Lacan y Victoria Ocampo: Una impensada historia de amor

La novela de Lacan de Jorge Baños Orellana narra los comienzos de Jacques Lacan

 

la-novela-de-lacan-jorge-banos-orellana-6510-MLU5073861943_092013-FLa investigación de Jorge Baños Orellana está centrada en el período de la vida del psicoanalista francés en el que opta por el psicoanálisis y abandona la neuropsiquiatría. Es también el momento en el que Lacan se relaciona con los surrealistas y en el que entabla una relación amorosa con Victoria Ocampo, la argentina que tiene a Francia como su segundo hogar. Ella tiene once años más que él y según las cartas que descubre Baños Orellana no se trató de una relación platónica. El 20 de enero de 1930, Victoria Ocampo le escribe a Angélica, una de sus hermanas: “Me quedé en cama ayer. Jacques Lacan me limpió la garganta con un desinfectante maravilloso. Ya no me incomoda pero tengo resfrío en la nariz”. El 7 de febrero de 1930 Victoria le envía otra carta a Angélica en la que cambia el tono: “Nos peleamos diariamente y a cada rato tomo la resolución de no verlo más. Pero como Jacques no tiene reemplazante que se le asemeje, lo sigo viendo. Pensábamos ir a Chartres este domingo, pero acabo de tener una discusión con él por teléfono y creo que no iremos”.

Aunque la relación resultó tormentosa, las huellas que ha dejado para la posteridad merecen cierta atención. En Villa Ocampo de San Isidro se encuentran dos seminarios de Lacan, ambos firmados el 21 de marzo de 1975 en París. Uno es Encore y la dedicatoria dice: “Que raro que nos encontremos hoy, Victoria”. El otro es Les écrits techniques de Freud y sostiene: “Victoria, amor mío, te dedico esto…”. Curiosamente, uno de los motivos de la ruptura entre estos dos intelectuales de carácter más que fuerte, fue la discrepancia que tuvieron frente a La voz humana, de Jean Cocteau. Parece que Lacan estaba fascinado con la obra y que para ella era un bodrio insostenible. Las verdades del amor sólo las saben los amantes. Tal vez por eso no es tarea sencilla descubrir para el lector de La novela de Lacan qué páginas corresponden a la investigación rigurosa que propone el libro, y cuales forman parte de la ficción que viene a cubrir ciertas zonas desconocidas de la vida y los sentimientos de Lacan.

De lo que no caben dudas es del interés de Victoria por Lacan. Roger Callois, que mantuvo una relación sentimental importante con la autora de los Testimonios, narra que en 1945, durante una conversación entre caballeros, Lacan le confiesa que la relación con Victoria Ocampo lo volvió consciente de su propia inflexibilidad. Callois permanece exiliado en la Argentina durante toda la guerra, pero ni bien regresa a París recibe el recado de Victoria de ubicar a Jacques Lacan. Cuando esto ocurre, Callois le escribe a Victoria: “Ayer cené en lo de Lacan. Me hizo muchas preguntas sobre ti. Deplorando el choque de caracteres entre ambos, que habría arruinado las perspectivas de un entendimiento agradable. Se lamentó de no haber sido flexible. A mí me pareció muy presuntuoso”. Quizá lo que ocurría entre Victoria y Lacan esté sintetizado en otra de las cartas de ella a su hermana Angélica, fechada el 7 de febrero de 1930: “Lacan es muy extraordinariamente inteligente, pero de carácter intolerable –peor que Drieu a pesar de ser totalmente distinto”.

La biografía de Elisabeth Roudinesco, la única que existía hasta el libro de Baños Orellana, muestra a un Lacan mujeriego y poco indulgente con las mujeres. El feminismo y la inteligencia de Victoria Ocampo debe haber sido todo un desafío para él, acostumbrado a ganar batallas intelectuales desde muy joven.

Si a esta altura el lector piensa que La novela de Lacan, de Jorge Baños Orellana, se dedica únicamente a describir los pormenores de la relación de Lacan con Victoria, conviene advertirle que de ninguna manera es así. Lo que hemos hecho no es más que un recorte caprichoso sobre un libro que enfoca a Lacan en años decisivos para su vida. Es el tiempo en el que Lacan se convierte en Lacan. Ya no es el médico de un hospital psiquiátrico en formación. En unos pocos años se transformará en agudo lector de Joyce, en compañero de ruta de los surrealistas, en estudioso de la zoología y la paleontología, en amigo y rival de Georges Bataille y en el portador de cierto entusiasmo sobrehumano que pronto lo convertiría en un revolucionario del psicoanálisis y del pensamiento. No es casual que el libro de Orellana comience con un pensamiento extraído de Las metamorfosis, de Ovidio: “El espíritu me empuja a hablar de cómo mutan los cuerpos a formas nuevas. ¡Oh dioses!, siendo vosotros los que habéis transformado, inspirad mi tarea”. Baños Orellana pone su mirada lúcida en un hombre que todavía no era el que dictaba seminarios magistrales a los que acudían intelectuales de diversas disciplinas. El Lacan de Orellana se ubica unos años antes de la excomunión de la Asociación Psicoanalítica Internacional y del suceso de un pensamiento que no ha dejado de crecer, aún después de la muerte de Lacan, en 1981. El cuerpo de Lacan es ahora el cuerpo de su pensamiento, robusto y vital como siempre.

 

Fuente: Télam

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