Irresistible Edith Olivier

La trágica vida de nuestros escritores favoritos constituye un tema dramático y seductor, complicado por la presencia constante e inesperada de memorias, ficciones y biografías que se escriben a rebufo de la fama. La fascinación de nuestra época por la muerte no es menos obvia. Y más si la adornan el auto-destierro en Inglaterra, la vida nómada, las complicadas relaciones con una amada hermana llamada Mildred, las intimidades de vanguardia con poetas como Siegfried Sasson, Edith Sitwell, o el fotógrafo Cecil Beaton. En definitiva, la confusión y la temeridad y los errores de una vida como otra cualquiera.

Una historia, en definitiva, irresistible: luego las dificultades, los secretos, el borrar las huellas, el mudarse de casa sin cesar, dejando atrás mil y un documentos, papeles comprometedores por todas partes. Seguida muy de cerca por la escritora Ángeles de los Santos, su traductora al castellano, el microensayo “Entre dos mundos”, incluido en el sexto número de la revista Tales, aprovecha al máximo lo que la inglesa Edith Olivier (Wilton, Whiltshire, 1872 – 1948) dejó tras de sí: historias, claro, pero también diarios y cartas, todas ellas alteradas y censuradas, a menudo para reflejar lo mejor de sí mismas.

Logra la malagueña devolver a la vida a la autora de Querida niña (1927; Periférica, 2017). A partir de una breve sección biográfica, extrapola la esencia de las fuentes primarias y secundarias para convertirlas en una efímera narración ficticia, aunque vívida e inmediata, que penetra audazmente en el lector. Su narrativa es tan íntima como la de la homenajeada: romántica, afilada, maliciosa o fría, encantadora o solitaria, orgullosa, vulnerable. Oculta tras la máscara, una personalidad de trato difícil, enfrentada a la moral estricta y puritana (como todas) de su época.

“En sus obras destacan el conflicto emocional y psicológico: las relaciones imposibles, la maternidad frustrada, la soledad, el dominio de una persona sobre otra, la dependencia emocional, la represión de los sentimientos”. Entrelazada con la versión de De los Santos, una narrativa en trozos contrastantes de la vida de Olivier y su póstuma inmortalidad. En presente, intercalada con secciones en pasado, la historia de su compromiso social y humanitario a la sombra del fantasma de aquel pariente lejano, por todos conocido, el actor Lawrence Olivier. El resultado tiene un aire espontáneo, como si todo estuviera sucediendo ahora mismo, frente a nuestros ojos. El efecto es el de una investigadora inagotable que se implica en sus decisiones estilísticas.

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