más gente en el mundo escucha flamenco, y no necesariamente tiene una formación histórica sobre este arte. Así que es necesario mencionar a los autores. Hay muchas otras razones aparte de estas para hablar de ellos, pero no quiero alargarme demasiado.
En cuanto al palo con el que más me identifico, es la soleá. Durante mucho tiempo se ha dicho que era la madre del cante. Yo no sé si esto es verdad, pero sí que encuentro en la soleá la mayor riqueza rítmica, lírica y melódica, así como grandes posibilidades de recreación. Quizá también por mis condiciones vocales, y por algo más profundo y personal, que es una melancolía de siglos, heredada de mis antepasados.

Rafael, me gustaría que nos contara sobre su actividad docente, sus cursos tanto nacionales internacionales.

Foto: T. Jarrín.

La docencia no es algo que yo me plantease hacer, sino que algunos compañeros consideraron que reunía las cualidades necesarias para transmitir a las nuevas generaciones los cantes, la historia, el carácter y la importancia del arte flamenco, y me animaron a ello.
Esta labor varía en función de a quién vaya dirigida.Si es a bailaores, como en el caso del Conservatorio Superior de Danza de Madrid —donde participo en los cuatro cursos superiores de Metodología y en 3º y 4º de Música aplicada a la danza, dentro del Departamento de Pedagogía y Música—, la labor consiste en dotar a los alumnos de los conocimientos necesarios en cuanto a métrica poética, métrica cantada, rítmica, acentuación, definición, carácter y todo lo que necesitan saber para desarrollar una futura labor docente y profesional de calidad.
En cuanto a la enseñanza del acompañamiento de guitarra al cante y al baile que imparto en el Conservatorio Profesional Arturo Soria de Madrid, pongo en práctica un método que yo mismo desarrollé, y que creo que facilita y acorta el largo proceso de aprendizaje que requiere esta disciplina.
Respecto de la formación de cantaores, la primera fase es el conocimiento de la voz de cada cantaor. No hay dos voces iguales ni una técnica común para todos, de modo que hay que buscar en cada caso la técnica adecuada para el aspirante a cantaor o cantaora. Esta parte requiere de tiempo y paciencia; es la primera prueba, la más difícil; más que nada, porque no se puede uno impacientar. La segunda parte, consiste en el conocimiento de los distintos estilos dentro de cada uno de los palos. Y si se supera esta segunda fase, la tercera consistiría en la recreación personal de cada uno, siempre al servicio de la creatividad, que es fundamental para un artista.

Flamenco y  poesía van cogidos de la mano. ¿Cuál es el poeta que más le gusta?

Defiendo la poesía popular, es decir, tradicional. Es el saber del pueblo. Esta poesía es prácticamente insuperable. Contiene conceptos filosóficos difícilmente superados por los más grandes filósofos de la historia, y es la fuente de inspiración a la que recurren los poetas llamados cultos. Esta poesía es atemporal, porque, como he dicho antes, pasa por ese proceso de selección natural y, naciendo de un sentimiento sencillo, va pasando de generación en generación hasta que llega un momento en que se hace insuperable. Cualquier persona puede encontrar en la poesía tradicional una copla, un cantar con el que identificar su estado de ánimo o cualquier situación personal por la que esté pasando en ese momento. Pero si tuviese que elegir a un poeta en concreto, el non plus ultra de la poesía para mí es San Juan de la Cruz:» Qué bien sé yo la fuente que mana y corre, aunque es de noche»

Más Información

Sitio web de Rafael Jiménez Falo
www.rafaeljimenezfalo.com

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