Sevilla y Andalucía en la narrativa de principios del siglo XX (1900-1931).

Con esta obra la profesora Dominique Grard adentra al lector en el territorio donde los autores andaluces hollaron un camino propio y distinguido por su sobresaliente fecundidad creadora.

 

LA REFORMULACIÓN LITERARIA ANDALUZA se acomete lastimosamente como una invención. Ese mal tan extendido de perseverar en las etiquetas autoimpuestas que se transforman en reclamos institucionales. De hecho la que actualmente es denominada por algunos críticos, como narrativa mutante, en un documento del Centro de Estudios Andaluces cuyo autor es Juan Francisco Ferré, se precisa de esta manera, “(…) engloba, por tanto, a los practicantes de la narrativa más nueva o innovadora o avanzada: una generación y media de narradores educados en la escuela de la imagen y los medios, la escuela de la globalización y en la escuela del recalentamiento informativo y el enfriamiento global de las estructuras humanas de relación. (…) Su escritura, en este sentido, se alzaría contra la sinrazón comunicativa dominante y la racionalización de lo arbitrario propia del funcionamiento del sistema, es decir, de un mundo rediseñado como una gigantesca y ubicua máquina de ficción”. En el prólogo que escribiera José Donoso para la novela El astillero, de Juan Carlos Onetti, publicada en aquella magnífica colección Biblioteca Básica Salvat de libros RTV, que aún podemos encontrar en librerías de lance, señalaba sobre esta obra que era “una literatura de ambigüedades inquietantes”. La categorización de ciertas afirmaciones empobrece a la literatura en su esencia más reconocible: “proponernos una encadenación de preguntas. ¿Quién las contestará? Nadie, es evidente. Ni Onetti”. La duda es un principio literario y su fabulación no tiene por qué retroceder un solo paso en dirección a la propia realidad. ¿Mutar…? Lo dijo, “preñado de todos los posibles”, César Vallejo: “¡Salud!, hombre de Dios, mata y escribe”.

 

SEVILLA Y ANDALUCÍA EN LA NARRATIVA DE PRINCIPIOS DEL SIGLO XX (1900-1931) ANTOLOGÍA DE TEXTOS  Biblioteca de temas sevillanos. Ayuntamiento de Sevilla. ICAS. 2016-. Esta interesantísima obra ofrece una serie de textos cuyos autores son una muestra heterogénea de lo que en su propio título indica. En una nota previa de la autora y compiladora se significa que es una publicación con un antecedente previo con carácter de investigación al tratarse  de los fundamentos históricos y literarios  de la Tesis Doctoral leída en la Universidad de la Sorbona en 1991 bajo el título Imágenes de Andalucía y sus habitantes en la narrativa andaluza del principios del siglo XX (1900-1931), y parcialmente publicada al año siguiente por la Editorial Don Quijote. Esta apreciación no es menor en cuanto al rigor científico de ambas obras que como vasos comunicantes mantienen el mismo nivel de calidad, independientemente del ambiente natural –académico o lector- que les corresponde. Y que en el caso que nos atañe, a modo de gozne y con carácter divulgativo, facilita el acercamiento al lector de un periodo andaluz fecundo en la creación literaria. “Por la prensa del primer tercio del siglo XX sabemos que estaba en boga la novela regionalista y muy especialmente la andaluza. Son muchos los periodistas del Sur que escriben en los diarios madrileños o como corresponsales en los sevillanos. Las composiciones sobre tema andaluz firmadas por ellos –poemas, cuentos, escenas de costumbres- llenan la mayor parte de las páginas literarias de los periódicos”. La edición está estéticamente complementada por una miscelánea de fotografías de la época provenientes de la Fototeca Municipal hispalense. Un verdadero acierto y atractivo con extraordinario valor antropológico añadido al meramente ilustrativo.

 

DOMINIQUE GRARD bucea en el alma andaluza. Con una introducción clarificadora en cuanto a la importancia e influjo de la literatura del Sur en España en aquella época, analiza las señas de identidad que la caracterizaron. Su expresión costumbrista que se resiste ante las nuevas modas y concibe la creación como una forma de preservar “la realidad tradicional antes que despareciera por completo”. Ello no es óbice para que la visión de la realidad social aparezca, por la fuerte influencia de Juan Valera, si bien domesticada por la moralidad que se impone como celosía fragmentada de una visión más amplia y definitiva. La combinación de aspectos satíricos y humorísticos es situada por su autora junto a otros elementos que salpimientan esa evolución de Andalucía de lo idílico a lo trágico. En una cuidada selección de autores que representan a todas las provincias andaluzas, prueba inequívoca de la ardua y laboriosa tarea de  búsqueda y reconstrucción desde un amplio frente de análisis, la profesora Dominique Grard nos ofrece fragmentos de sus obras con una motivación aparentemente discrecional, pero que profundiza en los rasgos que les son propios. Nos encontraremos con nombres que en su momento tuvieron un amplio respaldo popular, “como lo muestra la profusión de publicaciones semanales de precio módico destinadas a un público amplio a lo largo de todo el periodo. Numerosos escritores secundarios de gran fecundidad y que gozan de amplia audiencia escriben con el único fin de proponer un medio de evasión al lector. Entre ellos se sitúan los autores andaluces”. Mientras esto sucede la realidad literaria española columbra otros horizontes con  Benito Pérez Galdos y los primeros escarceos de la Generación del 98. Así, muchas novelas, como las de Arturo Reyes, Muñoz y Pabón y José Mas, se convierten en los Best Sellers de la época. Especial y significativa mención al poeta, novelista, crítico, ensayista y traductor, promotor del Ultraísmo, Rafael Cansinos Assens, el hombre de las mil lenguas. El propio Jorge Luis Borges, lo calificaba como su maestro, «Conocí en Madrid a un hombre que sigo considerando quizás menos por su escritura que por el recuerdo de sus diálogos. Conocí a Rafael Cansinos Assens y de algún modo yo soy discípulo de Cansinos, no de las teorías de Cansinos y sí del diálogo de Cansinos, de la sonrisa de Cansinos, y hasta de los silencios de Cansinos Assens”.

 

LA CONSTATACIÓN MÁS NOTABLE de las generaciones literarias son precisamente lo que argumenta José Donoso, “Quizás las novelas no son malas o buenas porque se inscriban o dejen de inscribirse en una tradición, ni sean grandes por que culminen en algo. La calidad es siempre solitaria, no relativa”. Los apelativos son ensalmos para el encantamiento. De ahí que esta perspicaz obra, plena de seriedad en el tratamiento del asunto y acusada sensibilidad para entender el contexto histórico, social y cultural, se convierta en un manual imprescindible y asequible a la lectura y el conocimiento de un periodo que, sin duda, fue antesala de posterior ruptura como tantos otros. Resultando entonces vestigio de lo que fue escrito por que como señalaba William Hazlit, «Aquellos impecables autores son los que nunca escribieron«

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