Nos despedimos de París
Minerva Santana.
La semana del pret a porter parisino ha llegado a su fin y ha resultado ser un poco larga. Quizás la escasez de propuestas que realmente emocionen, ralentiza el ritmo de una semana de la moda dando paso a cierta monotonía. Y pareces estar viviendo un eterno lunes marcado por el deseo de la llegada del ansiado viernes.
Chanel abría el día de ayer con una oscuridad que » no es deprimente « como él clasifica. En el interior del Grand Palais sus propuestas giraban alrededor de un globo terráqueo donde se señalaban las tiendas de la firma en el mundo. Hace ya un siglo de la apertura de la primera tienda de Coco Chanel. Con un desfile extenso de 80 salidas donde dos de ellas estaban reservadas para Baptiste Giabiconi. Karl nos muestra un invierno un tanto oscuro que se suaviza con hilos que brillan en sus tweeds, gorros de visón teñidos y algunas prendas en colores pasteles en mitad de una colección que gira sobre negros, grises y plata. Esa paleta que tanto le gusta y que cree misteriosa. Presencia de abrigos que cuentan con siluetas desde holgadas a entalladas con hombros abombados combinaban con faldas cortas con volúmen y las piernas cubiertas por cuero y vinilo. Sin faltar el punto, del que presume contar con los mejores talleres.
Con la belleza como sello presentaba Valentino sus propuestas. El despliegue de hermosos vestidos en variados tejidos con cuellos y escotes que potenciaban la importancia que Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli le han querido otorgar al rostro. Las pinturas flamencas como fuente de inspiración en diseños impecables que mezclaban texturas rotundamente lisas con estampados y adornos exquisitos. Destacar la importancia que le ponen a los detalles: puños, cuellos, encajes, complementos y unos zapatos t-bar reiventados con muy buen gusto. Esta pareja ha hecho buen uso del legado de la casa con una visión contemporánea clara y venidera. Es de esos desfiles que van más allá de una buena sensación o un buen sabor de boca. El esplendor de ciertas prendas resulta emocionante.
En contraposición a la cantidad de propuestas presentadas por Chanel, Sarah Burton decidió concentrar en tan solo 10 salidas una colección compleja para Alexander McQueen. Yendo infinitamente más allá del significado ready-to-wear, la maternidad de Burton no ha mellado la extravagancia y la puesta de escena de la firma. Como musa una época Isabelina, el reinado de Los Tudor y cierto toque divino a modo de complicados detalles que adornaban vestidos, capas, mangas abullonadas y corsés. Centrada en un blanco y negro que combinaban con pinceladas en plata y oro, destacar las máscaras y las botas como elementos que imponen dramastismo a la colección.
Dando un giro total a lo anterior, ese lo que hace esto atractivo. Como de un desfile a otro, se hace presente el cambio con lo antagónicas de sus variadas propuestas. Hermés se centra en esos elegantes años cuarenta, concretamente en el aura de Rebecca de Alfred Hitchcock. Una sensualidad oscura que se paseaba por la biblioteca del Lycée Henri IV. Marco perfecto para esas faldas lápiz de carismáticas tutoras, las cinturas altas en los pantalones que se mezclan con camisas con cierto aire masculino y pieles. Un guiño al cine negro que se centraba en colores invernales como grises, negros, azules y tostados.
Louis Vuitton fue el encargado de abrir la última jornada de la semana, puntual como de costumbre y con una puesta en escena prometedora. Cincuenta puertas adornaban una pasarela que simulaba el pasillo de un hotel, escenario que tanto ha motivado en el cine y en editos de moda. “ Arreglarse para descubrir que el destino más glamuroso es la propia habitación de hotel ” así lo define Marc Jacobs y nos traslada a unos sensuales años veinte con cierta decandencia atractiva y melancólica. Fantasía que transcurre en una habitación donde los abrigos cubren vestidos lenceros, transparencias y detalles en pluma nos recuerdan al erotismo de la época. No prescindió de musa Kate Moss y para reafirmarse en su concepto salió a saludar al final del desfile en riguroso pijama.
Uniformada podría definirse la proposición de Miuccia para Miu Miu. Con una homogeneidad aparente con toques caricaturescos como el tamaño de los botones de ciertas chaquetas, los lunares y las rayas en pañuelos y medias. Que poco a poco invadían una colección centrada en un azul profundo hasta llegar a total looks de estos estamapados en colores como el rosa, azul y el amarillo. Zapatos imposibles a modo de botines. Alabamos el eclecticismo y el riesgo de su creatividad en sus colecciones, pero esta vez, sin duda, nos quedamos con Prada.
Elie Saab, el rey de las alfombras rojas, también ha quedado fascinado esta temporada con la dualidad entre lo masculino y lo femenino, aunque prime su incesante labor de hacer siempre bella a la mujer. Chaquetas tuxedo, pantalones y monos que marcaban cintura, las tan deseables capas se mezclaban entre sus ya conocidos vestidos vaporosos y delicados con bordados sobre transparencias. Blancos, azules, limas, morados y negros han sido los colores para cerrar esta semana de la moda.
Fotos: Style.com
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