¿Qué es el duelo y cuánto dura?

Por  Anna Lasheras

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Perder a un ser querido es una de las situaciones más duras a las que se puede enfrentar una persona. Pese a ello, la muerte forma parte de la vida y es una circunstancia con la que nos vamos a tener que encontrar en muchas ocasiones. Aunque no podemos saber de antemano de qué manera vamos a reaccionar tras el fallecimiento de alguien cercano a nosotros, la mayoría de los humanos experimentamos unos patrones comunes. Se trata exactamente de cinco, y aunque cada persona los exterioriza a su modo, son las actitudes más comunes.

Éstas han sido descritas, entre otros, por Hobart W. Walling, dela Universidadde Saint Louis, en 1997, quien las describe de la siguiente manera:

Negación: cuando alguien cercano muere, negar tal expiración es la primera reacción. Es una defensa útil de la mente para preparar, a posteriori, una respuesta más madura.

Rabia: la rabia o el enfado son la segunda parte del duelo. Éstas pueden ir dirigidas a nosotros mismos, a un médico, a Dios o a cualquiera con quien relacionemos la muerte.

 

Negociación: esta es la parte en la que el individuo trata de ser mejor, acogiéndose a aspectos como la religión, su entorno íntimo, su misma persona…

Depresión: innegablemente, llega un punto en el que la ausencia del fallecido se hace muy patente y aquí comienza el periodo de mayor tristeza: el aprender a vivir sin aquella persona. Aquí se unen diversos y contradictorios sentimientos, como el desespero, la culpa, la impotencia, la pérdida de identidad personal, los reproches por los sueños no cumplidos o los conflictos no resueltos, el miedo a lo desconocido…

Aceptación: tras la tormenta, siempre llega la calma y, aunque la ausencia de alguien querido es irreparable, el tiempo suaviza todos esos sentimientos negativos. De este modo, la aceptación aparece como el último estado del duelo como la culminación de la introspección y la comunicación interpersonal.

Con toda esta información sobre la mesa, es importante remarcar que el dueloes una respuesta absolutamente normal ante una dramática situación como la muerte de una persona cercana y querida. Asimismo, comporta una transformación de quien lo experimenta y, aunque nunca se supera del todo, se logra tomar conciencia de los acontecimientos  y recordar al difunto sin esa tristeza paralizante del principio.

Por último, entre uno y cuatro años después de la defunción, se establece un nuevo modelo de vida y se vuelve a vivir pensando en el futuro. Es muy importante rodearse de personas queridas durante todo este tiempo y tener en cuenta que los procesos por los que se está pasando son absolutamente normales.

 

Fuente: Blogestudio

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