El Siglo XXI, ¿Tiene estructura de ficción?

La psicoanalista francesa Carole Dewambrechies-La Sagna autorizó a esta agencia la reproducción de un texto sobre la novela Una mirada en la oscuridad, de Philip K. Dick, donde el novelista estadounidense retrata con ferocidad el universo psíquico de los adictos y cómo la sociedad no deja de producirlos.

 

Dewambrechies La-Sagna es miembro de la Escuela de la Causa Freudiana (ECF) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), cuyo IX Congreso Internacional empieza en París en pocos días más.

 

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Por Pablo E. Chacón (Télam)

Este es el texto:

“Lacan, en el Seminario sobre “La identificación”» alaba las Crónicas marcianas de Ray Bradbury, publicadas en 1950 por Doubleday, al mismo tiempo que Los fundamentos aritméticos de (Gotlob) Frege. Elegí otro autor de ciencia ficción, quien también fue publicado en Doubleday en 1977, para introducirnos a la cuestión de lo real del síntoma en el siglo XXI. Ese autor es Philip. K. Dick y su libro, Una mirada a la oscuridad, publicada en castellano por Minotauro.

“En 1973, Dick, comienza su redacción, le tomará cuatro años. Confiesa que será el primer texto que escribe without speed (sin anfetaminas). Acaba de salir de una cura de desintoxicación.

“Bob Arctor, el personaje principal de la novela, es un empleado de Blue Chip Redemption Stamp Center en Placentia, donde, según sus amigos, pintará estampillas. Pero en realidad se llama Fred y es un agente secreto encargado de encontrar a los más importantes vendedores de sustancia muerta, una droga que destruye el cerebro.

“Para ello debe infiltrase en el lugar. Entonces vive en un cuchitril con Ernie Luckman y Jim Barris, cuya preocupación esencial es procurarse la droga. Nuestra felicidad es cuando sabemos que tenemos las tabletas.

“Fred, como sus superiores, lleva un traje abigarrado. Un traje abigarrado es un traje hecho de  imágenes fragmentas de diversos individuos que cambian constantemente y arruinan toda posibilidad de identificación, haciendo de aquel que lo lleva un abigarrado, casi un garabato. Él es quien está a cargo de espiar, justamente, a  Arctor, quien podría estar implicado en el tráfico de información. Watergate está en su apogeo entre 1972 y 1974.

“Las identidades múltiples, permutables, sus trazos disimulados por una permutación frenética, el desdoblamiento del ver y del ser visto están en correlación en la novela con lo que podríamos llamar, más que la declinación del Nombre del Padre, el olvido del nombre propio, constitutivo de alguna manera de la psiquis de aquel que toma sustancias.

“Este punto es puesto en la escena al principio de la novela : al dejar Charles Freck a su compañero Jack Fabin, cursando una versión agravada del síndrome de Ekbom ligado a su adicción, para buscar sustancia muerte, le surge bruscamente una representación angustiosa llamada ficción secuencia.

“Desde los 70, es la sociedad la que se vuelve adictiva. Bajo el efecto del discurso capitalista, la adicción se convierte, a medida que se suceden la caída de los ideales, el lazo privilegiado al objeto. Jacques- Alain Miller lo decía recientemente en una entrevista a la revista Le Point:  El modelo generalizado de la vida cotidiana del siglo XXI, es la adicción. El uno solo goza con su droga.

“La conferencia de Lacan en Milán precede por poco a la novela de Dick : No  se trata de que les diga que el discurso capitalista es débil, por el contrario es locamente astuto, ¿no? Locamente astuto pero consagrado a estallar (…) basta con que funcione de maravillas, no puede funcionar mejor, pero justamente funciona muy rápido, así se consume, se consume hasta extinguirse, dice.

“Una mirada… trae la narrativa de esta sociedad de toxicómanos buscan su propia ruina, que consumen su vida consumiendo su propia materia gris. El abuso de las drogas no es una enfermedad. Es una decisión del mismo tenor del que cruza la calle frente al auto que viene a toda velocidad, dicen los psicoanalistas y neurocientíficos Francois Ansermet y Pierre Magistretti.

“Pero el discurso capitalista también viene a toda velocidad y la elección surge como forzada en el siglo XXI. La tableta es el partenaire-síntoma privilegiado. Es notable como la novela subraya que no se trata de una búsqueda desenfrenada del goce, de una búsqueda del plus de goce. Por el contrario, se trata de un proceso que se reitera sin cesar para que cese el displacer.

“El tóxico permite una identificación respondiendo a la pregunta: ¿quién soy, dónde, qué destino?, al mismo tiempo que acentúa y agrava la desidentificación. Lo testimonia la escena de Freck imaginando ser detenido por la policía en donde el acordarse de su nombre propio le vale sólo para no tener problemas con la policía.

“Ansermet y Magistretti: En la adicción a sustancias, las adaptaciones a largo plazo se dan en base a mecanismos de tolerancia y de dependencia que hacen pasar un comportamiento impulsivo a un comportamiento compulsivo. Es decir, la descarga de excitación, que en principio produce placer, se esfuma con el tiempo mientras que el displacer se amplifica.

“El cuerpo dickiano es líquido, sólo puede identificarse gracias a la sustancia. En Confesiones de un artista de mierda, describe así la relación al cuerpo de Jack Isidore: me constituyo en agua. No se ve porque la retengo. Mis amigos son como yo. Todos. Tenemos que evitar que el piso nos absorba conforme lo pisemos, aunque tengamos que ganarnos la vida también. Pero es peor aún: en ningún lugar uno se siente en casa.

“Para ese cuerpo líquido que no se sostiene en ninguna identificación, sometido a una permutación de imágenes del cuerpo impidiendo captarse en una sola, acaso ¿no constituye la sustancia un punto fijo? La sustancia muerta es el punto alrededor del cual gira la vida, más allá de que el sujeto sepa quién es o a que se parece. No hay necesidad del Nombre del Padre, no hay necesidad de imágenes o de ideal. La tableta es lo que se debe buscar y saber que se la posee. Esa es la felicidad.

“Arctor está acabado. Sus trastornos de la memoria son cada vez más importantes. Cuando es Fred olvida que es Bob y duda de la actividad de éste. Los tests que la policía, en tanto agente, le hacen pasar, lo prueban: con el uso de sustancia muerta se han destruido las conexiones entre hemisferio derecho e izquierdo.

“Como es probable que las lesiones sean irreversibles, Arctor se interna en un centro de reeducación por tiempo ilimitado. Allí aprovecha para preguntar a los psicólogos cómo tendría que hacer con la mujer que ama. Porque no sabe qué hacer. El psicólogo dice: Regálele flores, esas lindas flores que se encuentran ahora en todas partes.

“En el centro de desintoxicación también se trata de separar al sujeto de sus identificaciones (esta vez como toxicómano). Se le retira la ropa, se le cambia el nombre. De aquí en adelante, Arctor será Bruce. Después de algunos meses será enviado a una granja a cultivar plantas.

“Así, encuentra entre esas plantas la flor azul disimulada entre las espigas de maíz. Cantidades enormes de flores azules. Pero esa flor es la que permite la síntesis de sustancia muerta. Arctor la recoge, a escondidas de sus guardias, la pone en su zapato para poder dársela a sus amigos el día que pueda salir.

“¿No será la sustancia, para el sujeto desidentificado del siglo XXI, la que le otorga ese punto de anclaje fijo a la pulsión y un cuerpo, aunque ese cuerpo se consuma tomado por el Otro, sus cálculos y  producciones?

“¿No es notable que sólo haya adicciones de aquello que produce el Otro? Es lo que muestra Dick, que de este tema conocía mucho e hizo de eso el centro de la sociedad de consumo del presente y de la que vendrá

 

 

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