Alejandro Zambra: jugar el juego

 

Por José de María Romero Barea

Cubierta_Zambra_altaSe dibujan lentos cuadros de movimiento que retratan estados de tensión psíquica. En la sección I, “Término excluido”, se nos insta a “marcar la opción que corresponda a la palabra cuyo sentido no tenga relación ni con el enunciado ni con las demás palabras”. Así, el término “Facsímil” incluye (o excluye) las acepciones “copia, imitación, simulacro, ensayo, trampa”; “Educar” implica (o no) “enseñar, mostrar, entrenar, domesticar, programar”; “Copiar” (no) es “cortar, pegar, cortar, pegar, deshacer”. O tal vez sí.

Las soluciones se revelan como no-solución. “Borra” (tal vez) quiere decir “quita, anula, corrige, suprime, sedimento”. “Familia” son “los familiares”, pero también “los herederos, los sucesores, los alfajores, la pedofilia”. Los términos desafían la noción de autenticidad en el contexto de una novela sobre el arte de la falsedad, una ficción existencialista en la que un acto gratuito es reinterpretado como un gesto desafiante de libertad.

El narrador de Facsímil (Sexto Piso, 2015) concibe una ambición inaudita: partir de los exámenes de ingreso a la educación universitaria en Chile y en su lugar crear una obra de arte. Ese es el concepto detrás del último libro del escritor experimental Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975). La novela sigue, paso por paso, las distintas pruebas del examen. El lector se sume, al mismo tiempo, en los pensamientos del narrador, mientras realiza el trabajo de una prueba de aptitud.

En la sección “Plan de redacción”, se nos insta a “elegir el orden más adecuado para construir un buen esquema”, a través de arcanos brillantes y traviesos. El espíritu es burlón y festivo. A los familiares “los clasificas en dos listas: los que amas y los que no amas. (…) los que no deberían estar vivos y los que no deberían estar muertos (…) los vivos y los muertos”. Uno podría elegir, cortar y pegar hasta el infinito. En la sección “Comprensión de lectura”, al tiempo que se nos presentan “tres textos, cada uno seguido por preguntas o problemas basados en su contenido”, se repasan, de forma obsesiva, los principales temas.

En el texto nº 1, el pasado es un fracaso. “Con tantas guías, pruebas parciales, globales y de coeficiente dos, era imposible que no aprendiéramos algo”. La acción es deliberadamente lenta, al tiempo que nos acercamos al corazón conceptual del relato: “No había que escribir, no había que opinar, no había que desarrollar nada, ninguna idea propia: solo teníamos que jugar el juego y adivinar la trampa”.

El texto nº 2 es el autorretrato de un hombre vacío. Es tentador leerlo como una alegoría de la ansiedad de la influencia: la del autor, mientras trata de escribir una novela, la del lector, mientras trata de descifrarla: “Supongo que el día de mi matrimonio estábamos felices, aunque me cuesta entenderlo, me resisto a aceptar que en ese tiempo tan agrio fuera posible alguna clase de felicidad”.

Zambra trata de crear un idioma, pero no es libre. Domina la gramática y la sintaxis, pero las palabras no tienen sentido: “lo urgente es que Pinochet vaya a la cárcel, que lo juzguen, que lo hagan mierda, lo urgente es encontrar los cuerpos de los muertos, lo urgente es la educación”. Habría que inventar un nuevo vocabulario, un nuevo conjunto de signos. Tendría que ser algo identificable a primera vista, y sin embargo, algo diferente: “Vivimos en el país de la espera, dijo entonces el poeta”.

El texto nº 3, por último, es el retrato de un hombre que es todos los hombres. “Espero que el tiempo borre casi todas mis palabras y conserve sólo el murmullo quieto y cálido del amor”. El narrador repara, para su horror (y el nuestro), en que “todo el mundo se borra, la vida consiste en conocer personas a las que primero amas y luego borras”. El héroe cifra su felicidad en la posesión de un “control remoto (…) para que borres todo lo malo (…) para que manipules y deformes y congeles las imágenes (…) que nos veas en cámara lenta o normal o rápida (…) o que no nos veas más”.

En Facsímil, Zambra logra detener el tiempo. En silencio, como un fantasma, se mueve a través de las distintas pruebas del examen. El efecto es siempre cambiante. Las historias abarcan varios géneros: romance, misterio, thriller, ensayo y comedia. Al igual que Raymond Queneau e Italo Calvino antes que él, el autor chileno juega con las limitaciones de escritura. La vida también está sujeta a las listas, parece decir, está hecha de pruebas. No importa si conoces las respuestas. Lo que importan son las preguntas.

 

José de María Romero Barea (Córdoba, 1972) es profesor, poeta, narrador, traductor y periodista cultural. Autor de Poesía (qué si no), cuya primera sección, el corazón el hueco, consta de la trilogía Resurrecciones (Asociación Cultura y Progreso, 2011), (mil novecientos setenta y) Dos (Ediciones en Huida, 2011) y Talismán (Editorial Anantes, 2012), del que la plaquette ridículo ciego feliz en mi sitio (Q Ave Press, 2012) es un adelanto.
Su poemario un mínimo de racionalidad un máximo de esperanza se encuentra en proceso de edición. Ha presentado el V Ciclo de Poesía Nadadora Sevilla-Córdoba 2014 y ha participado en la XI edición de Cosmopoética, Poetas del Mundo en Córdoba, y en el 9º RCA Recital Chilango Andaluz. (octubre de 2014).
José de María Romero Barea es autor, además, de una serie de novelas reunidas bajo el título común de Interrupciones. Hilados Coreografiados (Ayuntamiento de Aguilar de la Frontera, 2012) abre la serie. Le siguen Haia, en proceso de edición, Mitze Katze (inédita), Oblicuidades (inédita) y una quinta entrega en proceso de escritura.
Romero Barea ha traducido el poemario de Curtis Bauer Spanish Sketchbook/España en dibujos (Ediciones en Huida, 2012), Disarmed/Inermes de Jeffrey Thomson (Q Ave Press, 2012) y Gerald Stern. Esta vez. Antología Poética (Vaso Roto, 2014).
José de María Romero Barea es crítico de narrativa, poesía, ensayo y novela gráfica. Ha sido coordinador de las I Jornadas de narrativa Sevilla 2014, que organiza la Asociación Colegial de Escritores de España (A.C.E.), a la cual pertenece. Además, es miembro de la AAEC-Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios y coordinador de las I Jornadas de Crítica Literaria ACE-Andalucía 2014. Pertenece a la Asociación Cooltura, Acción y Poesía y a la Asociación Nueva Grecia, así como al Circuito Literario Andaluz.
El autor colabora con sus reseñas, entrevistas y traducciones en publicaciones de ámbito nacional e internacional, en formato digital y en papel, entre otras: los diarios La Vanguardia (Revista de Letras), Andalucía Información (“Veredictos”) y Mundiario; las revistas de divulgación Culturamas y Tendencias 21; las revistas de literatura Quaderni Iberoamericani (Italia), Resonancias (Francia), Letralia (Venezuela), Contratiempo (EE.UU.), Nayagua (Centro Poesía José Hierro), Sonograma (Barcelona), El Placer de la lectura (Madrid), Cuaderno Ático (Madrid), Piedra del Molino (Cádiz), Estación Poesía (Universidad de Sevilla) y Nueva Grecia (Sevilla), de cuyo consejo de redacción forma parte.
Más sobre el autor:
Programa TV Dazibao
Diario de Sevilla 2011
Diario de Sevilla 2014
Radio Nacional de España
Revista MisLibrosPreferidos
Sevilla, 2015
José de María Romero Barea
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