Laura Noguera: ¡Viva la vida y el mezcal!

Por: Gloria Serrano Solleiro

@gloriaserranos

“Detrás de la lluvia azul…madera y coco,
detrás de aquel monte gris…emerge un pueblo;
fusión de olivo y mazorca…en noche triste,
casta madura y maciza, voz y sudor”.

Una melodía se me atraviesa pertinaz al momento de comenzar a escribir estas líneas. Se trata de “Tierra mestiza”, una de las composiciones más bellas de la música latinoamericana dedicada a la tierra, obra del compositor y guitarrista Gerardo Tamez. La escucho y su cadencia toca mi memoria, haciendo que paisajes diversos de nuestra geografía nacional regresen como el eco y se queden rondándome el pensamiento por unos momentos. No podría ser de otra forma, más sabiendo que en esta ocasión he de llevarlos a través de la palabra a conocer un largo destilado de sabiduría cuyo origen es precisamente la tierra, los campos mexicanos.

Las fantásticas sincronicidades que nos ofrece la vida me permitieron conocer a una verdadera embajadora de México, quien esta vez cruzó de un continente a otro para convidar su amor por un producto de gran solera a todos los asistentes al Fòrum Gastronòmic, el congreso y feria que se realiza anualmente alternando las regiones de Galicia y Cataluña y que en esta ocasión tuvo como sede a Barcelona, la misma que se convertiría en una especie de ciudad-talismán para el Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz. Hasta esta espléndida ciudad contenida por el mar llegó Laura Noguera, una mujer que se define a sí misma como activista cultural del agave, maestra tlachiquera y amante del mezcal. Lala, como la conocen los amigos que ha sabido regar por diversos lugares, es una apasionada promotora de esta bebida insignia de la cultura prehispánica, que ahora goza de gran popularidad en restaurantes, bares, discotecas y prácticamente en cualquier centro de reunión dentro y fuera de México.

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Para escuchar a Lala es necesario abandonar la prisa antes de comenzar la conversación, porque lo que ella nos ofrece es un verdadero coloquio sobre el sabor de un pueblo, el olor de una tierra, las raíces profundas de una cultura y la huella que han dejado. Para esta servidora de Mayáhuel (“diosa mexica del maguey” en náhuatl), esto y más representa el agave que, como me explica, es el nombre que el naturalista sueco Carlos Linneo dio al maguey, planta con la que se produce el mezcal y que en griego significa “noble o admirable”:

Agave, pita o maguey es lo mismo, son los nombres que recibe; a mí me gusta decirle maguey. Y en verdad es admirable que de esta planta se saque fibra para hacer vestidos, que se utilice en la construcción (las pencas se usan como techos, para tejabanes), que sirva de abono, si las pencas se cortan y tiran al suelo, funcionan como una composta que es muy rica; que se obtenga miel de agave y aguamiel. Y ahora también se obtiene inulina, que además es un excelente componente o aditivo que se saca de la biomasa para disminuir el nivel de contaminantes de las gasolinas. El agave tiene muchas ventajas, muchas virtudes. Pero más que eso, es una obra de arte hecha por las manos de artesanos y de comunidades que desde la antigüedad lo usaban en ceremonias religiosas, de funciones o para bendecir al campo. Por ejemplo, cuando iban a cosechar y comenzaban a mover la tierra, la regaban con mezcal para que la abundancia llegara y la tierra produjera buen maíz. Como te darás cuenta, el mezcal tiene una relevancia cultural, nos habla de un sincretismo y de que todo está ligado al espíritu, a las deidades, a los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua. Ahora imagínate las puntas del mezcal. Cuando llueve los rayos caen sobre ellas sin quemar a la planta, es una energetización impresionante.

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Sin hacer una mínima pausa, Lala dirige esta charla entusiasmada, cual niño al que se le pregunta si se ha divertido en su visita al zoológico. No hace falta interpelar, sin regateos me explica la profunda relación que esta planta, de robustas y carnosas hojas bordeadas por espinas, guarda con los rayos del sol, su principal fuente de vida. Porque han de saber que el agave, además de ser admirable, requiere como todas las cosas buenas en este mundo, de tiempo. Su crecimiento es pausado y su maduración tarda casi diez años, después de los cuales florece una sóla vez y muere tras brindarnos su fruto:

Yo le digo a la gente: recuerden que el agave para transformarse en mezcal, tuvo que ofrendar su vida. La vid no. La vid produce y produce, con los cuidados necesarios puede producir cosechas dos veces al año; en cambio el agave ofrenda su vida para que podamos tener esta bebida. Su valor también está en relación a que la planta se debe dejar crecer de 4 a 12 años, dependiendo su tipo, antes de que pueda cortarse, estamos hablando de un proceso de vida; son muchos años en los que la planta es bañada por los rayos del sol. Como activistas, lo que queremos es precisamente conservar estas tradiciones, que los productores mantengan su técnica tal cual y que no llegue alguien a querer firmar un contrato de exclusividad y los obligue a producir más de lo que ellos pueden, porque así los mismos productores alteran sus procesos para poder cumplir con la producción requerida. “Échale más agua al caldo para que rinda”, como se dice coloquialmente. No, hay que entender que todo esto involucra eslabones en una cadena productiva que empieza desde la planta. Si no hay planta tampoco hay pulque, ni tequila, ni mezcal, ni raicilla, ni sotol, ni tusca, ni hay refino, que son otras variantes. Y bueno, el mundo globalizado está influyendo en los métodos artesanales de producción del mezcal, entonces hay que luchar por conservar todas estas tradiciones.

Lala lleva siempre el sabor a México en su boca. Amar el suelo y sus frutos es algo que aprendió gracias a su familia, heredera de otra noble tradición representada en la figura  del maestro tlachiquero, la persona que se dedica a extraer el aguamiel del maguey para fermentarlo y obtener la bebida que conocemos como pulque, esa a la que hace referencia un viejo dicho popular: “agua de las verdes matas, tú me hieres, tú me matas, tú me haces andar a gatas”:

Si tu primera experiencia con un pulque baboso es mala, jamás lo vuelves a tomar. Pero si te tomas un pulque realmente natural, que no está muy condensado ni fétido, entonces la experiencia va a ser agradable. Igual es con el mezcal, si tú lo tomas disfrutándolo, paladeándolo, la forma de verlo cambia. ¿Quieres probar un mezcal?, pues empieza con un mezcal artesanal de los que se producen en distintas comunidades. En las catas lo que hago es ofrecer mezcal desde los 40 a los 55 grados de alcohol, para que la gente vea cómo al ir subiendo de graduación también van cambiando los sabores, hasta que son ellos mismos quienes lo reconocen y me dicen “esta marca es industrial”. Así es como se educa tu paladar. La idea es que al salir de una cata, al vivir la experiencia, sepas lo que te vas a tomar y aprendas a diferenciar entre un buen mezcal y uno mal hecho.

Tú tienes la opción, para todo hay mercado. Para mí lo más importante es que la gente sepa que detrás de una botella está el rostro de una persona que cuidó, que sembró, que cortó y que procesó lo que tú te estás tomando. Y que para eso intervinieron los diferentes tipos de agaves, las familias que lo producen, las cosechas y los climas de cada región, hasta que llegó a tu casa donde estás cómodamente disfrutándolo. Mira, la experiencia en Barcelona fue emocionante. La gente se amontonaba, hacían fila para que les explicara el proceso de elaboración y cómo debían degustar el mezcal. Yo les decía que los iba a enamorar y ellos me preguntaban “Pero, ¿cómo Maja?, ¿cómo es que tú me vas a enamorar?”. Y les respondía: los voy a enamorar con el mezcal, para que lo hagan suyo. Lo que busco es que dentro de su selección de bebidas, que puede ser un scotch, un brandy, un ron y una cerveza, incluyan al mezcal. Porque así, como al tomar estas bebidas ayudan a Cuba o a Puerto Rico, también pueden ayudar a México tomando mezcal, porque están contribuyendo a la sustentabilidad económica del producto y preservando una tradición. De hecho cuando hablo del mezcal o del pulque, le digo a la gente que esto no es moda, que es tradición. Que lo quieran ver como moda es muy diferente, que las marcas quieran aprovecharse de ello es otra cosa, pero se trata de una tradición ancestral, de 388 años y que constituye parte de la identidad de las comunidades de 24 estados de la República Mexicana. 

Impaciente, Lala se levanta de la silla para tomar un mapa y mostrarme un mapa del territorio nacional cubierto por pequeños puntos verdes que se encuentran desperdigados de lado a lado y que en su conjunto, forman una gran mácula verde:

Todo lo que ves son agaves, menos en Baja California. Toda la República Mexicana está llena de agaves destilables. Para el Tequila se utiliza sólo una planta, el mezcal en cambio tiene 40 o más variedades. El Tequila por la región en que se produce tiene una sola denominación de origen; el mezcal cuenta con 7 denominaciones de origen que corresponden a 7 estados de la república: Durango, San Luis Potosí, Michoacán, Guanajuato, Oaxaca, Sonora y Tamaulipas, aunque en realidad son 24 los estados  productores. Las denominaciones de origen son todo un tema…

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Los productos elaborados por 150 mujeres indígenas de la costa de Oaxaca, en México, del Programa En Pro de la Mujer, también estuvieron presentes en el Foro Gastronómico Barcelona 2014, que en esta ocasión tuvo a este país como invitado.

Al mezcal no se le dan tragos, se le dan besos

Cuando lo sirvo, le digo a la gente que antes de tomarlo hagan mucha saliva. Luego, que lo huelan y después que le den un beso. Al mezcal no se le dan tragos, se le dan besos: Béselo, páselo por su boca y enjuáguese unos 4 segundos, entonces tráguelo, cierre los ojos y vaya poco a poco sacando el aire por la nariz. Lo que va a quedar es un olor ahumado y en la boca, todos los sabores. Su memoria sensitiva lo va a remontar a algún estado de su niñez, de su adolescencia o de su adultez. Al olor del tabaco de su padre, a la cocina de su madre…

Y eso sucedía, la gente verdaderamente me decía “es que a esto olía la cocina de mi mamá” o “me llevó a los campos en Valencia”. El mezcal lo que tiene es que nos regresa la memoria sensitiva que tenemos dormida. Porque nosotros estamos hechos de la tierra, sin importar si se es o no mexicano; este producto es propiedad de la humanidad, es un legado que yo vengo a regalar de México para el mundo. Durante la cata también les paso un video donde se muestra la producción de mezcal y al maestro mezcalero cortando el agave, entonces se enamoran más. ¡Aquí está el valor de México y de los campesinos productores!

El 80% de las marcas son artesanales y el 20% industrializadas; es decir que realmente ya no te saben más que a alcohol, aunque le pongan un gusano a la botella, eso lo único que ha hecho es un merchandising impresionante, favoreciendo la creencia de que el mezcal es excéntrico.

Se dice que poner un gusano de agave en el interior de las botellas de mezcal le aporta un toque distintivo; una práctica que se remonta a 1940 y que a nivel comercial ha logrado atraer la atención del mercado hacia esta bebida, aunque las voces más conocedoras afirman que en realidad se trata de una estrategia de mercadotecnia para disfrazar el sabor de un mezcal industrial mal producido. No puedo afirmar nada al respecto,  lo que sí me queda claro es que la vocación de Lala es de esas que sólo se pueden asumir con amor. El trabajo que desempeña por motu proprio se refleja en cada una de sus palabras, a través de las cuales intenta contagiar a otros o, al menos, sembrarles la cosquilla de la curiosidad por conocer el auténtico sabor del mezcal:

“…si vieras la cara de la gente cuando toma el mezcal; sus ojos se iluminan cuando descubren que sabe a chocolate, a mole, a vainilla, a manzana, a durazno. La gente dice que le explotó en la boca. Ahí es cuando sé que he cumplido, la satisfacción de la gente es tu mejor paga”

En el segundo caballito es cuando la gente comienza a encontrarle el sabor. Al principio es el choque de las papilas gustativas con un producto de 45 o 50 grados, que obviamente no es lo mismo a un vino de 12 o 14 grados o una cerveza que tiene entre 4 y 6 grados. Es un nivel de alcohol alto, pero también el sabor del agave está más enfatizado. Para disfrutarlo hay que degustarlo como se debe, no como Pedro Infante, de un sólo trago. Claro, el mezcal es más fuerte que el tequila, que sólo llega a 38 – 40 grados de alcohol, pero a un principiante no le vas a ofrecer un mezcal de 55 grados, sino uno de menor graduación y poco a poco comienzas a subir, para que puede hacer la diferenciación de sabores; entre mayor sea el grado, más sabor tiene al agave. Es mentira que te sabe más a alcohol o que te quema.

Para comprar un mezcal artesanal o tradicional, lo primero que tienen que hacer es fijarse en la etiqueta y ver el grado de alcohol. También debe aparecer el nombre de la planta, su proceso para transformarse en destilado, nombre del maestro mezcalero y población de origen. Es muy importante que tenga estos datos al reverso de la etiqueta de presentación de la marca. De esta manera vas a comprobar que te estás tomando un mezcal artesanal. Ya que lo abriste, hay que tocar el mezcal con los dedos y luego frotarlos sobre la mano. El mezcal debe dejarte en la piel un olor a tocino o ahumado, pero muy intensificado. Si no es un mezcal elaborado artesanalmente se va a evaporar y sólo va a oler a alcohol o a nada, porque no se trata de un mezcal auténtico. Para evitar la cruda o resaca se recomienda tomar entre cada caballito un cuarto de agua. Si haces este ejercicio, al siguiente día amaneces como si nada. La cruda es resultado de la deshidratación. El mezcal tradicional es 100% organoléptico por el proceso que tiene de horneado, cocido, fermentado y destilado. Se destila en ollas de barro o en alambiques de madera con capiteles de cobre o en alambiques de puro cobre o acero inoxidable. Esto es de acuerdo al estado de la república, cada uno tiene su tradición y refleja su identidad, la forma como sus antepasados lo realizaban y que ellos siguen hasta el día de hoy.

Como te comentaba, hay mezcales industriales, semi-industriales y artesanales o tradicionales. ¿Qué quiere decir semi-industrial o industrial? Pues que en su elaboración ya emplean máquinas. El tequila, por ejemplo, es entre comillas 100% agave, pero la Norma Oficial Mexicana dice que el tequila puede estar hecho de 53% de agave tequilano y el 47% restante de sulfatos de amonio, melasas o alguna otra azúcar que no sea de agave. Por eso las crudas son tan mortales, porque su proceso ya es industrial. La piña la meten en un autoclave para coserse y tarda 2 horas (cuando a la manera tradicional tarda 8 días y hay que esperar un día para que se enfríe); luego se fermenta con levaduras prediseñadas químicamente, entonces lo que te estás tomando es un producto industrializado que ya no tiene las propiedades que en sus inicios tuvo, porque lo que se busca es producir en masa. Claro que el proceso artesanal también se ha modificado un poco, por ejemplo, para cortar ya no se utiliza un cuchillo como antes, sino una jima; ya no transportan las piñas en burro, sino en una troca (camioneta), etc. Esto es lo que me gusta transmitir, porque al explicarlo cambia la percepción del mezcal y te dan ganas de tomarlo. También es necesario decirle a la gente que el mezcal no marida, esa es una propiedad exclusiva de los vinos. El mezcal es digestivo o aperitivo, no puedes comer un mole poblano y acompañarlo con mezcal.

Ahora sí detengo un poco la conversación para preguntarle sobre el “perlado” del mezcal, del que mucho se habla y que se produce al agitar la botella por unos segundos. De nuevo nuestra entrevistada se levanta de súbito en busca de su venencia, para mostrarme de manera práctica y con un singular destello de orgullo en la mirada, cómo se debe realizar este método de catación:

Fíjate, el perlado lo hacen los maestros mezcaleros para saber el grado alcohólico, no la calidad del mezcal. Mucha gente piensa que si no hace perlitas (burbujas) no es buen mezcal, ¡mentira! Lo único que te dice el perlado es la riqueza alcohólica. Los maestros vierten el mezcal en una jícara y con una vara o carrizo como esta, de aproximadamente 50 centímetros de largo y de 2 a 3 centímetros de diámetro, lo succionan y luego regresan a la jícara para ver el aperlado. Las perlas que se sostienen por más de tres segundos y son medianamente grandes, nos dicen que el mezcal tiene arriba de los 45 de alcohol. Si las perlas son pequeñas y desaparecen casi de inmediato, entonces el mezcal es de menor grado. Con eso los maestros mezcaleros hacen una rectificación del alcohol. A esto se le conoce como “venenciar”, porque la vara que utilizan se llama venencia, es una especie de popote o pipeta. Los maestros mezcaleros consumados te pueden decir el grado de alcohol de un mezcal con sólo mirarlo.

Por más que haya marcas, mercadotecnia y todo el boom tecnológico, no podemos olvidarnos de esta parte, de la jícara, de la venencia, de la planta. En el Foro Gastronómico le regalé una botella de agave arroqueño a una productora de cine y le dije: le estoy regalando esta botella con mucho cariño, es de México para usted. Pues hace unos días me envió una fotografía para mostrarme que ya se tomó casi la mitad de la botella. Me da mucho gusto, le dije y le conté una pequeña historia: Había una vez un agave que se llamaba arroqueño, que cumplió 15 años en su maduración y que un maestro cortó, procesó, horneó, sacó, machacó, fermentó, destiló, envasó, etiquetó y lo mandó conmigo hasta el otro continente. Así es como un producto de excelencia llegó hasta usted. ¿Se imagina todo el “trip” que pasó este mezcal para llegar a sus manos? La hice llorar.

Nunca nadie le había dicho lo que le dije. Finalmente hay que entender que un whiskey o un vino, pasaron por muchas manos para llegar a una mesa. Los maestros mezcaleros no saben de discotecas, de bares, de hoteles y elevadores… Si les pides que vayan a dar una plática se sonrojan, se cohíben y se les olvida lo que van a decir. Hay algunos maestros que sí se han animado a participar, pero son pocos. Muchos tampoco lo hacen porque hablan otra lengua y difícilmente dejan su casa, pero para eso estamos nosotros quienes nos dedicamos a transmitir de manera eficiente el conocimiento sobre el mezcal y el pulque.

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“Yo no vendo una marca, lo que quiero es ofrecerles una experiencia”

Fue por medio de la Secretaría de Relaciones Exteriores que Lala consiguió los apoyos necesarios para viajar a Barcelona, invitada por otro grupo de emprendedores cuya empresa, “Cultura Mezcal”, también está dedicada a la promoción, difusión y venta de la bebida artesanal tanto en España como en México. Debido al éxito de esta primera experiencia, Lala ya está gestionando otros proyectos para hacer sinergia con diversas organizaciones, entre las que se encuentra el Consejo Mexicano Regulador de la Calidad del Mezcal, A.C. con sede en Oaxaca, para llevar sus saberes a otros países. Sin embargo, como ella misma lo explica, esta tarea no es nada sencilla:

¿Cómo te explicas que haya 7 denominaciones de origen cuando son 24 estados los que producen mezcal? Eso es inaudito e irresponsable por parte de las autoridades. Lo único que esto genera es que estados que hacen muy buen mezcal como Puebla, Estado de México o Morelos, lo tengan que vender de manera clandestina. ¿Por qué Francia tiene tantas denominaciones de origen y todos salen adelante? Aquí lo que estamos viendo es un conflicto de poderes. Actualmente de toda la producción de mezcal el 80% se va a Estados Unidos, pero como ves, ya está entrando también al mercado europeo, así que van a tener que reducir ese 80% y mandar sólo 60% a Estados Unidos, 20% a Europa y el 20% restante para consumo en México. También ahora quieren impulsarlo hacia Sudamérica. ¿Qué necesitas? Meter más denominaciones de origen para poder abastecer al mercado mundial. Dicen que si no tienes denominación de origen, el producto se debe llamar destilado de agavaceae. Pero, a ver dime, ¿quién te va a comprar un destilado de agave? Definitivamente necesitamos cambiar de sintonía.

Lo que siempre he dicho, ¿por qué no se hace una declaratoria por parte del gobierno para que todo México sea territorio mezcal?, así no habría necesidad de una denominación de origen por estado, pero sí se contaría con Consejos Reguladores Estatales, sin necesidad de centralizar todo en Oaxaca, como sucede actualmente. Por otra parte, muchos productores venden su mezcal en la clandestinidad porque de otra forma tienen que pagar 53% de impuestos al gobierno federal. Imagínate entonces en cuánto tienes que venderlo. Hace poco salió a la venta una marca que vale unos 53 mil euros. Bueno, más que el contenido, lo que te cuesta es la botella, porque es de platino. Ya es un tema de arte…

Viendo todo esto, lo que tratamos es de concientizar mediante catas, degustaciones y ponencias – incluso en universidades- para que se retome el amor por nuestra tierra y se reconozca el valor de la gente, de los productores. Se trata de hacer mercado, de consumir local. “Haz México”, es como yo lo digo. ¿Qué es eso?, que consumas lo que se produce en tu país, lo tuyo.

Yo no vendo una marca, yo lo que quiero es ofrecerle a la gente una experiencia, la de una cultura que se está perdiendo, porque muchos maestros mezcaleros ya están cansados y no tienen a quien transmitir su conocimiento. Sucede que sus hijos no quieren dedicarse a la tierra y prefieren irse a arriesgar la vida a Estados Unidos o incorporarse al comercio informal o al narcotráfico. Entonces esto también genera desintegración familiar. Yo siempre digo que al consumir este producto, lo que están haciendo en detener la migración, evitar que las familias se desintegren, que vendan sus tierras o las pongan al servicio de los narcotraficantes.

Es toda una gestión, una movilización de ideas, de cultura, de valores que no comprendemos quienes vivimos en la ciudad. La gente del campo tiene que pasar por muchos baches. Si llueve como lo hizo este año no pueden destilar, porque los días de sol son esenciales para que la planta pueda fermentarse. Los maestros mezcaleros cuidan todos estos detalles. Una vez cocida, la machacan y la ponen en tinas de madera o de piedra al piso con agua de río y en horas empieza a fermentar. Los maestros, que son tan sabios, escuchan el burbujear de la fermentación y saben exactamente el momento en que está listo, es un canto para ellos. Son saberes que no los pagas con nada.

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Lala, ¿Qué sigue en estos tus andares?

Pues seguir difundiendo. Proporcionar un contenido puntual permite que quien lo recibe, después lo comparta con otras personas y que se haga viral, como en internet. Eso es lo que pretendo con las catas, el sitio de Facebook, las ponencias, la divulgación en el radio. Poner el granito de arena que puede marcar la diferencia. Se trata de transmitirlo bien y sobre todo querer a México. También estoy trabajando en la organización de talleres para meseros, para que aprendan por qué y cómo deben presentar un mezcal a los comensales. Muchas veces vas a un bar o una cantina y pides un mezcal pero el mesero no te brinda ninguna información. No hay una comunicación correcta a la hora de ofrecerlo. Sinceramente da mucho coraje saber que, después de haber pasado por todo un proceso de certificación, el mezcal no se vendió por culpa de un mesero que no supo servirlo.

Como ves, mis proyectos son aprovechar todos los espacios en que se me permita seguir hablando de la importancia de los agaves, del pulque y del mezcal. Quiero llegar a más conciencias y a más países, poderlos motivar, sensibilizar y finalmente enamorarlos. Que conozcan a México a través de sus aromas y sabores. Cada agave, dependiendo del lugar, sabe diferente y te transporta a los campos de San Luis Potosí, a los Valles Centrales o Santiago Matatlán en Oaxaca; te remonta a Puebla, al Altiplano. Cada agave te transporta a México. En esta misión cultural, nuestra principal responsabilidad es dar a conocer los contenidos adecuadamente, sobre todo a los extranjeros que aprecian nuestra cultura, incluso mucho más que nosotros mismos.

También quiero continuar con la difusión de algunos mezcales, hay muchos productores que necesitan la ayuda porque que no tienen los recursos económicos para implementar estrategias de mercadotecnia. Así que para todo eso está nuestra página; se trata de ganar-ganar, de contribuir a un mercado justo. Pero insisto, necesitas amar y respetar lo que estás haciendo. Cuando no amas tu trabajo lo haces de mala gana. En mi caso, podría trabajar para alguna marca, pero eso me limitaría para poder hablar de la diversidad. Yo estoy casada con el agave, con el maguey. Sirvo al maguey y a mi país. Por el momento soy aprendiz de maestra mezcalera, un día seré maestra. Aún no puedo llamarme así porque sería una ofensa para los verdaderos maestros mezcaleros. Soy sólo amante de la tierra y transmito ese amor. Mi trabajo consiste en contribuir a superar las broncas que tiene mi país y la mejor manera de hacerlo es difundiéndolo con amor y haciendo bien lo que hago.

Al lector nacional le diría que ni mucho ni poco, nada más tantito mezcal. El mezcal es una tradición que es parte de nuestra idiosincrasia. El mexicano está hecho de maíz, de frijol, de chile, de nopal y de pulque, pero también estamos hechos de maguey. Esto no es una moda, sino una tradición, abrácenla porque es la mejor forma de conservarla. Y a nuestros amigos de otros países, les diría que este es un producto con tradición y que forma parte de la humanidad, de su historia. Algún día va a desaparecer y quedará sólo en nuestra memoria; así que degústenlo porque a través de esto van a conocer a México. Sepan que el mezcal no emborracha, te pone mágico. Te lleva a un estado de conciencia diferente, es toda una experiencia…

Lala concluye nuestra entrevista un tanto cansada, pero sonriente y animosa. Así suele ocurrir cuando te entregas a la vida, cuando te brindas a los demás con generosidad. Antes de despedirnos me recuerda que con el mezcal, “donde duermen dos amanecen tres”. Las carcajadas nos devuelven el ánimo y prometemos reunirnos nuevamente, ahora sí para degustar uno de esos buenos mezcales y ponernos todo lo mágicas que se pueda.

Es la hora en que el sol se pone. Estando a punto de despedirnos, la complicidad aflora y es entonces cuando Lala me habla del accidente de trabajo que la mantuvo incapacitada por largo tiempo y también del renacer que experimentó tras recuperarse. Ella, como el agave, es una guerrera que lleva dentro la semilla de la pasión por la vida. Para recordar la batalla que bien supo ganarle al dolor físico, Lala conserva entre sus objetos más personales una sandía de cerámica partida por mitad, una de cuales lleva pincelada la frase ¡Viva la vida!

No cabe duda que el mezcal tiene el mundo como horizonte y para preservarlo, está el empeño de sus amantes, aquellos hombres y mujeres que lo contemplan como un potencial. No como es, sino como todo lo que puede llegar a ser. Bueno sería que aprendiéramos a mirar también así nuestra propia vida.

Nos leemos pronto…

Ligas de interés:

Twitter: @lalanoguera

Facebook: Activismo Cultural sobre el Agave y derivados

Cultura Mezcal: www.culturamezcal.mx

Foro Gastronómico Barcelona 2014: www.forumgastronomicbarcelona.com

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