Las supersticiones ayudan a hacer frente a la incertidumbre

Por Daniel Mediavilla

 

En momentos inciertos, como después de un gran ataque terrorista, crece el interés por los fenómenos paranormales

 

PropheciesEjemplar de las Prophecies de Nostradamus traducido al inglés en 1672 / Zereshk

 

El conocimiento científico y el avance tecnológico no acabarán con la superstición. Los antibióticos, las predicciones meteorológicas o las ecografías han mitigado, al menos entre los habitantes del mundo desarrollado, muchas incertidumbres que durante toda la historia han aterrado a los humanos. Sin embargo, lo imprevisto sigue acechando a la vuelta de la esquina. Un día el presidente de tu Gobierno te promete el pleno empleo y pocos meses después pierdes tu trabajo y el país en el que vives amenaza quiebra.

Los seres humanos no están bien equipados para aguantar con estoicismo la incertidumbre y a lo largo de su evolución se han desarrollado mecanismos para hacerle frente. Según algunos estudios, la superstición, o su versión institucionalizada, la religión, ha sido el mecanismo para hacer frente al estrés que supone no saber qué pasará en el futuro, una hipótesis que ya fue planteada en el siglo XVII por el filósofo Spinoza. “Los hombres nunca serían supersticiosos si pudieran gobernar todas sus circunstancias mediante reglas claras o si siempre fueran favorecidos por la fortuna, pero siendo enfrentados con frecuencia a circunstancias donde las reglas no tienen uso y siendo mantenidos con frecuencia fluctuando de manera lamentable entre la esperanza y la inseguridad de la fortuna, son por consecuencia muy dados a la credulidad”, escribía en su Tratado teológico-político.

Un estudio publicado la semana pasada en PLoS One abunda en este planteamiento y afirma que la pérdida de control hace que los humanos seamos más proclives a creer que es posible predecir el futuro y que creer que predecir el futuro es posible hace que crezca la sensación de control sobre la propia vida. En este trabajo, realizado por investigadores de la Universidad de Queensland, en Australia, se recuerdan otros análisis que muestran que la creencia en fenómenos sobrenaturales y en particular en la posibilidad de predecir el futuro pueden desarrollarse como método de defensa frente a sentimientos de amenaza o incertidumbre. Un artículo de investigadores británicos, por ejemplo, mostraba que las personas con una sensación de falta de control sobre sus vidas durante la niñez creían con más frecuencia en la existencia de fenómenos paranormales.

Los países de la antigua Unión Soviética
son los que presentan una mayor presencia de la superstición

Otro caso que muestra esta tendencia es lo sucedido con las ventas del astrólogo del siglo XVI Nostradamus justo después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Entre los libros sobre los talibanes, el terrorismo islámico o el World Trade Center, en las semanas posteriores al ataque que derribó las Torres Gemelas se colaron entre los libros más vendidos en Amazon.com tres versiones de las profecías del futurólogo, un individuo que escribía con la suficiente ambigüedad como para que siglos después se le haya podido atribuir la predicción del ascenso de Hitler, la aparición del sida o la explosión del transbordador Challenger.

Los investigadores australianos trataron de probar su hipótesis con dos grupos de estudiantes. Al primero le hicieron leer un párrafo de una revista científica en la que se afirmaba que se había encontrado evidencia de la posibilidad de predecir el futuro y al segundo otro artículo en la misma revista que refutaba ese supuesto hallazgo. Posteriormente, se observó que los que habían leído el primer artículo estaban más de acuerdo con frases como “Controlo mi vida”, “Mi vida está determinada por mis acciones” y “Soy capaz de vivir mi vida como deseo” que los del grupo que había leído el artículo negando la precognición.

 

Las ventas del astrólogo Nostradamus
se incrementaron después de los ataques
a las Torres Gemelas en 2001

 

En un segundo experimento, se hizo sentir a los participantes que vivían una situación de descontrol. Después, a un primer grupo se le mostró el artículo que anunciaba que se podía predecir el futuro y al segundo el que decía que eso no era posible. El primer grupo percibió una mayor sensación de control cuando leyó el artículo, algo que no sucedió con el segundo. Por último, los investigadores señalan que la gente a la que se había elevado la sensación de control sobre sus vidas antes de leer cualquiera de los dos artículos no mostró variaciones en su percepción de seguridad. Esto se explicaría, según los autores, porque la credulidad frente a los fenómenos paranormales solo actuaría como mecanismo de equilibrio en situaciones en las que se tiene la sensación de haber perdido el control.

 

Amuletos que mejoran el rendimiento

Este tipo de estudios complementan los resultados de otros más prácticos que pueden explicar qué aporta la superstición a los humanos y qué hizo que lo que nos empuja a creer en cosas sin fundamento no haya sido eliminado durante la evolución como una característica nociva para la supervivencia. En 2010, investigadores de la Universidad de Colonia, en Alemania, mostraron en un artículo que la práctica de determinados rituales de la suerte o el uso de amuletos mejoraba de manera objetiva el desarrollo de determinadas tareas, como la práctica del golf o de juegos de memoria. El incremento de la confianza en que algo iba a salir bien o la mayor perseverancia a la hora de realizar una tarea, aunque fuesen fruto del pensamiento supersticioso, mejoraban los resultados.

 

Los rituales supersticiosos lograron mejorar los resultados en la práctica del deporte

 

Otro de los resultados que deja ver lo arraigada que está en nuestra naturaleza la necesidad de creer en tranquilizadores poderes sobrenaturales por absurdos que parezcan es el alcanzado en 2007 por Benno Torgler, de la Universidad Politécnica de Queensland, en Australia. En su trabajo, realizado en 17 países de todo el mundo para observar que variables pueden hacer a una persona más proclive a creer en el horóscopo, el valor de los amuletos o la capacidad de los videntes, descubrió que los países donde más se confiaba en el valor de este tipo de prácticas eran los de la antigua Unión Soviética. Allí donde más esfuerzo se hizo para acabar con la influencia de la religión, proliferaron las supersticiones como tranquilizante alternativo al “opio del pueblo”.

En ese mismo sentido, este estudio sugiere que las personas que ya tienen la práctica religiosa institucional como método para afrontar la incertidumbre de la vida suelen acudir menos a supercherías como los amuletos o los videntes. Parece que no le falló la intuición a G.K. Chesterton cuando dijo aquello de que “cuando se deja de creer en Dios enseguida se cree en cualquier cosa”.

 

 


 

Ataques de leones, luna llena y la leyenda del hombre lobo

Muchas supersticiones tienen algo de verdad que las hace arraigarse con fuerza en la cultura humana. Esto es lo que sugiere un estudio que indica que es más probable que un león te coma justo después de la luna llena. Para llegar a esa conclusión, que explicaría el miedo a la luna llena y su relación con hombres lobo o vampiros, los autores del artículo, que se publicó en PLoS One, estudiaron 500 ataques de leones en zonas rurales de Tanzania entre 1988 y 2009. Los felinos mataron y devoraron a más de dos tercios de las personas sobre las que se abalanzaron y la gran mayoría de los ataques sucedieron entre el anochecer y las 10 p.m., en noches en las que la luna estaba menguando y había poca luz.

Los leones, y muchos otros depredadores, cazan  por la noche y tienen más éxito cuando la oscuridad les ampara. Eso hace que durante la fase de luna llena tengan el estómago más vacío y que cuando su brillo se empieza a reducir salgan a cazar especialmente hambrientos. Cuando la luna se encuentra en fase menguante, en particular justo después de la luna llena, no aparece en el cielo hasta bastante después del anochecer. Como los humanos continúan con su actividad en ese periodo en el que el sol ya se ha ido y la luna aún no ha salido, se convierten en una presa interesante para los leones.

Los investigadores, que trabajan en la Universidad de Minnesota, observaron que los ataques eran un tercio más frecuentes durante la segunda fase del ciclo lunar, cuando la luz de la luna es escasa o inexistente. De esta manera, según los investigadores, aunque la luna llena no sea sinónimo de un mayor peligro de ser devorado por un león sino todo lo contrario, su presencia puede ser interpretada como un heraldo de los peligros que están por venir.

 

 


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