La Reina Lunática

Por Salomé Rodríguez Hage 

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Ilustración de Stefan Turk para «La Reina Lunática» de Salomé Rodríguez Hage.

 

 

 

La Reina Lunática
[2011]
© del texto, Salomé Rodríguez Hage

© de la ilustración, Stefan Turk

 

-Vive en una esfera de cristal, viaja por el Cosmos a la velocidad de la luz y arremete contra todo lo que encuentra a su paso. ¡Es la Reina Lunática! –contaba el científico Kalamata a un grupo de escolares en el mirador del Museo del Cosmos-. El caso es que esta reina se nos ha colado en nuestra galaxia y por mucho que la estudio y la estudio no he podido averiguar su misión.

-¿Será una espía espacial? –preguntó Martin, un niño muy avispado-. ¿O una extraterrestre?

-¡Oh, qué niño más listo…! -dijo Kalamata-. Yo también sospecho que puede ser una espía espacial.

-Pero la escuela de Divinópolis afirma que se trata de una constelación y que sus teorías son estrafalarias –interrumpió Bruno, el cerebrito de la clase.

-¡La escuela de científicos de Divinópolis que diga lo que le dé la gana! –respondió airado Kalamata-. ¡Llevan años mirando al cielo y sólo ven estrellas…

-Ja, ja, ja… -rieron los pequeños.

-¡Acercaos, acercaos, niños! –dijo Kalamata- ¡Mirad a la nueva inquilina del Universo!

Los escolares se abalanzaron hacia el telescopio.

-¡Orden, orden! –gritó la profesora Gertrudis– Poneos en fila.

Y los niños empezaron a desfilar uno a uno ante el telescopio para ver a la reina.

-¡La estoy viendo! ¡La estoy viendo! –exclamó Martin entusiasmado- ¡Conduce una burbuja de cristal y me acaba de mirar!

Súbitamente, el niño empezó a elevarse del suelo y salió disparado hacia la estratosfera.

-¡Oh, ¿qué ocurre? –gritó Gertrudis- ¡Martin está volando!

-¡Insólito! ¡Apasionante! –exclamó fuera de sí Kalamata.

-¡Haga bajar inmediatamente a Martin del Espacio! –ordenó la profesora.

Mientras, allá arriba…

La Reina Lunática salió de la burbuja de cristal, dio la bienvenida a Martin y lo invitó a presenciar el concierto cósmico.

Una graciosa corte de pingüinos espaciales comenzó a cantar:

 

Ni los científicos de Divinópolis

ni el chiflado Kalamata

adivinarán en sus metrópolis

todo son meteduras de pata…

 

Nuestra reina ha venido en su volante palacio

a conquistar el Espacio

intergaláctico, interestelar y todo el Sistema Solar.

Nuestra reina lunática ha venido a colonizar

la esfera celeste en su esfera espacial.

 

¿Será una nueva estrella?

¿Será el big bang?

Es un prodigio estelar

que a científicos y astrónomos asombrará.

 

-¡Oh, el Himno Lunático! –exclamó la Reina- ¡Me emociona tanto!

-¡Es genial, fantástico! –exclamó el niño y añadió-: ¿Has venido a conquistar el Espacio?

-Lo acabas de escuchar, pequeño –dijo la Reina- Muy pronto seré la Reina del Universo.

-¿Y para qué me has traído hasta aquí?

-Tú serás mi mensajero en el globo terráqueo y llevarás un mensaje a ese Kalamata…

-¿Un mensaje?

-Hazle saber que he venido a conquistar el Espacio y que no quiero que ningún científico se entrometa en mi camino o chocaré con la Tierra y saltará por los aires.

Martin sintió un escalofrío…

-Serás mi mensajero. Te acompañará en tu misión uno de mis más fieles…

La Reina no pudo terminar la frase. Inesperadamente se desencadenó una tormenta cósmica y todo desapareció en un plis plas.

-¿Ha terminado el espectáculo? –preguntó Martin- ¡Señora Reina, señora Reina, no me deje aquí solo..! ¿Cómo voy a volver a mi casa? ¡Socorrooooooooo…!

¡Me caigoooooooo…!

 

 ¡CATAPUMBA! ¡PUMBA!

 

-Martin, ¿de dónde sales?, ¿no tienes otro modo de entrar en el jardín? –le preguntó su mamá que estaba regando las magnolias.

-¡Es que acabo de llegar del Cosmos!

-¡Oh, lo olvidaba..! ¿Y cómo ha estado la visita al Museo del Cosmos?

-¡Ha sido fantástica! ¡Emocionante! Tengo que cumplir la misión de…

En ese momento sonó el teléfono: ¡Riiing, riiiing, riiing!

-Chist, chist, Martin. El teléfono… –y se dirigió al interior de la casa.

-¿Diga?

-Soy Gertrudis, la profesora de Martin.

–¡Oh Gertrudis! ¡Martin está encantado!

-¿Cómo? –preguntó asombrada la profesora.

-Está encantado con el Cosmos.

-Entonces… ¿Ya lo sabe?

-Sí, sí, está entusiasmado.

-¿Y le parece normal?

-Bueno, ya conoce a los niños, se vuelven locos por las galaxias…

-¿Entonces no le importa que esté en el Espacio?

-¡Oh, Gertrudis! ¡Los niños siempre están en otra órbita…! Debo colgar. ¡Hasta pronto!

-Pero escuche, escuche…

Clic.

-¡Qué tonterías dice Gertrudis…! –murmuró dirigiéndose al jardín- ¡A estas alturas y todavía no conoce la imaginación de los niños…!

-Tengo que cumplir la misión de la Reina Lunática –dijo Martin-. ¡Tengo que ir en busca de Kalamata y darle su mensaje!

-¡Qué imaginación tienes, Martin! –exclamó su mamá- Entremos, es la hora del almuerzo.

 

 ¡¡¡PUMBA!!!

 

-¡Oh! ¿Qué ven mis ojos? –gritó la madre retrocediendo- ¡Un pingüino! ¡Ha caído un pingüino en mi jardín!

 

 

 

 

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