«Esta espera que lo envenena todo», de Maite Núñez
CARLOS MANZANO
La vida, desde un punto de vista antropocéntrico, podría entenderse, dependiendo de cómo se mire, como un conjunto de terminaciones nerviosas dispersas a lo largo de un organismo activo cuyo sistema neurológico se encargaría de interconectar, dando lugar a una realidad inabordable por extensa pero fascinante por diversa. Siguiendo con el símil ―absolutamente desafortunado desde un punto de vista científico, aclaro―, cada individuo desempeñaría una serie de roles determinados que solo adquieren significado en la medida en que se conectan con otros ajenos, provocando una sacudida mutua y la asunción de una serie de necesidades y obligaciones compartidas. Cada una de esas relaciones, vistas así, sería susceptible de ser tomada como una sola unidad, innovadora y dinámica, o bien entenderse como una porción más de un conglomerado superior que otorgaría significado a cada una de las partes. Ello dependerá en realidad de nuestra mirada, de nuestra sensibilidad para percibir los detalles, para resignificar cada uno de los fragmentos, para reubicar las esquirlas que van desprendiéndose con el roce, pero sobre todo de lo de sagaz, profunda y creativa que sea la mirada.
Al hilo de anterior, podría decirse que la mirada de la escritora Maite Núñez en su libro “Esta espera que lo envenena todo” (Editorial Base, 2025) bascula entre lo particular y lo general, o que de lo particular, de lo íntimo incluso, genera y cimenta lo múltiple, lo heterogéneo, lo plural. El volumen está compuesto por un total de 12 relatos breves absolutamente coherentes con lo que se espera del género, pero también podría entenderse como una novela fragmentaria, o un pequeño puzle que a lo mejor no siempre conviene resolver, porque nada que forme parte de lo estrictamente humano puede darse nunca por cerrado. Todos los textos pueden leerse de manera independiente, aunque al mismo tiempo sean evidentes las conexiones que existen entre unos y otros; de la misma manera, algunos personajes entran en contacto con personajes de otros relatos, en un proceso de entrecruzamiento y retroalimentación que evidencia la red de azares y necesidades que los acoge, red que, en resumidas cuentas, vendría a constituir ese tejido enmarañado e incomprensible que denominamos vida, o mundo, o sencillamente existencia.
Todos los personajes que aparecen en el libro viven en una ignota población denominada San Cayetano. Sus vidas no difieren demasiado de lo que podría esperarse de los habitantes de un entorno residencial urbano, aparentemente de clase media-baja, sin que se adivinen excesivos conflictos sociales. Pero esa normalidad aparente de pronto puede verse sacudida por una noticia inesperada o por sucesos que no resulta fácil asumir: una enfermedad sobrevenida, un deseo insatisfecho, las pequeñas mentiras que nos hacen soportar la levedad de la existencia, una duda que no se resuelve… A veces es sencillamente una comezón, una sensación ajena al ámbito de lo racional, un simple pálpito, lo que mueve a los personajes a ejecutar un movimiento de ruptura, una toma radical de postura. Nadie es del todo inocente ni tampoco inequívocamente culpable; al final las cosas son, están aquí, y hacerles frente puede convertirse en una tarea inabordable y descorazonadora. Vivir, parece decirnos Núñez, es ya de por sí, sin aditamentos extraños ni retorcidos juegos de guion, un arriesgado ejercicio de funambulismo.
El libro está escrito con rigor literario y oficio narrativo. No en vano, “Esta espera que lo envenena todo” es el tercer libro de relatos de la escritora barcelonesa, y constituye una prueba más de su talento para enfrentarse al relato breve. En este sentido, resulta más estimulante lo que no se cuenta, lo que apenas se sugiere, ese extraño magma viscoso que forman los afectos, los miedos, los silencios, las imprecisiones, las esperas con las que han de bregar los personajes, que el giro argumental que pueda dar conclusión a cada relato. La vida, parece decirnos Maite Núñez, es un misterio en sí misma, siempre surcada de enigmas que somos incapaces de resolver. A veces, con vivir sin más, con sobrellevar el día a día, tenemos más que suficiente. En resumen, un excelente libro de relatos que confirma a su autora como un referente en el género breve.