Álvaro Pombo: «La religión es casi el único árbol donde ahorcarnos»

Por Elena Box/ Sin Embargo

Fotografía © 2007 Jorge Ontalba.

Fotografía © 2007 Jorge Ontalba.

 

Un año después de alzarse con el Premio Nadal, uno de los pocos que le faltaban en su exitosa carrera literaria, el escritor español Álvaro Pombo (Santander, Cantabria, 23 de junio de 1939) regresa con una novela en la que plantea una profunda reflexión existencial, pero sin perder de vista el humor en el más puro estilo marca de la casa.

En Quédate con nosotros, Señor, porque atardece (Destino), Pombo vuelve a ahondar en las cuestiones filosóficas y morales que dominan su obra: el bien, la soledad, la hipocresía, la duda … pero también en temas como el sentido mismo de la vocación literaria.

Y lo hace adentrándose en los muros de un pequeño convento al sur de Granada, combinando la solemnidad religiosa y monacal con un estilo lleno de ligereza y hallazgos poéticos.

“Es una novela optativa, como la asignatura de religión”, dijo el también político de la formación de centro UPyD -encabezó en dos ocasiones la candidatura al Senado por la Comunidad de Madrid- en un guiño al reciente debate por la evaluación de esa materia.

“Pero si la leen les será de gran fundamento espiritual y alcanzarán el summa cum laude en el reino de los cielos”, señaló entre risas en la conferencia de prensa que ofreció en un céntrico hotel madrileño.

En su nuevo libro, el autor de El temblor del héroe y La cuadratura del círculo narra cómo la cotidianeidad de seis monjes trapenses se ve sacudida de pronto por el suicidio de uno de ellos, que aparece ahorcado. Pese a la obviedad, el prior decide declararlo como una muerte accidental, pero en el aburrido verano informativo, la noticia es un caramelo para la prensa, que se empeña en indagar en la verdadera naturaleza del deceso.

 

 

AHONDAR EN LA EXPERIENCIA RELIGIOSA

 

Pombo, de 73 años, confiesa que le fascinaba ahondar en la experiencia religiosa “desde el punto de vista de la gente que se dirige a Dios en términos institucionalizados, protocolarizados”, como ocurre en el convento.

Le interesaba la idea de que la fe individual se pueda apoyar en la comunidad, como planteaba la película francesa De dioses y hombres, dirigida por Xavier Beauvois en 2010 y que le sirvió de inspiración. “Como de niño yo cometía miles de pecados, me interesaba aquello de ‘no mires mis pecados, sino la fe de tu Iglesia’”, bromeó.

 

 

Y es que para Pombo, que durante toda la presentación hizo gala de su particular ironía y sentido del humor, en el mundo actual “la religión es casi el único árbol donde ahorcarnos”.

“Está empezando a ser el opio del pueblo, pero en el buen sentido de la palabra”, remarcó.

quedate-con-nosotros-senor-porque-atardece-ebook-9788423346820Frente al análisis de la religión planteado por Karl Marx, Pombo aboga más por una aproximación hegeliana, en la que la religión se entienda como algo que forma “estructuras posibilitantes.” De hecho, si algo quiere que quede de poso a sus lectores es la idea de que la experiencia religiosa es “poderosa, difícil y creadora. No es una blandengue o servil obediencia a un credo, sino una fuerte experiencia humana”, afirma este intelectual, catedrático de la lengua y homosexual declarado, para el que “enfrentarse con lo sagrado es una cosa estimulante”.

 

Además de la vocación religiosa, Quédate con nosotros, Señor, porque atardece ahonda también en la esencia de la vocación literaria. “Escribir es un intento impío de autocomprensión”, dice el hermano Abel antes de acabar con su vida, mientras Ignacio y Raimundo debaten sobre si la literatura se hace “para entrar en la feria de las vanidades o para propiciar un diálogo con los contemporáneos”, aunque tienen claro que “da más paz y es de mayor santidad no ser célebres”.

 

Eso sí, Pombo tiene claro que seguirá “empapelando” a sus lectores con nuevos proyectos y reniega de los agoreros que continúan proclamando el fin de la novela.

 

“Puede que ahora los periodistas se queden en la calle, pero no por eso acaba el periodismo. Es posible que un determinado modo de contar cosas se haya agotado, pero ahora la gente tiene infinitos modos de contar historias. En ese sentido, la novela no muere”, concluyó.

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