Los bordes del incesto

Por Francisco Traver Torras

Carl Gustav Jung fue uno de los discípulos mas aventajados de Freud. Y tal vez el único de sus discípulos que era psiquiatra y que tenia una carrera hospitalaria convencional como el resto de los médicos nada menos que en el Hospital Burgholzli en el servicio de Eugen Bleuler a quien debemos el término “esquizofrenia” que ha llegado hasta nuestros días y que sustituyó a la más antigua “demencia precoz” de Emil Kraepelin.

 

carl-jungCarl Jung

 

Es por eso que Freud lo eligió como su sucesor y -por decirlo así – promocionó convocando grandes celos en sus otros discípulos.

Uno de los primeros pacientes de Jung fue Sabina Spielrein, una judía rusa que presentó de adolescente severos síntomas psiquiátricos, que muy probablemente -y a juzgar por su evolución- debían ser histéricos, aunque el diagnóstico de Jung no termina de estar claro.  Lo cierto es que Bleuler la diagnosticó de esquizofrenia.

El caso es que Sabine era, al parecer, una muchacha despierta e inteligente que terminó haciéndose médico, casándose con un colega con el que tuvo dos hijos. Se hizo psicoanalista y terminó por analizar al propio Jean Piaget, un destino y una evolución que encajan bastante mal con el diagnóstico de esquizofrenia.

Para quien quiera saber la historia completa, sus dimes y diretes puede leerla aquí.

Si he elegido este caso es para ilustrar con un ejemplo del mundo de la psiquiatría uno de los debates más antiguos que existen en nuestra disciplina sobre esta pregunta:

¿Puede un psiquiatra (o psicólogo) mantener relaciones amorosas o  sexuales con sus pacientes?

 

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Fotograma de la película Un método peligroso (The talking cure) que narra la historia de Jung y Sabine

 

La misma ecuación puede trasladarse a profesores-alumnos y seguramente a jefes y empleados, aunque con más probabilidad el lector sabrá reconocer el tabú  entre las relaciones médico-paciente o entre las de profesor-alumno que en las demás.

¿ A qué se debe esta idea? ¿Por qué preservar las relaciones médico-paciente y no las relaciones entre jefes y empleados, por ejemplo?

En el caso de profesores-alumnos seguramente podríamos apelar a la minoría de edad del alumno frente al profesor y en el caso del psiquiatra frente al paciente a aspectos transferenciales. Esto es lo que sostuvo Freud cuando decía que era bastante normal que los pacientes se enamoraran del psiquiatra, pero que no era tolerable que el psiquiatra correspondiera a este amor. Al mismo tiempo el propio Freud sostuvo que era precisamente el amor de transferencia el motor del cambio y de la cura.

Dicho de otra manera: el paciente se curaba por amor, siempre que no fuera correspondido.

¿Qué quiso decir Freud?

Sobre el amor de transferencia ya hablé aquí en este post sobre Poros y Penia, pero volveré de nuevo sobre un aspecto de la cura psicoanalítica: el amor de transferencia es una proyección que el paciente realiza con su terapeuta y que es un resto de su sexualidad infantil, se trata de una reminiscencia que se activa en la cura analítica, sería por tanto una transgresión incestuosa si el terapeuta se aviniera a cohabitar con sus pacientes precisamente cuando están reviviendo los intensos afectos de su infancia sobre su figura.

Esta es la idea de Freud, que como vemos es muy discutible, primero porque no está demostrado que exista esa transferencia como reedición de la sexualidad infantil, segundo porque tampoco está aceptado que exista una sexualidad infantil tal y como Freud la describió, tercero porque parece excluir a todas las relaciones que no caen en el campo de la transferencia ¿en el caso de un dentista sería más tolerable que en un psiquiatra o menos?

El caso es que dijera Freud lo que dijera, entre Jung y Sabine parece que hubo algo más que interés científico del analista por su paciente, algunos sostienen que hubo relaciones sexuales entre ellos, otros que solo un escarceo amoroso y otros, los más cautelosos, que hubo una sobreinvolucración de Jung con su paciente.

Hubiere lo que hubiere entre ellos está claro que causó una gran mella en el espíritu pulcro y beato de Jung y que le causó grandes dilemas morales y remordimientos -de esa clase que suelen resolverse casi siempre cargándole la culpa al otro-, en este caso a la mujer. Existen al menos dos cartas dirigidas a Freud donde Jung pide consejo al maestro sobre el asunto y una desgarradora carta de la esposa de Jung a los padres de Sabine pidiéndoles que se la lleven con ellos a Rostov, ciudad de la que eran vecinos y la separen así de su esposo.

A pesar de las dificultades de Jung para desembarazarse de Sabine, es también cierto y no podemos negar, que Sabine se curó de su dolencia fuera la que fuera, lo que parece darle la razón a Freud de que los pacientes neuróticos se curan por amor,  y es que no solamente se curó sino que le siguió en la elección de su carrera profesional, estudio medicina y después se hizo psicoanalista, algo que parece chocar con la idea que algunos autores han difundido sobre los supuestos abusos de Jung a su cliente.

Los que leyeron el post sobre Poros y Penia que más arriba recomendaba ya sabrán cual era la teoría de Jacques Lacan sobre la transferencia y también la de Platón explicitada en El Banquete, que fue el texto que utilizó Lacan para su seminario acerca de la transferencia. Al parecer Sócrates también fue tentado por Alcibiades como Jung por la belleza y el atractivo de Sabine.

Escribía entonces:

«Platón pone en El Banquete, en boca de Sócrates, una frase que resume esta tensión entre Poros y Penia, entre Eromenos y Erastés, entre sujeto y objeto. Y lo hace a propósito de un diálogo entre Alcibiades y Sócrates: en él puede percibirse como Alcibiades ambicioso de saber y celoso de Sócrates se propone llevarlo a un callejón sin salida a través de la mayéutica. Para ello dispone un plan de seducción y se propone como amante de Sócrates, a lo que éste responde:

Tu quieres cambiar el oro de tu saber por el cobre de mi ignorancia.»

 

Dicho de otra manera Alcibiades pretende situarse como Erastés ubicando a Sócrates como Eromenos, se trata de la tópica de la Falta, de la lógica de la suspensión del vacío. Alcibiades atribuye a Sócrates todo el saber y pretende apropiarse de él, Sócrates le dice la verdad: “que el saber está en él”, pero probablemente no lo sabe aún. Renunciando a esa ubicación Sócrates le da a Alcibiades una suprema lección moral, ética y metafísica, también psicológica.

 

Donde vengo en admitir que los psiquiatras no deben enamorarse de sus pacientes si quieren sobrevivir y pretenden seguir curándoles, pues precisamente en el párrafo anterior planteo cual es el juego que se juega en una psicoterapia.

Un juego de poder.

Sin poder -o mejor dicho sin asimetrías en las relaciones de poder- es imposible curar, educar, enseñar o dirigir a nadie.

Un juego que viene definido por reglas que están en el propio encuadre: uno que no sabe y otro que sabe, uno que carece y otro al que le sobra (como en Poros y Penia),uno que es exceso y otro déficit, uno que ama y otro que debe dejarse amar, uno que es sujeto y otro que es objeto.

En todas las relaciones asimétricas humanas existe un juego de seducción que busca sobre todo el poder del otro (lo que el otro tiene o lo que el otro es), el teatro de la depredación exige condiciones bien pactadas y a veces sucedes espontáneamente en la vida real pero en otras ocasiones no tenemos más remedio que aceptar que nos vienen impuestas por ciertos encuadres como sucede en los ambientes laborales, el ejército, la enseñanza, la relación psicoterapéutica o la propia familia.

 

Lo que sucede es que el principio de autoridad en que se basa cualquier relación asistencial se resiente cuando se cede o se fuerza el vinculo hacia lo sexual. Lo simbólico deja de serlo en el momento en que dejamos de ofrecer resistencia o socavamos la confianza del otro con peticiones intempestivas.

 

Protagonistas de The talking cure

Protagonistas de The talking cure

 

The talking cure” es una película que se estrenó en 2011, basada en una obra de teatro, en donde cuentan -e interpretan- los vericuetos de esta historia oscura del nacimiento del Logos, del amor y del sexo entre Jung, un megalómano dotado de un Ego tan grande como un transatlántico; Sabine Spielrein, una mujer probablemente excepcional; y del mismísimo Freud mediando en esta historia pasional.

 

 

 

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