Cien años del nacimiento de Marguerite Duras
Por Mónica Maristain
“Del libro y del hijo nunca se dudan”: una de las tantas frases memorables de una escritora sin par.
Hoy se cumplen 100 años del nacimiento en Ho Chi Minh, Vietnam, de la escritora Marguerite Donnadieu, conocida como Marguerite Duras, una de las grandes estrellas de la literatura francesa contemporánea y sin duda una de las plumas más importantes de la historia del mundo.
Duras, nacida el 4 de abril de 1914 y fallecida en París el 3 de marzo de 1996, también fue guionista y directora de cine. En 1943 publicó su primera novela, La impudicia y entre sus obras más importantes están Moderato Cantabile, El amor, El amante de la China del Norte y El amante, la novela autobiográfica que la catapultó a la listas de las más vendidas cuando ya tenía 70 años de edad.
Su obra es una autobiografía de la avidez, el amor, el sufrimiento y el dolor, como lo demuestra el libro recién salido de la mexicana Sofía G.Buzali, Marguerite. Intensidad y dolor de una vida, editado por Lumen.
Silencio, y después. ¿Para aliviar la vida? Nadie lo sabe. Hay que intentar vivir. No hay que precipitarse en la muerte. Esto es todo. Es todo lo que tengo que decir.
“París, es otoño. Una mujer de 68 años, escritora, ha llegado al Hospital Americano para una cura de desintoxicación alcohólica. Está sentada en la habitación azul. Espera a su pareja. Tiene el rostro abotargado por el alcohol. Hígado deshecho. Abdomen y pies hinchados”, así inicia el libro de Buzali, una biografía novelada donde recrea las tribulaciones de los últimos días de Duras.
Fue una escritora que narró su vida. Tanto el guión de Hiroshima, mon amour (donde trató el tema tabú de las mujeres francesas que durante la ocupación nazi mantuvieron relaciones con soldados alemanes), que escribió para el recientemente fallecido Alain Resnais, como en el libro El vicecónsul o el filme India Song, sus personajes siempre son seres que se aman, callan, duermen o lloran.
Marguerite Duras escribió más de 40 libros, más de 10 obras teatrales y otras tantas películas. Su lenguaje es sencillo y fragmentario. Y debido a la repetición de sus temas, su obra no siempre estuvo exenta de polémica.
Fue la hija de un colono francés. Se crió en Vietnam, que en aquel entonces pertenecía a la Indochina francesa, pero en 1932 -con 17 años- partió a París para estudiar Matemáticas y después Derecho y Ciencias Políticas.
Tuvo muchos amantes, entre ellos también un colaborador sobre el que escribió por primera vez en sus Cuadernos de la guerra, completados entre 1943 y 1949. No se publicaron hasta 10 años después de su muerte, en 1996.
En ellos hay bocetos y dibujos sobre su infancia y los años de la contienda en París, pero sobre todo hay esbozos de toda su obra, que explican cómo literatura y biografía van de la mano en su caso.
Su primer marido, Robert Antelme, que al igual que ella combatió en la Resistencia, fue delatado y deportado al campo de concentración de Buchenwald. El escritor sobrevivió y en 1947 escribió La especie humana, un libro en el que habla de la vida y muerte en los campos de concentración.
Su último amante fue Yann Andréa, un estudiante de Literatura 40 años más joven con el que mantuvo una relación de 16 años. Él ejercía de todo, desde chófer a secretario y también el ancla a la que la escritora se amarraba debido a sus problemas con el alcohol.
UNA ESCRITORA CLÁSICA
A 100 años del nacimiento de Marguerite Duras, su lugar entre los clásicos no está puesto en duda, aun cuando su obra haya sido en su tiempo objeto de gran polémica.
Su trabajo en la literatura, como el de Virginia Woolf , es testimonio de una mujer empeñada en dejar huella escrita de una vida atribulada en que por perderlo todo, también perdió un hermano amado, un hijo y muchos amores.
Adicta al alcohol, expulsada del Partido Comunista Francés en 1955, al que había renunciado tiempo antes desencantada por la experiencia de la Unión Soviética, fue autora de Escribir, un pequeño y gigante libro que resulta todo un tratado de una pasión que la persiguió desde la niñez hasta el fin de sus días.
El Amante la hizo famosa cuando tenía ya 70 años.
«Hallarse en un agujero, en el fondo de un agujero, en una soledad casi total y descubrir que sólo la escritura te salvará. No tener ningún argumento para el libro, ninguna idea de libro es encontrarse, volver a encontrarse, delante de un libro. Una inmensidad vacía. Un libro posible. Delante de nada. Delante de algo así como una escritura viva y desnuda, como terrible, terrible de superar. Creo que la persona que escribe no tiene idea respecto al libro, que tiene las manos vacías, la cabeza vacía, y que, de esa aventura del libro, sólo conoce la escritura seca y desnuda, sin futuro, sin eco, lejana, con sus reglas de oro, elementales: la ortografía, el sentido.
En la vida llega un momento, y creo que es fatal, al que no se puede escapar, en que todo se pone en duda: el matrimonio, los amigos, sobre todo los amigos de la pareja. El hijo, no. El hijo nunca se pone en duda. Y esa duda crece alrededor de uno. Esa duda está sola, es la de la soledad. Ha nacido de ella, de la soledad. Ya podemos nombrar la palabra. (…) La duda, la duda es escribir. Por tanto, es el escritor, también. Y antes de que esté completamente escrito; es decir: solo y libre de ti, que lo has escrito. Es tan insoportable como un crimen. No creo a la gente que dice: “He roto mi manuscrito, lo he tirado”. No lo creo. O bien lo que estaba escrito no existía para los demá, o no era un libro. Y uno siempre sabe lo que no es un libro. Siempre se ha sabido. Creo también, que sin esa duda primera del gesto hacia la escritura, no hay soledad.»
Decía que la literatura debía ser escandalosa o no ser. Cultivó un estilo único. Fue ella extraordinaria e inigualable, una escritora que se volvió eterna: Marguerite Duras.
Con información de dpa
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