El lado femenino de la historia : Duelo en las alturas, Sissí y la reina Victoria

Por Sandra Ferrer

 

perfil1Siempre me he preguntado cómo debe ser la relación entre las personas de las altas esferas de la sociedad. Se conocen porque son personas públicas igual que los conocen el resto del mundo. Pero no siempre tienen por qué mantener relaciones personales más allá de las protocolarias y estas pueden muy bien ser tensas o difíciles.

Hace poco leí una preciosa y completísima biografía sobre la emperatrizElizabeth de Habsburgo, conocida popularmente como Sissí. De los muchos datos interesantes que se detallan en dicha biografía, en varias ocasiones aparece mencionada otra gran reina contemporánea de Sissí, la reina Victoria I de Inglaterra . Y es que en más de una ocasión, por distintas circunstancias, ambas testas coronadas tuvieron que encontrarse cara a cara. Encuentros que no fueron precisamente una fiesta en palacio.

La relación entre ellas pasó de la cordialidad a la tensión. Elizabeth era por aquel entonces una emperatriz consorte, joven, hermosa, pero también caprichosa, inconstante e incapaz de aceptar su papel en la rígida y conservadora corte de Viena. Un poco mayor que Sissí, Victoria era todo lo contrario. Coronada como reina en 1838, cuando tenía solamente dieciocho años, asumió con responsabilidad y madurez su nuevo papel.

Elizabeth y Victoria eran algo así como la cara y la cruz de la monarquía europea. Mientras la emperatriz austriaca huía constantemente de sus responsabilidades familiares y dinásticas viajando de un lado a otro de la geografía europea, a Victoria se la vio siempre como una reina competente en los asuntos de estado que tenía tiempo también para estar junto a sus nueve hijos.

Con tanta diferencia de personalidad, pero, eso sí, una cosa en común, un fuerte carácter, no es de extrañar que encontrarse fuera una situación poco menos que peculiar. Elizabeth y Victoria ya habían tenido una primera relación a distancia cuando en noviembre de 1860 Sissí tuvo que dejar Viena a causa de una grave enfermedad y trasladarse al suave clima de la isla de Madeira. Para aquel viaje, Victoria cedió su yate privado a la emperatriz, el Victoria and Albert, gesto que Elizabeth olvidó demasiado pronto.

La primera vez que se encontraron en persona las dos reinas fue en 1874. María de Nápoles, reina en el exilio y hermana de Elizabeth, poseía en Inglaterra, en la isla de Wight un pabellón de caza. Sissí era una apasionada de las actividades cinegéticas y vio una oportunidad fantástica para huir de Viena. Dio la casualidad que en aquel tiempo Victoria también se encontraba en la isla pasando sus vacaciones de verano. A pesar de que Sissí viajaba de incógnito bajo el nombre de condesa de Hohenembs, no pudo eludir la visita de cortesía a la reina inglesa forzada por el protocolo. Pero aquella visita inesperada y atropellada a su residencia de verano no agradó en absoluto a Victoria quien no dudó en aprovechar la ocasión para desmontar el mito de gran belleza que Sissí paseaba allá donde iba.

 

sissi-victoria

 

En otra ocasión, Elizabeth fue también descortés cuando en un viaje a Londres no dudó en presentarse ante Victoria un domingo, el único día de la semana que la Corte Real inglesa no tenía costumbre de recibir a nadie. No sólo eso, sino que una vez organizado el encuentro, Sissí no tuvo inconveniente en cambiar los planes a última hora y transformar el planeado almuerzo en una visita fugaz y de cortesía.

La relación fría entre ambas reinas no favorecía la situación tensa que existía entre las dos casas reinantes. Dicha situación se agravó cuando Sissí viajó también en más de una ocasión a Irlanda, donde en aquellos años se estaban produciendo levantamientos contra Inglaterra y continuaban los conflictos entre católicos y protestantes. A pesar de las advertencias de los desesperados diplomáticos, Sissí siguió sus viajes como la condesa de Hohenembs allá donde le venía en gana.

Elizabeth y Victoria tuvieron que verse a la fuerza en alguna otra ocasión. Imagino que la escena no sería para nada agradable. Mientras Victoria no dudó es mostrar públicamente su opinión sobre la pequeña emperatriz caprichosa, Sissí, en sus cartas, no le temblaba el pulso cuando definía sus visitas a la corte inglesa como algo “espantosamente aburrido”.

 

Fuente: Sissí, emperatriz contra su voluntad, Brigitte Haman

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.