La Interpol aún considera la combustión humana espontánea como causa posible de muerte

Por Francisco R. Villatoro

 

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Mucha pseudociencia está en el borde de la ciencia porque así la mantienen muchas instituciones públicas e incluso muchas revistas científicas. Yo pensaba que la combustión humana espontánea era pura superchería. Para mi sorpresa, la Interpol todavía considera en 2013 esta posible causa de muerte (véase el 17th Interpol International Forensic Science Managers Symposium, Lyon, 8-10 Oct 2013; Review Papers). Más aún, la revista Journal of Forensic Sciences (Wiley), con factor de impacto 1,24, sigue publicando artículos sobre este tema; el último es Thierry W. Levi-Faict, Gérald Quatrehomme, “So-called Spontaneous Human Combustion,” J. Forensic Sci. 56: 1334-1339, Sep 2011. Este artículo, firmado por investigadores del Laboratorio de Medicina Legal de la Universidad de Clermont-Ferrand, Francia, presenta un supuesto caso contemporáneo de combustión humana espontánea ocurrido en una aldea del centro de Francia. El artículo se apoya en los casos históricos más conocidos (entre ellos el de la condensa von Görlitz) y los aparecidos en novelas de ciencia ficción (¡ciencia de la buena!). ¿Cómo es posible que se publique algo así en una revista impactada? La verdad, no doy crédito. La excelente entrada de César Tomé (@EDocet), “El caso de combustión espontánea de la condesa von Görlitz,” me ha picado la curiosidad y he buscado información en la web.

Menos mal que en la revista Journal of Forensic Sciences alguien está en su sano juicio y el doctor John D. DeHaan (forense experto en incendios de Vallejo, California) le ha aclarado al editor de la revista, en una carta al editor, que la publicación de este artículo es un gravísimo error. No se trata de ciencia, sino de pura especulación pseudocientífica. No existe la combustión espontánea de un humano, lo que ocurre es que a veces el propio incendio destruye las pruebas de la fuente de la ignición. Nada más y nada menos.

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En 2006, el alcalde de una pequeña aldea del centro de Francia no tuvo noticias sobre uno de sus vecinos durante 48 horas. Un hombre divorciado de 57 años de edad que vivía de la asistencia social, era adicto al alcohol y al tabaco, de temperamento violento y carente de habilidades sociales. La puerta de la casa estaba cerrada por dentro, con las llaves todavía en la cerradura (haciendo imposible abrirla desde el exterior con otra llave). El cuerpo fue encontrado cerca de un montón de periódicos, una silla de paja y otros objetos. Algunos estaban quemados, pero otros sólo estaban ennegrecidos con hollín. La silla de paja estaba intacta. El análisis toxicológico del forense confirmó una concentración de alcohol en sangre de 3,20 g/L. El cuerpo no contenía otros materiales inflamables, ni otros xenobióticos. Algunos trozos de la ropa y de una manta que le cubría presentaron etanol (3,2 g/kg), tolueno (0,48 mg/kg), octano (0,25 mg/kg), benceno (0,90 mg/kg) y etilbenceno (cantidad muy baja); estas pequeñas cantidades de hidrocarburos (menores de 1 mg/kg) son insuficientes para justificar una auto-inmolación o un homicidio. La autopsia concluyó que la combustión había ocurrido postmortem, pero era imposible determinar la causa exacta de la muerte. No se encontró hollín en la tráquea o en los pulmones, y tampoco carboxihemoglobina (resultado de una intoxicación por monóxido carbónico) o cianuro en la sangre. La investigación policial no fue concluyente. No hubo indicios de robo con fuerza, ni signos de asalto en la escena del crimen. El experto en incendios no encontró fuentes sospechosas de combustible en la casa que pudieran haber servido para iniciar el fuego.

Como conclusión, el artículo afirma que si no se sabe cómo se inició la combustión, entonces la combustión tuvo que ser espontánea. Craso error. La lógica más elemental indica que en ausencia de pruebas sobre la posible fuente de la ignición, nunca podemos afirmar que dicha fuente no exista. La palabra ”espontánea” no se puede usar a la ligera en un artículo científico. ¿Cómo es posible que el editor de la revista haya aceptado la publicación de este artículo pseudocientífico?

¿Qué dice la ciencia sobre este asunto? La opinión de los expertos es que la leyenda de la “combustión humana espontánea” corresponde a la combustión de la grasa subcutánea (“fat wick burns”). Por ello, en los artículos técnicos forenses se prefiere el término “combustión sostenida por la grasa humana” (aunque el editor de la revista Journal of Forensic Sciences parece que no lo conoce). La causa más habitual de la ignición es una colilla de cigarrillo o una cerilla. Las zonas con quemaduras más graves suelen ser la parte media del cuerpo, que involucra al pecho y el abdomen, que contienen abundante grasa; lo contrario ocurre en los quemados por llamas, cuyos pies, manos y cabeza son los más dañados. Los experimentos sobre la combustión sostenida por la grasa humana han sido realizados utilizando cerdos, debido a la semejanza entre sus perfiles de combustión y entre las grasas de cerdo y humano. Recomiendo el artículo de Virve Koljonen, Nicolas Kluger, “Spontaneous Human Combustion in the Light of the 21st Century,” Journal of Burn Care & Research 33: e102-e108, 2012, cuyos autores proponen el término “‘isolated body combustion” (combustión aislada del cuerpo) o “isolated central body combustion” (combustión aislada de la parte central del cuerpo).

Según Koljonen y Kluger, la grasa humana tiene un bajo punto de fusión, pero que varía mucho según la ubicación anatómica (entre los 41 °C y los 0,5 ° C). La grasa periférica, por ejemplo, en las piernas, tiene menor puntos de fusión que la grasa del abdomen (que está entre 32,6 y 36,6 °C) o de las vísceras (entre 31,7 y 34,9 °C) . Curiosamente, la grasa humana no se solidifica cuando se enfría un poco por debajo del punto de fusión, permaneciendo líquido por mucho tiempo. La grasa humana derretida sólo se quema a altas temperaturas, en torno a 250 °C, sin embargo, un trozo de ropa saturado con grasa líquida se quemará incluso a temperatura tan baja como 24 °C. Este “efecto mecha” de la grasa líquida infiltrada en un material poroso (como la ropa) requiere que de algún modo se rompa la piel y se libere grasa licuada que pueda entrar en contacto con la ropa (de hecho, la grasa corporal tiene un alto contenido de agua). En este proceso se produce poco calor, entre 25 y 40 kW, tan poco que no es probable que pueda encender los alrededores. La combustión sostenida por la grasa corporal mantendrá durante mucho tiempo una temperatura alta (entre 500 y 600 °C) que podría carbonizar gran parte del cuerpo.

El mito de que la ingesta excesiva de alcohol hace que el cuerpo sea más sensible al fuego es solo eso, un mito, pues el alcohol no impregna los tejidos (se diluye en la sangre). Lo que puede ocurrir es que una ingesta excesiva de alcohol provoque una pérdida total, o al menos una disminución, de la conciencia, haciendo que el individuo sea más propenso a accidentes. Además, los intoxicados con alcohol podrían ser incapaces de extinguir un incendio, escapar o incluso pedir ayuda. También es un mito la creencia popular de que la causa de la muerte es la combustión; en la mayoría de los casos las víctimas ya estaban muertas cuando se inició el fuego, de ahí la ausencia de hollín en la tráquea o los bronquios.

[Naukas]

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