«Marea», por Vicente F. Hurtado

Marea

Vicente F. Hurtado

En el año 2052, los gobiernos más influyentes del planeta —con La República Popular China al frente—, decidieron mandar a la Luna flotas de transbordadores cargados con residuos no reciclables, para remediar la la situación de acumulación de basura en el planeta.

Una década después, empresas privadas comenzaron a ofrecer sus servicios de limpieza de basura a países y grandes multinacionales. Al poco tiempo, todas las grandes ciudades tenían lanzaderas de las que partían, a diario, naves cargadas con basura con destino a la Luna. Una vez que llegaban, descendían hasta quedar a una altura de unos cien metros del suelo lunar y abrían las compuertas de las bodegas soltando su carga.

A finales de la década de los setenta, el satélite terráqueo tenía un anillo parecido al del planeta Saturno. Fue entonces cuando varios científicos advirtieron sobre las variaciones que estaban sufriendo las mareas. No se les hizo caso y se les llamó «catastrofistas». La gente era feliz mientras la basura no estuviese cerca de sus casas y el transporte de residuos se había convertido en uno de los negocios más lucrativos de la historia de la humanidad.

En el año 2085, el anillo que rodeaba la Luna había triplicado su anchura y espesor. Biólogos certificaron mutaciones en varias especies marinas y cambios drásticos en las costumbres de las pocas especies de grandes cetáceos que quedaban. Pero las empresas que explotaban la Luna como basurero eran más poderosas que muchos de los países del mundo y se continuó con los vertidos.

El tres de agosto de 2090, Mariña —una joven gallega que vivía del cultivo de algas—, salió de su apartamento y fue hasta la playa de las Catedrales en la hora de la bajamar. Se acercó a la orilla, se desnudó, miró el océano y entró en el agua. La sangre de su cuerpo siguió el camino de la masa de agua marina y se dejó arrastrar por el influjo de la Luna y su anillo artificial.

Ella fue la primera.

Sobre el autor

No es escritor, pero intenta serlo. Aunque por el camino vaya perdiendo la cordura. Tiene un blog, Abrumado 2.0, en el que, entre espasmos de realidad, suelta suspiros de alivio en forma de letras.
Ha de confesar su adicción a la Escuela de Fantasía y a la Dragona que allí reina y habita. En uno de los cursos de esta escuela —en el Microtaller de Ciencia Ficción— nació el relato «Marea»..

© Foto de Rafa Turnes.

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