Bruce Davidson, la imagen desde dentro

Madame Bobarín

La Fundación Mapfre acaba de presentar en Madrid la primera retrospectiva del fotógrafo Bruce Davidson, conocido como el fotógrafo humanista de la agencia Magnum. Una muestra que recorre más de medio siglo de carrera del artista norteamericano, cuya vocación sociológica y empatía permitieron al mundo abrir los ojos y ampliar su mirada.

El virtuosismo, la profesionalidad y el saber hacer han dado renombre a grandes artistas, pero hay una estela que perdura más allá de la belleza de la imagen. Hablo de la identidad personal que emana de la denuncia y la crítica social, en este caso casi periodística, con imágenes en principio sencillas, llenas de pequeños detalles que elevan cada instantánea a secuencia cinematográfica. Los personajes de Davidson se expresan, casi hablan, a través de la mirada y las manos; los objetos, las enormes televisiones coronando los hogares más humildes, la nostalgia, los colchones raídos, el asedio a los negros, los guetos, la pobreza en España y México o en barrios marginales norteamericanos, se muestran en imágenes reales y sublimes en toda su crudeza gracias a su empatía, su discreción e intuición que le permitieron introducirse en diferentes realidades sociales.

A lo largo de las casi 200 instantáneas descubrimos un fotógrafo humanista comprometido con su época: lo que ahora algunos iluminados llaman “realismo sucio” no es más que la belleza de la verdad sin tapujos. Es decir, el autor muestra la realidad más limpia sin esforzarse por enseñar una cara u otra de la moneda, sin exagerar, quedándose con la existencia cotidiana en diferentes entornos de una época marcada por el cambio. La fotografía del norteamericano Bruce Davidson hace reflexionar y cuestiona los valores sociales más allá de su inconfundible estilo, marcado por un ojo fotográfico único para ofrecernos una visión diferente incluso de la Torre Eiffel o del afamado cartel de Hollywood, demostrando en todas sus etapas que todo depende del lugar desde dónde se mire.

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La exposición se divide en los diferentes periodos de su obra, con series muy definidas que nos muestran los intensos años de cambio en Estados Unidos a través de la investigación y las vivencias del artista. El realismo de sus fotografías nace de la expresión de sus protagonistas, una expresión que sólo se puede captar mediante la empatía y la autenticidad, dones que el autor ya tenía de joven cuando, en 1955, mientras realizaba el servicio militar en Arizona, entabló amistad con los Wall, un matrimonio de 94 y 79 años que le acogería durante los fines de semana de permiso. Con ellos comienza el viaje a lo largo de una vida que le llevará a conocer a la viuda de un pintor de segunda fila en Montmartre, una anciana rodeada de recuerdos con la que siguió practicando su humanismo a través de la amistad y la fotografía. Recién incorporado a la Agencia Magnum, Bruce Davidson realiza su serie más conocida en el circo Clyde Beatty, centrándose en las actividades cotidianas de sus artistas y trabajadores y mostrando sin esfuerzo su decadentismo. Su objetivo se fija en especial en la vida de Jimmy Armstrong, el payaso enano cuya fotografía ha dado la vuelta al mundo; un personaje real que bien podía formar parte del elenco de Alex de la Iglesia en Balada triste de trompeta.

USA. Palisades, New Jersey. 1958. The Dwarf.

USA. Palisades, New Jersey. 1958. The Dwarf

También se ganó Davidson la simpatía de las bandas de Brooklyn, entonces enfrentadas, y sin centrarse en la rivalidad consiguió retratar los problemas del abuso y abandono de los jóvenes en este barrio marginal, que recuperaban la autoestima uniéndose en grupos y reinventando núcleos familiares. En su paso por Inglaterra y Escocia, retrata la sociedad inglesa conviviendo con la modernidad como contrapunto a la de los 60 en Estados Unidos en la lucha por los derechos civiles. Documentos de gran valor histórico para entender la importancia de aquella lucha por conquistar la igualdad, aún en entredicho. Manifestaciones pacíficas, marchas por la libertad en Alabama, la represión policial en las calles y los discursos de Martin Luther King acompañan a las instantáneas de la vida cotidiana de los negros o las concentraciones del Ku Klux Klan.

Calle 100, nombre que alude a una calle de Harlem, es junto a Circo Clyde Beatty, el trabajo más conocido de Bruce Davidson. Calle 100 nos introduce en este barrio convertido en gueto, donde negros y latinos conviven invisibles al mundo exterior. Una serie que no busca lo sensacionalista o lo sensiblero, sino la realidad y la humanidad, sin adornos pero llenas de detalles. Un barrio al que continuó volviendo, regalando copias de las fotografías a sus protagonistas.

Durante el rodaje de un documental sobre Isaac Bashevis Singer, Davidson se reunía con el escritor en la Cafetería Garden, un lugar frecuentado por judíos que habían llegado a Nueva York tras la Segunda Guerra Mundial, supervivientes del holocausto, a los que él, también judío, se sentía unido y con los que entabló amistad escuchando sus historias y fotografiándolos.

Italia, México, Chicago, Los Ángeles, Gales, Francia y España no escapan al objetivo de Davidson en esta retrospectiva, en la que vemos cómo incluso la violencia de entonces en el metro de Nueva York se disipaba ante su cámara.

Una exposición, si no indispensable, déjenme decir que casi obligada, a la que espero volver al menos un par de veces antes de su clausura.

Potasa nos da su visión particular del asunto 

Realizado por  Guillermina Royo-Villanova

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