Julio de la Rosa «No quería hacer un disco de duetos. Necesitaba ayuda para levantar un monstruo, y el monstruo necesitaba comida, comida de verdad»

Por Jorge Salas / Muzikalia

 

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Julio de la Rosa es uno de esos personajes de la música (independiente) española a los que siempre apetece escuchar. Cantando y hablando. Con los pies bien apoyados en la tierra, el jerezano ofrece siempre respuestas claras y lúcidas. Y viceversa. Y, de paso, unas dosis importantes de buen humor y pocos pelos en la lengua.

 

Esta entrevista, con motivo de su sensacional y humano Pequeños Trastornos Sin Importancia, es una prueba más de todo lo dicho. Unas cuantas palabras certeras sobre su nuevo disco y el ser humano en general.

 

Qué es más difícil con un disco así, ¿grabarlo o cantarlo una y otra vez?

Pues es que aun no lo he cantado mucho, ya te contaré.

 

El disco está lleno de colaboraciones. ¿Surgieron sobre la marcha o tenías claro que querías hacer algo «coral» desde el principio?

Desde el principio. Así grabé las maquetas, con mi propia voz. Pero un sólo timbre para tantas voces era demasiado.

 

¿Cómo se decide qué canción es para cada uno?

Apuntando todos sus nombres en una lista y escuchando las canciones mientras miras esa lista y piensas en cada uno de ellos.

 

A mi modo de ver, lo interesantes es que, si bien muchas veces este tipo de colaboraciones se suelen quedar en duetos/duelos vocales que «raptan» la canción, en este caso parece que todos y todas están al servicio de un fin superior: la canción. ¿Cómo lo ves?

Así. Ésa era la intención. No quería hacer un disco de duetos; por dios, qué vulgaridad. Necesitaba ayuda para levantar un monstruo, y el monstruo necesitaba comida, comida de verdad, no chocolatinas.

 

Escuchando el disco… ¿son de verdad «pequeños» y «sin importancia» los trastornos que colecciona?

En absoluto. Pero no quería asustar a nadie, así, de entrada. Quería engañar a todo el mundo invitándoles a entrar.

 

«Pero una voz me dice «no has cambiado»«. Leo «La fiera dentro» y me acuerdo de «El monstruo nunca duerme». ¿Cuenta como trastorno? ¿O hay un hilo (in)visible entre aquel primer disco y este?

Supongo que lo hay, sí. Este disco es una toma de conciencia sobre todos los anteriores. Y viéndola con distancia, sí, aquella canción bien podría ser un trastorno de dependencia.

 

Al final, y observando tu trayectoria en solitario, ¿se podría pensar que Pequeños Trastornos Sin Importancia es una forma del clásico «el primer paso es reconocerlo»?

(risas) Sin duda. Ésa era también la intención. A partir de esa toma de conciencia, decidir qué quiere uno hacer con su vida.

 

Hace un tiempo entrevisté a Pepo Márquez por su disco con The Secret Society, y le confesaba su efecto terapéutico. ¿Se puede curar (o cicatrizar) con tu disco?

A mí no me preguntes (más risas). Cuéntame tú.

 

Entonces, ¿el amor es un trastorno? Y, lo más importante, si lo es, ¿de verdad es «sin importancia»?

El amor es un trastorno, sí, o eso afirman los científicos. Y puede ser no ya un trastorno sin importancia, sino uno maravilloso. Es una de las cuestiones que intento plantear en el disco: ¿qué es un trastorno? Ni los especialistas han podido dar una definición. De lo que he oído, lo que más me convence es eso de que un trastorno se empieza a considerar como tal en el momento en que empieza a hacer daño, a ti o al prójimo. Y todos sabemos lo que es el daño.

 

¿Consideras que éste es tu mejor trabajo hasta ahora?

No sé. Lo que sé es que he intentado hacerlo lo mejor posible. Pero eso es algo que hago siempre. Así que no sé qué responderte.

 

Igual me equivoco porque soy un pesimista irredento, pero creo que «El amor saludable» es el único rayo de luz (más allá de los manuales de autoayuda de «Kiss kiss kiss me» o «Tarde a todas partes»). ¿Es un mensaje?

Supongo que sí. Después de nueve relaciones trastornadas, creí pertinente hacerle una oda al amor saludable.

 

 

¿Temes que nadie se atreva a acercarse después de un concierto por «Gigante» o «Maldiciones comunes»? (guiño)

Eso espero (otro guiño).

 

Esta la he dejado para el final: ¿quieres decir algo sobre la portada?

Sí. Creo que es muy elegante, y muy bella. Y, por cierto, que no habla de dominación ni sumisión. Es una pena, pero es una foto que hay que mirar más de diez segundos para entenderla. Y en estos tiempos sé que es mucho pedir. Aprovecho aquí para proponer prohibir toda representación artística en la que aparezcan pistolas. Que muere mucha gente cada día de un balazo. Y, de paso, quememos todas las películas, libros, cuadros, etc., que muestran o sugieren violencia, caos, horror. Con la violencia, el caos y el horror podemos convivir pero, ¿con su representación artística? Y para colmo esta portada no va de eso (risas). Yo alucino.

 

Y permíteme copiar y pegar otra respuesta más elaborada a esta cuestión, que contesté para El Confidencial y al final no pusieron nada salvo la última frase. Sírvete tú mismo:

Sin duda. Es muy triste que la gente se censure a sí misma. Como decía Buñuel: «podrán quitarme lo que quieran, pero jamás podrán secuestrar mi imaginación». Es el último reducto de libertad que tenemos, y somos nosotros mismos los que nos dedicamos a censurar la imaginación de nuestros semejantes. Por otra parte, la gente cada vez está menos acostumbrada a pensar. Vamos demasiado rápido. Mirar y juzgar son dos gestos no separados por más de diez segundos. Es muy desesperanzador. Mi intención, como dicen, es provocar, sí, pero no en la acepción irritar, sino en la de mover a pensar. Afortunadamente, creo que la mayoría de la gente lo ha entendido todo e incluso se ha reído mucho, como era la intención. Nadie se escandaliza habitualmente al ver el horror, la tortura, etc., en el cine o en el arte contemporáneo, pero parece que la iconografía del pop y del rock es tan pobre a este respecto que algo que ni siquiera es eso ya escandaliza. Todo el que lo haga ante esta portada (que lo que plantea es la pregunta «¿qué es un trastorno?» mostrando cuatro posibles, donde el más peligroso es el trastorno del que mira) o ante el videoclip (¿qué es lo que hacen los niños? ¿no es jugar a pelearse? Dejen de pensar por los demás, por favor)… Como decía, todo el que se escandalice ante esta portada está hecho de la misma piel que aquellos que encarcelaron a aquel dibujante de caricaturas de Mahoma. Como resulta que todos los días muere mucha gente a punta de pistola, prohibiremos cualquier representación de ellas en cualquier medio artístico, ¿les parece? Vamos a reventar de tanta hipocresía y doble moral.

 

Creo recordar que esto ya te lo pregunté la última vez que te entrevisté, y ahora repito en ésta. Dylan dijo que se consideraba antes poeta que músico. Tú estás presentando ahora mismo otro libro… ¿Y tú?

A ver:

 

Poeta:             1. com. Persona que compone obras poéticas y está dotada de las facultades necesarias para componerlas.

Poesía:            1. f. Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa.

 

No sé qué va antes, si la gallina o el huevo. La palabra «poeta», en cualquier caso, tiene connotaciones que detesto. Me considero quizá más un creador, según el Drae:

 

  1. adj. Que crea, establece o funda algo. Poeta, artista, ingeniero creador. Facultades creadoras. Mente creadora. U. t. c. s.

 

Creación:        6. f. Obra de ingenio, de arte o artesanía muy laboriosa, o que revela una gran inventiva. Su discurso nos sorprendió porque fue toda una creación.

 

Como corrección al Drae, creo que sobra el adjetivo «gran» en la definición de «creación». También sobra lo de «muy laboriosa» en relación a la artesanía. Pero lo que yo quiero saber es: ¿me lo preguntarás de nuevo en la próxima entrevista que me hagas? (risas)

 

¿Fuiste a los Goya? Después de toda tu trayectoria como compositor de bandas sonoras, imagino que la nominación por la música de Grupo 7 es ya un premio, ¿no?

Fui. Y fui muy tranquilo, como ya le comenté a mis fans semanas antes: va a ganar Blancanieves. El premio ya lo tenía, sí. Bastante es que nominaran una banda sonora no sinfónica. Y que nos nominaran a todo el equipo con la peli tan incómoda que es Grupo 7, en estos tiempo de corrupción a mansalva.

 

 

 

 

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