«Condenados», de Gustav Möller
JOSÉ LUIS MUÑOZ
La película danesa Condenados de Gustav Möller se mueve en los parámetros de la mejor tradición del cine carcelario, de la española Celda 211 o de la norteamericana La casa de cristal, por poner dos ejemplos. El thriller, áspero, violento e inquietante, bascula entre la película de venganza, la primera parte, y de redención, imposible, la segunda.
La vida de Eva (una Sidse Babett Knudsen inmensa que interpreta sin apenas gestualidad), una veterana funcionaria de prisiones, da un vuelco cuando entra en presidio Mikkel (Sebastian Bull Sarning, con el cuerpo completamente tatuado, produce escalofríos), un delincuente que ha asesinado de forma brutal a su compañero de celda en otra cárcel. La funcionaria, que esconde un pasado oscuro, pide que la trasladen al módulo de presos peligrosos en el que ha sido recluido Mikkel porque quiere confirmar una terrible sospecha que tiene desde que lo ha visto.
Gustav Möller describe y recrea a la perfección las rutinas del opresivo régimen carcelario, apunta a las tensiones entre Eva y su nuevo jefe de módulo, el estricto Rami (Dar Salim), y se centra en esa extraña relación de dependencia que se establece entre el ultraviolento Mikkel y la funcionaria Eva que, a su pesar, termina empatizando y hasta quiere redimir en algún momento al delincuente que tiene a su cargo abogando por algunos privilegios: un día de libertad vigilada para ir a ver a su madre.
Gustav Möller no deja que este thriller carcelario decaiga, mantiene muy atento al espectador en esa vinculación que existe entre Eva y Mikkel, subraya algunos de sus momentos álgidos (la furia con que Eva golpea a Mikkel; la funcionaria de prisiones sometiendo, mediante una estudiada humillación, al recluso), dibuja bien los personajes secundarios y extrae el máximo partido cinematográfico de este drama claustrofóbico filmado casi exclusivamente entre los cuatro muros de una prisión y que resulta muy realista.
El plural del título, Condenados, hace sin duda referencia tanto a ese preso sin posibilidad de redención como a la funcionaria que arrastra un drama personal del que tampoco se libra. Ambos no pueden escapar a un destino trágico y al encierro carcelario. Eva está tan encarcelada como Mikkel.