Neoliberalismo: cuando los leones son corderos y la Cenicienta una bruja

Por: Héctor Anaya

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Me resulta triste que una palabra tan hermosa como es Libertad, forme parte del nombre de una doctrina tan horrible como destructiva: NEOLIBERALISMO.

El thatcherismo, la reaganomía y otras muchas corrientes políticas se basan en esta corriente politicoeconómica y defienden una intervención estatal mínima o inexistente, considerando que la verdadera libertad reside en la libertad de mercado, ya que partiendo de una noción fundamentalista: «sin libertad económica no puede haber libertad».

Las primeras preguntas que me surgen ante tal afirmación es: ¿hay libertad cuando unos pocos se enriquecen y una mayoría de población vive en la pobreza o llega, incluso, a morirse de hambre? ¿Hay libertad cuando las personas se ven encadenadas por los intereses de las grandes empresas? ¿cuando pierden sus hogares a causa de la mala gestión de instituciones bancarias? Además, ¿cómo es posible que un sistema económico que beneficia apenas al 10% de la población pueda ser tachado de correcto?
Por otra parte, ¿fue el libre mercado lo que posibilitó la reconstrucción económica de países europeos tras la guerra? Creo recordar que fue un Estado del Bienestar, garante de los derechos básicos como educación y sanidad (cosas que hoy en día con el PP se privatizan y se pierden), quien logró ese renacimiento europeo.

En mi opinión, el neoliberalismo es una nueva forma de llamar al capitalismo que intenta dar una visión distinta de la real y lograr convencer de que el neoliberalismo garantiza la libertad, como si el mercado fuera libre y no estuviera controlado por los poderosos.

Para aquellas personas que puedan considerar que estoy confundido al criticar al gran cuento del Neoliberalismo: ¿Acaso no está la teoría neoliberal fundamentada en una serie de silogismos ideales que al ser trasladados a la realidad ocasionan grandes perjuicios para gran parte de la población? Es muy bonito defender una libertad económica, pero, por desgracia, esta cuando se lleva a la práctica siempre suele llevar al enriquecimiento de unos pocos y al empobrecimiento o estancamiento de otros muchos.

Además, mientras que el liberalismo tradicional permitía la creación de una clase media más o menos grande y con ello un mayor reparto de riqueza, el neoliberalismo fomenta la agrupación de grandes multinacionales y la formación de monopolios que imposibilitan la capacidad emprendedora de los pequeños propietarios y favorecen la concentración de capitales. En resumen, el liberalismo con una mínima intervención estatal favorecía la competencia y el desarrollo de la pequeña y mediana empresa, mientras que el neoliberalismo frena este desarrollo.

Asimismo, el hablar de libertad en esta doctrina, supone hablar de la libertad de los poderosos, los magnates, los grandes dirigentes económicos, que pueden actuar a sus anchas, sin respetar a la población ni, mucho menos, la naturaleza; sin tener que rendir cuentas a nadie, y achacando cualquier posible error o fallo a una mala aplicación de sus teorías neoliberales.

Luego, claro, están los neoliberales que justifican la privatización de servicios sociales (lo que puede llevar a que personas se queden si acceso a ellos) como una forma de reducir los impuestos y mejorar la eficacia. Pero, ¿no es posible que antes de proponer la privatización se fuerce una mala gestión que justifique la medida? Y sí, es cierto que la privatización reduce la tributación y se deben de pagar menos impuestos (o los mismos para poder destinar más dinero al ejército o los antidisturbios), pero los servicios se encarecen y, finalmente, se hacen más caros para el usuario que los necesite…

En el caso de la sanidad, si alguien tiene la suerte de no ponerse nunca enfermo: ¡perfecto!, no pagará impuestos ni tendrá que ser usuario de los hospitales, pero en el momento que caiga enfermo: ¡pobre de él como no tenga ahorros!

En definitiva, el neoliberalismo es un cuento camuflado, en el que los leones se muestran como corderos, y la sirviente Cenicienta como una bruja aprovechada.

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