LOS ESPACIOS DEL ARTE: ABADÍA DE SAN GALGANO EN SIENA

 

Por Ruth Cereceda

Abadía de San Galgano (siglo XIII, Siena, Italia)

A pocos kilómetros de Siena, en la localidad de Chiusdino, el joven Galgano Guidotti decidió un día dejar la vida que había llevado hasta el momento, marcada por el desorden y la lujuria, para retirarse del mundo y convertirse en ermitaño penitente. Como símbolo de su decisión de renuncia a la vida mundana, Guidotti clavó su espada en una gran piedra, con el objetivo de transformar el arma en una cruz.

Nos encontramos en la Toscana del siglo XII, un tiempo y un lugar caracterizados por las luchas entre señores feudales y la construcción de castillos, abadías y fortalezas, y es en este lugar donde se erigió, tras la muerte del noble caballero en 1181, la pequeña ermita Rotonda de Montesiepi.

Interior de la cúpula, Rotonda de Montesiepi.

Interior de la cúpula, Rotonda de Montesiepi.

La construcción, caracterizada por su singular forma cilíndrica, fue consagrada en 1185 por el Obispo de Volterra, y cuenta con una pequeña capilla del siglo XIV decorada con frescos de Ambroggio Lorenzetti. Pese a que la rotonda acusa una fuerte influencia del Románico pisano, su cubierta -una bóveda hemisférica de anillos concéntricos- retoma la tradición etrusca del tholos funerario, lo que ha dado lugar a una serie de teorías de tipo cosmológico que, junto con la historia del joven Galgano y otros elementos como la reproducción de un cáliz en el tambor de la cúpula, la ponen en contacto con el mito artúrico.

Junto al eremitorio se construye en el siglo XIII la Abadía de San Galgano, de la que actualmente únicamente quedan en pie los muros.

El término “Abadía” designa a un monasterio cristiano de doce o más monjes. El superior o responsable de este tipo de comunidad monástica es el “Abad”, del latín abbas, que a su vez deriva del griego αββα, y éste del arameo abbā, «padre». La Abadía de San Galgano fue constituida como monasterio cisterciense[1] y llegó a alcanzar gran importancia y poder durante el siglo XIV, principalmente gracias a las donaciones y los privilegios de los que disfrutaba, pues se le permitió acuñar moneda y el Papa Inocencio III la eximió del pago del diezmo.

Abadía de San Galgano, Siena. Fuente de imágenes: Guiseppe Peppoloni

Abadía de San Galgano.
Fuente de imágenes: Guiseppe Peppoloni

La abadía presenta una planta de cruz latina con tres naves, mide 72 metros de largo por 21 de ancho, y cuenta con un rosetón en el ábside. El edificio es uno de los primeros de la Toscana en recibir influencias del Gótico francés, en particular de la Catedral de Chartres, con la que comparte una geometría arquitectónica basada en las proporciones de la octava musical[2]. Este sistema de proporciones dicta, por ejemplo, la altura a la que debían situarse molduras y capiteles, o la distancia entre los ejes de las naves, cuya disposición responde al diseño de un recorrido ideal del templo, desde la portada principal hasta el altar mayor.

Sin embargo, las tensiones entre el papado y la Republica de Siena, que llegan a su máximo apogeo durante el siglo XVI, afectan al monasterio, que comienza un lento declive y posterior deterioro, hasta ser finalmente abandonado, expoliado y convertido en cantera para otras construcciones.

Abadía de San Galgano, nave central.

Abadía de San Galgano, nave central.

Así todo, las magníficas ruinas que aún se conservan de la abadía y de la capilla de Montesiepi, gracias a los trabajos de protección que en 1924 inició el arqueólogo Gino Chierici (1877-1961), han permitido que en la actualidad aún se pueda disfrutar de este bello conjunto, cuyo especial encanto le llevó a formar parte de la ambientación de la película El paciente inglés (1996).

Agosto, 2013


[1] La Orden del Císter, fundada en el siglo XI en la antigua localidad romana de Cistercium (Francia), se caracterizó por la importancia del ascetismo y del trabajo manual.

[2] Durante el medievo cristiano el templo se entiende como un microcosmos en el que reproducir el universo de forma simbólica. Las teorías de la Escuela de Chartres, fundada por el Obispo Fulberto (960 – 1028), defendían que el cosmos había sido dispuesto por el Creador siguiendo una ordenación musical. Según estas teorías teológicas y filosóficas, la arquitectura del edificio serviría para reproducir la armonía musical del macrocosmos.

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