Formentera Lady, de Jordi Cussà Balaguer

Novela testimonial de un drogodependiente que toma el título de uno de los discos mágicos de King Crimson, testimonio musical de una década prodigiosa, la de los 70, con un mundo patas arriba: El Mayo del 68, la guerra de Vietnam, Berkeley, Woodstock, la música psicodélica y el hipismo.

Jordi Cussá Balaguer (Berga, 1961), autor de doce novelas, dos libros de relatos y un poemario, dramaturgo y actor, traductor al catalán de obras de Patricia Highsmith, Chuck Palahniuk y Truman Capote, entre otros autores, vivió en primera persona el espejismo de la heroína y el pozo de la adicción, y su experiencia, que ya reflejó en Caballos salvajes (2000), su primera novela, obra de culto de la literatura catalana por su retrato de la marginalidad, la revive de nuevo en Formentera Lady (2015), finalista del prestigioso premio en lengua catalana Creixells, que llega ahora traducida de manos de Sajalín, una de las mejores editoriales de este país, en su colección Al margen en donde encaja a la perfección.

Los sobrevivientes de una juventud frenética de los ochenta, que sucumbieron a todas las adicciones posibles (drogas, sexo y alcohol) y las gozaron hasta la extenuación, deciden, como exorcismo, en el meridiano de los cincuenta años, escribir un libro contando sus experiencias que se materializan en Formentera Lady, narración caótica que discurre entre Cataluña y las Baleares, en la isla de Formentera (More, la película de Barbet Schroeder musicada por Pink Floyd pivotaba en mi cabeza mientras leía esta novela), historias fragmentadas recopiladas por el personaje Niel, el literato del grupo, el alter ego de Jordi Cussà Balaguer, que recoge las voces de Ona, Asia, Renata, Angelica, Josep Selosca, Nicolau, nombres ficticios que emboscan otros reales, para reconstruir las lagunas del pasado en un juego memorialista que prima determinados acontecimientos y olvida otros.

El caos mental de los personajes yonquis de la novela, todos,   permea una narración que navega constantemente en medio de la tormenta. Formentera Lady narra el día a día de los adictos que entran en un bucle sin salida. Al borde de la hiperventilación, cogió la jeringuilla con dedos de mercurio y buscó una vena, un callo tierno, en el repliegue del codo izquierdo, porque en el derecho Joselis todavía tenía clavada la otra chuta y eso le parecía perfecto. De ese infierno que es la droga consiguen salir unos pocos: Y de gente que a pesar de todos los cálices y todas las hostias, hemos tenido la suerte de sobrevivir al paso por el infierno y …reciclarnos.

La droga, para los protagonistas de la novela, se convierte en un veneno que mata a largo plazo, y los que la utilizan, suicidas con poco apego por la existencia, de la que no esperan absolutamente nada, nihilistas totales. Lo hacíamos precisamente para no llegar al tedio decepcionado de los 50. Pero no tuve suerte con la guadaña de la muerte: siempre me libraba por un pelo.

Hay personajes cínicos y amorales en la novela: Huelga aclarar que, siempre que podía, las enganchaba a lo que fuese, preferentemente heroína esnifada, que las mantenía dóciles y calladas (él decía en conserva), y no las estropeaba hasta al cabo de seis o siete años, cuando ya les habías exprimido el juego y el jugo. Recetas letales para ir directamente al infierno: Se tragaron media botella de jarabe mientras acababan de llenar el saco: ocho cajitas de perduretas; tres de   ropinoles; media docena de   dixidrinas y cinco botes de máximamatos. Una fortuna en colocones variados para consumo propio, o en dinero en efectivo si lo ponían en el mercado. Hicieron ambas cosas, evidentemente. Y hasta reflexiones: Una de las cuestiones más difíciles de dilucidar respecto a los adictos, ya sea al caballo, al aguardiente o a las máquinas tragaperras, es cuántas veces hay que darles una segunda oportunidad.

Jordi Cussà Balaguer retrata ese mundo sórdido, un día a día que se repite, como el de la marmota, de seres que viven, si eso es vivir, por y para la droga y hacen lo que sea por conseguirla: En el punto 21, no era nada raro ver a Asun inyectandose con la pequeña en brazos, ni a Santi soltándole un coscorrón porque la niña esparcía mierda por el borde de los pañales. Unos personajes optan por trapichear, otros por prostituirse, para obtener drogas, los hay, incluso, que mueren, violentamente o a causa de sobredosis.

Formentera Lady, alejada de la canción de King Crimson que hacía soñar con mundos lisérgicos de hadas y colorines en un paraíso artificial construído a base de música y ácido, es un libro árido, con continuos saltos temporales, a ratos incómodo, en el que, sin embargo, abundan las frases brillantes: Mike y Gracia desapareciendo nadando sobre el esperma reluciente de la luna menguante / Levanté una ceja de arlequín y asentí con mirada de pierrot.

.

Formentera Lady está más próximo al no future del nihilismo punki que a la utopía hippie. La vida es así: un día todo y la mayoría miseria. Jordi Cussà Balaguer murió en 2021. La vida deja a veces cicatrices que no tienen cura. Formentera Lady es un testamento.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.