Dispositivos indispensables

 

Por Juanjo Fernández Torres

  mascaras en calle   Corría el primero de febrero y era sábado, día de descanso para algunos y de guardar resaca para otros. Para mí era día de El Comercio, por lo de la revista Somos y los artículos interesantes que, muy de vez en cuando, publican. El ejemplar del primer fin de semana vino sin novedad en el frente, papel para reciclar de inmediato. Por su lado, las páginas principales del diario siguían buscando 99 pies al ciempiés con lo del fallo de La Haya, que triángulos marinos y terrestres, que el hito y la concordia, que todo les da vueltas, todo les da vueltas. Llegué a la página A14 donde publicaron un artículo, sin firma ni auspicio, con toda la credibilidad que puede tener el decano de la prensa peruana: «Estos dispositivos son indispensables para realizar las labores escolares y universitarias en la actualidad» refiriéndose a 5 aparatejos tecnológicos que recomiendan efusivamente, fotos y modelos incluídos, con frases deliciosamente mercaderas, mismo comercial pero sin logotipo.

     Vaya. A la larga lista de libros y cuadernos que los colegios obligan a comprar a las familias, habitantes de un país con ingreso mínimo legal de US$ 268 mensuales, para enrolar a sus retoños en otro año de la educación peruana, la peor del mundo (nunca olvidaré el resultado PISA). Para los anónimos expertos del decano de la prensa, libros, cuadernos, multimedia y Google dejaron de ser suficientes. Nuestros párvulos deberán ahora recurrir, según ellos, al uso de una laptop híbrida de US$ 1,800 para encontrarle el jugo a la vida de los seres, adicionar una tablet de US$ 600 para ser testigos de la formación de las galaxias, guardar sus más logrados retrueques literarios en una memoria USB Angry Birds de US$ 18, encontrar las coordenadas de sus sueños con un económico Smartphone de US$ 690, y rolar el plano paralelo de su imaginación con la ayuda indispensable de un scanner portátil de US$ 180. Total de los cinco imprescindibles aparatitos: US$ 3,288, o sea 12 sueldos mínimos, feliz coincidencia.

 

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