«Aniquilación»: un faro de oscuridad


Mucho sobresalto ha acompañado al más que esperado trabajo de Alex Garland. «Aniquilación», una producción de Skydance en principio destinada al cine, que apenas pudo ser vista en la gran pantalla. De forma precipitada, tal vez temiendo el fracaso en taquilla, cedía los derechos a Netflix, que, entre sus muchos aciertos, sigue asentándose como uno de los canales más interesantes y sorprendentes a la hora de programa y de producir, en especial si hablamos de todo cuanto tenga que ver con la ciencia ficción. Y así, la nueva película del director de la fantástica y sobrecogedora «Ex Machina» ha quedado condenada a la pantalla pequeña, aunque con obras como esta, y teniendo en cuenta lo que se estrena en cine, la televisión parece tomar cierta delantera en todos los terrenos.
«Aniquilación» es el mejor ejemplo de lo diferente de sus apuestas.
Al igual que en «Ex Machina» (donde el sencillo argumento inicial terminaba explorando zonas totalmente inesperadamente aterradoras de su propia propuesta), Garland parte de una premisa muy simple y efectiva: se ha descubierto en la tierra un pequeño territorio recubierto por un resplandor de origen desconocido. La zona, sellada, es objeto de todo tipo de estudios. Incluyendo enviar personal cualificado. Pero cada expedición que ha entrado para saber qué ocurre en el interior jamás ha regresado. Seremos testigos de excepción porque acompañaremos al nuevo grupo que intentará descubrir el secreto que esconde, aunque puede que quizás tampoco volvamos.
Porque es una obra arriesgada, hermética por momentos, complicada de abordar en cuanto uno analiza la enorme riqueza en la potencia visual desplegada (y al igual que en «Ex Machina», totalmente desprovista de efectismos desbocados o gratuitos), y los delicados temas que se van sumando. La linealidad del arranque se bifurca constantemente y muta, y se hace laberíntica y es muy osada en alguna de sus propuestas. Gran cine de ciencia ficción, del que te hace replantearte tu realidad, el que te lleva a la reflexión que surge del escalofrío, el que te desafía a rebasar tus propios límites en el intento por buscar respuestas en lo desconocido. La historia de estas cinco mujeres es tan oscura como el misterio en el que se adentran (y las geniales equivalencias que se establecen entre esas vidas heridas y el núcleo o el corazón de esa zona plantean posibles lecturas que bordean lo metafísico, e incluso lo poético, pero sin apartarse ni un ápice del género de donde se alimenta). Y el desenlace, ese fugaz y terrible plano final, cierra de forma dramática el enigma para abrir en canal las puertas del desasosiego.
Aunque Natalie Portman (brillante, cuanto más lejos de Thor y compañía, mejor) es la protagonista, el resto de personajes (menudo reparto: Óscar Isaac, Jennifer Jason Leigh, Gina Rodriguez o Tessa Thompson) no se queda a la zaga en momento alguno, y comparten de modo idéntico este descenso a la inaccesible lleno de secuencias memorables, por obra y gracia de un director que ya ha dejado claro que «Ex Machina» no fue fruto de un día. Con obras como esta, o con «La llegada», parece que se abren las puertas de una nueva edad de oro del género. Y Garland uno de sus grandes nombres.
Puede que «Aniquilación» no sea fácil de digerir o quizás lleven razón los que la acusan de ser deliberadamente inaccesible. Pero por momentos fascina, y aterra, y conmueve, y a la larga, duele.
Un faro que proyecta oscuridad en un mundo rendido ya a lo evidente.

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