Nukak Makú: La cerca de la modernidad y el último éxodo de un pueblo amazónico

Por  Larry Montenegro Baena

9278622450641098Pintura: Nukak – Ritual de reconciliación con el mundo y la naturaleza/Pintor Fernando Estrada Diaz

 

La modernidad como proceso histórico, ha dado pie a la edificación de discursos en pro de la libertad de pensamiento y de los avances tecnológicos, pero también en nombre de la modernidad se han cometido las transgresiones más infames en la historia de la civilización occidental.

En el caso de América Latina, las relaciones sociales han sido históricamente asimétricas, pues son reducidos grupos quienes ostentan el poder sobre medios de producción, recursos, etc. Además, las transgresiones de tipo cultural, social y ambiental en Latinoamérica, han sido, el pan de cada día en nombre de un supuesto desarrollo y progreso económico que solamente ha sido benéfico para mantener el status quo de dichos grupos de poder, no así respecto al bienestar social.

En un día lluvioso del mes de marzo del año 2006, un grupo indígena llamado Nukak Makú, salió por segunda vez de las profundidades de la selva, después de casi 20 años de la última ocasión que tuvieron contacto con la civilización moderna por primera vez. En aquel triste éxodo ocurrido en 1988, fueron viudas Nukak, en esta ocasión iban familias completas.

 

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Este hecho conmocionó a los pobladores de San José, un poblado mestizo del departamento de Guaviare al norte de Colombia, al cual  los indígenas arribaron desesperados, suceso que también llamó la atención de la opinión internacional y la comunidad científica, puesto que era un grupo humano casi desconocido por su cultura, su exótica lengua y desde luego, toda la trama que implicaba entorno al problema del conflicto armado en ese país.

Los Nukak Makú, son un pequeño grupo étnico nómada de no más de 370 personas. Se cree que es el último de los pueblos nómadas de esta parte de la selva colombiana. Sobreviven tradicionalmente de la recolección de frutas silvestres, semillas, miel,  de la caza y la pesca. Tienen esporádicos huertos en toda la selva y viven en improvisados campamentos hechos de palma, hojas y ramas, llamados wopyi. Poseen una cosmología estrechamente conectada con la selva y su vida espiritual tiene una compleja taxonomía de mundos superpuestos donde ellos clasifican las plantas, animales, espíritus y hombres. Por ejemplo, ellos dicen ser Kâk, que significa persona, las cuales vienen de Nu, del mundo de abajo, junto con ciertas plantas y animales.

 

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Pero bueno, ese día gris de 2006, luego de muchas semanas huyendo entre la espesura de la selva, atemorizados y con el latente miedo de morir sin saber por qué razón, al fin llegan a San José del Guaviare, asombrados por la composición de las casas, las luces, los carros y el colorido y extraño aspecto de sus habitantes. Los Nukak Makú no entienden la lengua que hablan estas personas, pero se impresionan de que no los están atacando ni abusando de su vulnerabilidad e inocencia. Durante muchos años estos indígenas fueron expulsados de los territorios donde cazaban y recolectaban para el sustento de sus familias. En los años 60´s tuvieron el primer contacto con ganaderos charras, quienes quemaron amplias extensiones de selva para la construcción de potreros, arrasando en consecuencia, los huertos colectivos de muchas familias Nukak Makú, los cuales fueron asesinados intentando reclamar los hechos a los ganaderos, que en su ignorancia y prepotencia, respondieron con balas como si fuesen animales de caza. A raíz de estos sangrientos acontecimientos, los Nukak Makú huyeron más adentro en la selva, pero su odisea logró frutos a corto plazo, ya que en los años 80 fueron cercados por campesinos cultivadores de coca que desaparecieron y asesinaron a una cantidad importante de hombres Nukak Makú, cuando éstos, ignorando que dicha zona ya estaba ocupada con cultivos y negocios turbios, hacían sus rutinarias cacerías de animales y recolección de vegetales, sin tener en mente siquiera una idea de lo que significa “propiedad privada”. Estas muertes, a manos de cocaleros aliados a las guerrillas, provocó que muchas mujeres con sus hijos salieran en busca de sus hombres, sin sospechar que llegarían a Calamar, un poblado mestizo del Guaviare en 1988.

 

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Este segundo y reciente éxodo del pueblo Nukak Makú, es más que un problema estructural, es la muestra de los estragos reales causados por los discursos desarrollistas y progresistas que nunca han contemplado la pluralidad social y cultural de los grupos indígenas, en esa lucha encarnizada por  la acumulación de riquezas y propiedades y dejando a su paso una serie de procesos inacabados, tales como: la regulación de la tierra, la representación política de estos grupos autóctonos, etc.

los Nukak no conciben el
reduccionismo económico de la tierra
como simple medio de producción,
tampoco la idea de la propiedad
privada ni mucho menos el
concepto de costo-beneficio.

 

Si nos remontamos a finales del siglo XIX y principios del XX, en América latina la configuración de los emergentes Estados Nación estaban maniobrados por grupos de poder que detentaban y se disputaban los recursos cobijados bajo las banderas ideológicas de la modernidad: el liberalismo y el conservadurismo local. En el caso de Colombia, luego de la muerte del liberal Jorge Eliecer Gaitán en 1948, este país aún no había logrado una estructura jurídica entorno a la regulación de la tierra. Esto provocó que muchos campesinos, cansados del despojo y la exclusión por parte de las rancias élites políticas, acentuaran la consecución de sus demandas en la vía armada, iniciando de este modo, la formación de guerrillas con tintes marxistas que protagonizarían en todo el siglo XX, una guerra interminable por la propiedad de la tierra hasta el día de hoy.

 

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Aquí vemos como los discursos  generados a partir de una idea de modernidad: el socialismo y el liberalismo, han causado desgracias similares en un contexto donde el bienestar social es menos relevante que la lucha por el poder.

Por un lado los grupos armados marxistas, tales como las FARC, por otro los paramilitares de ultra derecha como la AUC, y desde luego, la coacción institucional – militar de un Estado, por antonomasia, de corte neoliberal. Todos, peleando bajo principios políticos permeados por una modernidad que llegó tardía y fetichizada por las ideologías eurocéntricas.

El contexto específicamente colombiano, a diferencia de otros países latinoamericanos que apostaron por la regulación estatal y/o jurídica de recursos, muestra una severa dificultad para crear una regulación sobre la tierra y la distribución de los recursos agropecuarios. Es decir, que tristemente las instituciones, las guerrillas y otros grupos han contribuido a la proliferación de procesos de recolonización y conquista de territorios; la explotación  y dominación de grupos indígenas. Hoy la imagen de un narcotraficante no es muy distinta a la de los hacendados del siglo XIX.

Por otra parte, los Nukak no conciben el reduccionismo económico de la tierra como simple medio de producción, tampoco la idea de la propiedad privada ni mucho menos el concepto de costo-beneficio. Eso explica por qué muchos fueron capturados y esclavizados desde los años 80 por los mismos cocaleros, quienes, aprovechando que estos indios ingenuos no tienen noción del dinero, los sometieron a cansadas jornadas de cultivo y recolección de hoja de coca a cambio de caramelos, galletas y frituras.

La histórica desmovilización de las colectividades culturales mestizas e indígenas de las llanuras y selvas colombianas a lo largo del siglo XX, no se comparan con este reciente atentado contra la vida de este grupo amazónico, pues, no estamos hablando sólo de un grupo indígena, sino, de una cultura ancestral que permaneció por tiempos inmemoriales aislada de la forma de vida, preconceptos y construcciones culturales del hombre moderno.

Ese día  de 2006, los Nukak llegaron desnudos y con pocas pertenencias, pues no necesitan más que su sabiduría para vivir en un hábitat natural. Entre lo poco que llevaban tenían algunas cerbatanas para cazar, canastos bastos para echar sus frutos, raíces domesticas, animales vivos, sus chinchorros para dormir y sus dientes de piraña para afeitarse y cortar los alimentos.

Desde el primer momento en que la población se les acercó, a los pocos días sufrieron de enfermedades de las cuales su sistema inmunológico no está acostumbrado, provocando epidemias de gripe y otras enfermedades endémicas de los habitantes locales. Ahora, los niños mendigan en las calles, recogen comida de los basureros, las mujeres son acosadas por borrachos de la localidad y los hombres mueren de depresión y desesperación; incluso, su líder, Mao-be se suicidó al no tener una respuesta contundente por parte de las autoridades del gobierno, el cual, para variar, desconfía de la procedencia y supuesta alianza de los Nukak con las fuerzas militares de las que irónicamente vienen huyendo.

La odisea comenzó cuando en una región de la selva denominada Tomachipán, mientras recolectaban frutas, semillas y cazaban como cotidianamente lo hacen. Unos campesinos aliados a las estructuras de las FARC, los acusaron de ladrones por invadir su propiedad privada. Acto seguido los guerrilleros expulsan a los Nukak Makú amenazándolos de muerte y dándoles una persecución de varios días en la espesura de la selva, porque además, en dicha zona, según la inocente versión de los Nukak, ahí hay “hombres malos con armas” y “hombres amarrados”.

 

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Los Nukak Makú primero fueron asesinados por el choque de su cosmovisión con ganaderos charras en los años 60, posteriormente en los 80 fueron esclavizados por colonos,  actualmente son atormentados por los cocaleros y grupos armados. Durante 30 años se han ido reduciendo en número a medida que se va empequeñeciendo su hábitat debido a la acelerada colonización de dicho espacio para actividades agrarias, pecuarias, madereras y cocaleras. Aunado a las matanzas que sufren cada vez que se topan con los guerrilleros de izquierda y paramilitares de derecha. Ideologías que ignoran y que transgrede su cosmovisión pacifica y sustentable, pero desgraciadamente están inmersos en medio del campo de batalla de dos discursos ideológicos importados por una modernidad tropical aún más surrealista e incomprensible para los Nukak Makú.

Esto es sólo un minúsculo reflejo de las consecuencias de los discursos hegemónicos de esta modernidad periférica en Latinoamérica, pero el análisis y las propuestas fuera de éstos, apenas comienzan.

 

[La Tribu Posmoderna]
Fotos: http://cms.onic.org.co/

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