Un contratiempo en Palacio

Por Salomé Rodríguez Hage

 

Hadas espaciales, contratiempo en palacio copia

Ilustración de Stefan Turk para Un contratiempo en Palacio, de Salomé R. Hage.

 

Un contratiempo en Palacio
[2011]
Del libro Poemas de verano para niños

 

© del texto, Salomé Rodríguez Hage

© de la ilustración, Stefan Turk

 

A las 7 de la tarde de un último domingo de septiembre la reina Donata se acicalaba para acudir al Baile del Coriandoli cuando destapó su frasco de perfume y vio que de su interior salía un ejército de jirafas. La Reina, del susto, se puso a gritar de tal manera que todo el palacio se estremeció y empezó a tambalearse. Como la Reina no se callaba, el palacio siguió temblando y en uno de aquellos fuertes vaivenes se desprendió del suelo, dio tres vueltas sobre sí mismo y salió disparado hacia el Cosmos.

El Graciosísimo y Serenísimo Rey Otto, que leía su libro favorito de Astronomía, Diálogos con Casiopea, fue arrojado con brusquedad hacia un extremo del salón y permaneció allí, estampado contra el ventanal, admirando las bellezas del Universo.

La pequeña princesa Perestrina salió despedida hacia el techo de su habitación mientras cantaba la “Canción del Abecedario”:

 

La M corrió veloz a sentarse bajo el sol

La T salió en su busca atravesando el azul

 y llegó a la tarde de las hadas…

En el tiovivo de la infancia

las vocales despertaban.

 

El rey Otto, fascinado por tanta belleza allá arriba, sin dudarlo un instante, salió del Palacio al Espacio y ya no volvió más. Se transformó en una constelación que la Ciencia ha bautizado con el nombre de  “El Rey estrellado”.

Pasaron días y días y aquel palacio, que seguía deambulando como un fantasma sin rumbo por el Universo y tropezaba constantemente con estrellas, satélites, asteroides y cometas, se convirtió en un auténtico estorbo para el Cosmos.  Tuvieron que acudir las hadas espaciales a retirarlo de allí. Lo empujaron y empujaron entre todas hacia su planeta y, por cierto, era tan aparatoso  aquel palacio que había mandado construir la reina Donata, que las hadas quedaron agotadas y no pudieron hacerse cargo de más urgencias espaciales en muuuuuucho tiempo.

Para colmo, en el trayecto hacia el Planeta de las Hadas, la reina Donata, mareada como un piojo por tanto vaivén, salió a tomar el aire al jardín del palacio con tan mala suerte que cayó disparada a la Tierra y ¡pumba!, se quedó allí sentada  sobre la partitura de un músico prodigioso que dirigía un concierto infantil.

Y la princesa Perestrina, que permaneció sola en palacio, sigue cantando alegremente la “Canción del Abecedario” desde el Planeta de las Hadas:

 

Letras que aguardan impacientes

para formar un nombre infantil

en un regalo de Cumpleaños.

Cae una lluvia de verano

sobre el abecedario.

 

Después de muchos años, ni la Astronomía, ni la Física ni las Matemáticas han logrado explicar todos estos fenómenos que los niños sabiamente han llamado Magia.

 

 

 

 

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