El Síndrome del Agente Smith

El Síndrome del Agente Smith procede del personaje icónico de la película Matrix. Dicho agente se introducía en el cuerpo de disidentes para proteger al sistema. Hace referencia a la reacción del poder ante las alarmas cognitivas que contradicen los constructos que han instalado en la psique social mayoritaria. Los “agentes Smith” actúan desde las redes y medios de comunicación, transformándose en defensores de aquellos que los han engañado con falacias, inanidades y fatuidades conceptuales. Los diversos “Smith” que pululan en la sociedad son defensores a ultranza (al modo de los antiguos inquisidores) de las premisas que ha establecido el Poder. Defensores ciegos y necios con actitud de talibanes iracundos que tratan de acallar y amordazar al discrepante intelectual, al heterodoxo. Al infame hereje que no acepta las verdades absolutas que pregonan sus Sumos Sacerdotes. Los “Smith” habitan en el analfabetismo y el fanatismo más extremo. Su misión es ser carne prescindible al servicio del sistema al que consideran moralmente superior (la misma consideración irrisoria que tienen de ellos mismos). Son peleles al servicio del sistema, marionetas insomnes, desechables y reciclables, que apuntalan la tiranía ideológica y el disparate conceptual. Los “Smith” no cuestionan, no se hacen preguntas. Apenas poseen la capacidad mínima de reflexión para no hacerse sus necesidades encima, pero son máquinas irracionales tremendamente eficientes al servicio de sus amos. Castrados de criterio, de libre albedrío, de discernimiento, estos eficaces agentes del caos intelectual; disociados de la realidad; desconocen la capacidad de los otros para la duda. Para cuestionar las “verdades absolutas” que tratan de vender los embaucadores y buhoneros que gobiernan las sociedades. No le gustan los disidentes, los librepensadores, los que no se pliegan a la opresión del pensamiento. Envidia lo que no posee: la libertad de los otros, la capacidad de descojonarse de las trivialidades y bobadas con las que bombardean al ciudadano los zascandiles del poder. Defiende el sistema a rajatabla, con escuadra y cartabón. No permite que el ciudadano elabore sus propias tesis y le causa urticaria la pluralidad de pensamiento. Los “Smith” son ubicuos, de hecho no tiene otra actividad conocida que no sea la genuflexión ante los propietarios de su vida. Son peligrosos porque su ignorancia y sectarismo les puede llevar a extremos inquietantes. Son útiles y desechables al mismo tiempo. Los totalitarismos ideológicos que los albergan y utilizan prescinden de ellos con la misma rapidez que los crearon. Siempre encuentran otros acéfalos dispuestos a replicarse al servicio de dogmas absurdos, renunciando a la propia identidad y la autonomía ética.