Una historia de amor tardío que recupera el pulso romántico de Isabel Allende

1Tras un breve coqueteo con el policial negro, con su novela El amante japonés la escritora chilena Isabel Allende recupera su sello romántico para retratar los vaivenes del amor tardío, la declinación de la juventud y las secuelas que las guerras dejan en las sociedades.

En el umbral de otra etapa emocional y fí­sica -como sostuvo hace unos días cuando confesó su reciente separación del novelista Willy Gordon- la escritora de 72 años regresa al género que la volvió best-seller con una historia centrada en el amor entre una chuca llamada Alma Velasco y el jardinero japonés Ichimei.

Pasado y presenta se funden en una trama que reivindica el amor como motor central de la vida y plantea una travesía lectora por territorios que van desde la Polonia de la Segunda Guerra Mundial hasta el San Francisco actual.

«A los veintidós años, sospechando que tenían el tiempo contado, Ichimei y Alma se atragantaron de amor para consumirlo entero, pero mientras más intentaban agotarlo, más imprudente era el deseo, y quien diga que todo fuego se apaga solo tarde o temprano, se equivoca: hay pasiones que son incendios hasta que las ahoga el destino de un zarpazo y aun así quedan brasas calientes listas para arder apenas se les da oxígeno», escribe Allende en un tramo que se reproduce en la contratapa de la novela como escueto adelanto de la historia.

La escritora viene de explorar las posibilidades de la novela negra con El juego de Ripper, una obra destinada al público adolescente, al que ahora paradójicamente ha abandonado para situarse en la problemática del rango extremo, la vejez, según ella «el mejor momento para ser y hacer lo que a uno le place».

«Para envejecer bien, hay que crecer internamente, cultivar relaciones, luchar contra nuestros demonios, participar en el mundo y la comunidad, dar, reí­rse y amar», aseguró de hecho en una entrevista reciente la autora de «La casa de los espí­ritus», que ha vendido más de 65 millones de ejemplares de sus libros y fue traducida a 35 idiomas.

El amante japonés, arranca en la ciudad de San Francisco, cuando en 2010 una mujer decide abandonar su mansión para refugiarse en Lark House, una residencia de ancianos donde rechaza la compañía de casi todos los residentes excepto la de Irina Bazili, una joven de Moldavia a la que convierte en su colaboradora y amiga.

La chica encuentra unas sugestivas cartas en sobres amarillos que contienen una historia inquietante y a partir de entonces la novela establece un contrapunto permanente entre el presente y el pasado, donde se despliega la niñez de Alma, que ante la amenaza del nazismo es enviada por sus padres -cuyo rastro se pierde en el gueto de Varsovia- a San Francisco con sus tí­os, habitantes de una suntuosa casona cuyo jardines son mantenidos por una familia japonesa de apellido Fukuda.

Aquí el relato hace foco en la presencia de Ichimei, el hijo de los Fukuda, que rápidamente se hace amigo de Alma, aunque el vínculo será interrumpido cuando los japoneses sean reclutados en un campo de concentración en Utah.
Allende traza un recorrido ficcional a partir de un episodio real aunque largamente silenciado por la comunidad japonesa: la existencia en Estados Unidos de campos de concentración para los originarios de ese país.

«Los campos de concentración para japoneses se mencionan apenas en los libros de historia. Y la colonia japonesa, que tiene un gran sentido de la dignidad personal y del honor, se sintió tan humillada con lo que habí­a pasado, que toda una generación no lo mencionó. Son los hijos y nietos los que han resucitado la historia recientemente, y hay un museo, reciente también», relató la autora en una de las entrevistas que concedió como antesala al lanzamiento del libro.

Años después la familia japonesa retorna a San Francisco y los amigos, ya adultos, recuperan la relación, ahora con una variante erótica que se mantiene en la clandestinidad por los mutuos compromisos amorosos de cada uno.

«El amor salva. Sé que es de un romanticismo tremendo, pero es así­. Cuando veo a los jóvenes que son tan cautelosos con el amor, que no quieren correr riesgos, que no quieren que los hieran, ¿cómo van a amar así­?, ¿cómo van a ser amados así­? El amor es dar. Y cuando es correspondido es precioso. Ahora bien, no dura mucho… Un amor así­ tiene un elemento de desequilibrio, de insano. Le cuelgas a la otra persona todas las virtudes del universo y luego se le van cayendo las virtudes», analizó Allende.

Así, la escritora regresa a esa topografía literaria donde siempre se movió con tanta libertad: la de los amores y desencuentros, que tanto éxito le valió a través de obras como «La casa de los espíritus» o «De amor y de sombra».
El tema central de El amante japonés es la vejez, pero a su vez se entronca con otras cuestiones recurrentes en la narrativa de la escritora -los padres ausentes, las familias no convencionales, las mujeres de temperamento aguerrido- y adiciona otras más novedosas en su obra como la eutanasia y la homosexualidad.

Y mientras se concentra en el lanzamiento de la novela, Allende afronta por estos días la separación de su segundo marido, el novelista Willy Gordon, con quien estuvo casada durante 27 años.

«Con Willy estamos envejeciendo en forma diferente, a un ritmo diferente y en direcciones diferentes. Yo tení­a la esperanza, el deseo, de envejecer de la mano con alguien, pero puede que no se dé. Y tengo que encontrar entonces dentro de mí­ suficientes recursos como para poder vivir sola», aseguró hace uno días.

Telam

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