Hanami, la floración de los Sakuras

La tradición japonesa “hanami” se sigue celebrando cada temporada de cerezos; un acontecimiento que parece fantasía.

 

3490498039_f2f32df9d2Foto: Kirai

 

Como un oleaje, cada enero los cerezos japoneses florecen en Okinawa, pasan por Kioto y Tokio y llegan a Hokkaidō alrededor de marzo. La estación de los sakuras recorre el archipiélago de sur a norte, y con ella la antigua práctica llamada hanami, que refiere al hábito de hacer un picnic bajo un árbol de cerezo en flor.

La costumbre “hanami” estaba originalmente limitada a la elite de la corte imperial, pero pronto se expandió a la sociedad samurái y, para el periodo Edo, también a la gente común. Durante su corto lapso de floración, los pétalos de los sakura caen como espuma blanca sobre las avenidas, los parques y las personas que se reúnen bajo ellos para celebrar la belleza. Familias y grupos de amigos, obreros, indigentes y niños se dejan ver en el parque Ueno, en Tokio (uno de los lugares predilectos de los civiles), en plena contemplación de su tesoro medioambiental.

La importancia de hanami es la –casi olvidada- conmoción que viene de la observación meticulosa. Las personas que acuden a la cita están conscientes de la relación metafísica que existe entre la belleza impermanente de los árboles y la existencia humana. Cuando se mete el sol, cientos de jóvenes comienzan a tomar fotografías con flash de las ramas en contraste con el negro, mismas que suben inmediatamente a la red en un afán de expandir la experiencia estética ad infinitum. En la temporada de sakura, la contemplación es la conservación. Los árboles siempre estarán sanos gracias a que Japón considera que la belleza es un fin en sí mismo, y nadie piensa que es extraño que un citadino detenga su paso para tomar una rama de sakura e inhalar su apenas perceptible aroma. Así, la importancia de la apreciación botánica también es un acto político; es una mezcla de información cultural y medio ambiente. Para los japoneses, la temporada de árboles de cerezos es propiamente entendida como la transitoriedad de la vida humana.

 

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Hanami es de las pocas celebraciones populares que conserva su inocencia y es seguramente la más estética y onírica de las experiencias comunitarias. Al reforzar nuestros valores ambientales, Sakura es un recordatorio de que somos el medio ambiente de los demás. Somos simbiosis con lo que nos rodea. Y el quien atienda a un hanami alguna vez en su vida se dará cuenta que, más allá de la impermanencia de la espuma blanca y rosa, la experiencia es perpetua.

 

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