2098, de Juan Pomponio
Habría que analizar porqué somos más propensos a las distopías que a las utopías. Quizá se debe a ese pesimismo crónico de la humanidad que nunca alcanza estas mientras aquellas cristalizan y se convierten en nuestras peores pesadillas. La historia de la humanidad va llena de ellas y el futuro, con tanta tecnología pero tan poco cultivo de la mente, no parece augurar nada bueno. El mundo es un hormiguero y las hormigas cada vez andan más enloquecidas.
2098 (Círculo Rojo, 2021) es una novela futurista distópica. La historia de la literatura universal rebosa distopías sobre todo en los dos últimos siglos, con los avances científicos, los cambios sociales abruptos y las posibilidades de otros mundos, desde La maquina del tiempo de H.G. Welles, distopía social (en uno de los mundos ideados por el escritor británico había dos sociedades bien diferenciadas, y los de abajo, los subterráneos Morloks, no tenían esperanza y eran primitivos que devoraban a los de la superficie, los Eloi) a 1984 de George Orwell, distopía política que presagiaba el nazismo y el estalinismo, el control absoluto del individuo por el estado. Tengo entre mis libros de cabecera joyas como La naranja mecánica de Anthony Burgess, Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? de Philip K. Dick, Un mundo feliz de Aldous Huxley y La carretera de Cormac McCarthy.
Lo terrible de la distopías es que se hacen realidad. ¿Hay mayor distopía, con toda la monstruosidad que supuso, que el III Reich? ¿Era concebible esa locura colectiva del pueblo alemán siguiendo la aureola de un iluminado totalitario? ¿Qué me dicen de Pol Pot en Camboya llevando el país al año 0 a través de un genocidio masivo de su población? ¿No es distópica la actual Corea, país de pesadilla cerrado a cal y canto y gobernada por un megalómano de opereta? ¿No fue distópica la llegada de Trump al poder y ese asalto al Congreso que propició? ¿Y qué me dicen de esta epidemia que se está cebando con toda la humanidad, ha cambiado nuestros hábitos sociales, se ha llevado a seres queridos y nos ha cubierto la sonrisa? La literatura va adonde la ciencia y la historia no llega o no se atreve, es premonitoria; la ficción navega por el mar de las hipótesis y, muchas veces, a través de ellas, se acerca a la verdad.
Eso hace el escritor argentino medio italiano Juan Pomponio (Berazategui, Argentina, 1966), profesor de yoga, viajero irredento que quema naves a su paso para no tener la tentación de regresar a puerto, poeta de la calle literal, autor, entre otros de los libros Salvaje, Fragua universal, Lluvias Torrenciales, La risa de la hierba, Naufragio de la escafandra, Yupi Kankay y Krishan. El hijo del sol, con la novela 2098 en la que retrata una sociedad que, en esencia, es una degeneración del que tenemos y vivimos día a día, con unas clases sociales tan marcadas como si el mundo fuera un gigantesco hormiguero y existiera una barrera infranqueable entre los Jerarcas y los Vulgares, los primeros con la categoría de príncipes, los segundos sin más horizonte que trabajar y obedecer sin cuestionar el orden establecido, como autómatas. Lo que muestra el autor argentino en su novela es una hipérbole de lo que ya estamos viviendo: la desaparición de los estados, engullidos por entes superiores, y la disolución de la democracia y su sustitución por una dictadura global en manos del Estado Mayor Jerárquico y el Consejo de Eruditos que interpreta las leyes y las aplica. En esa sociedad rígidamente estratificada que describe Juan Pomponio de manera minuciosa no existe el arte, ni la belleza, ni sentimientos, ni familias: sólo explotación; el placer sexual ha desaparecido, los nacimientos son por inseminación, según las necesidades de producción, sin que los cuerpos se rocen, y se llevan a cabo en factorías; los Obreros Vulgares, que no se rebelan jamás por el miedo al Pulverizador de Cuerpos y porque tienen insertado el chip de la obediencia, viven en barrios comunales y acuden a sus centros de trabajo en cintas transportadoras que remiten a Metrópolis, la genial película de Fritz Lang. Quizá estamos a un paso de ese mundo que minuciosamente describe Juan Pomponio en esta turbadora novela.
El conflicto en esa sociedad tan controlada y compleja, que no tiene enemigos visibles, se produce cuando hay un desajuste de ese sistema, cuando Greta, la hija del jerarca Tuck, descubre en sí misma un grado de humanidad y se enamora perdidamente de X5, un Vulgar que le recuerda a un antiguo actor de cine, y ese delito de amor, por el que serán juzgados, pondrá el orden establecido en jaque. Una brizna de esperanza se cuela en ese mundo tan organizado y jerarquizado, algo fuera de control, un sentimiento, el amoroso, que no se ha conseguido erradicar.
2098 es una reflexión sobre el mundo tecnificado que estamos creando, ajeno a la sensibilidad y la creatividad, orientado hacia la producción y profundamente materialista en el que prima el tener sobre el ser. La novela de Juan Pomponio es un aviso a navegantes, un ejemplo de literatura distópica que es también una denuncia social y un canto a esa misteriosa explosión de los sentimientos y los sentidos que llamamos amor, tan fuerte y descontrolada que dinamita todas las convenciones y puede cambiar el mundo. No perdamos la esperanza. En el fondo, Juan Pomponio es un optimista.