Soria en autocaravana


Conductor Miguel



SEMANA SANTA 2001



La provincia de Soria la vamos a patear casi en su totalidad, pues es nuestro deseo visitar Tierra de Pinares, Cañón de Río Lobos y parte sur de la provincia. Pero como hay lugares próximos que vale la pena acercarse, visitaremos algo de Burgos: Silos y alrededores (Covarrubias y La Yecla), y en Guadalajara, Sigüenza, así como algún lugar perdido pero con interés cultural, pues aunque no le he dicho, la mayor parte del viaje la vamos a dedicar a excavaciones arqueológicas y, el resto, a monumentos históricos de la vieja Castilla.

El quedar a trasmano de cualquier otro viaje hacia el norte de la península, hizo que quedara un tanto en el olvido, por ello es que hemos preparado y realizado este viaje con sumo interés y con el mayor entusiasmo.



PRIMERA JORNADA


Aunque no muy tarde, tampoco temprano, tomamos la A-2 allí mismo, en Vilafranca del Penedés, con rumbo a Zaragoza y la intención de poder llegar a la hora de la comida a la provincia de Soria, y sino es posible, en su proximidad. Sin embargo, el fuerte viento que nos ha acompañado durante toda la mañana, hace que el camino se haga con suma prudencia, y por ello lento.

Como sea que avanzamos a una velocidad que poco variaría con la de la carretera, optamos por salir a la altura de Fraga incorporándonos a la N II, ruta que seguimos hasta Alfajarín donde llegamos ya pasadas las 14 horas.

Aquí, en Alfajarín, hay un parador de carretera donde hacemos nosotros lo propio con la intención de descansar y hacer la comida. Yo ya conozco esta zona de parada, por los diversos viajes que he realizado a Madrid y sus proximidades.

Como es el primer día de viaje, todo estaba previsto para hacer la comida del día en nuestro vehículo, pero dado que hemos parado aquí, me decido por darle una sorpresa a Nieves. Nos dirigimos al restaurante y, antes de entrar, me informo de la disponibilidad del plato que llevo en mente. Consultan en cocina y me lo confirman (de otra manera, no hubiésemos entrado).

Nos han servido el primer plato, plato de la sorpresa: Borrajas con almejas. Temía que, tal vez, no le agradase a Nieves, pero le han encantado, después ella se ha pasado una dorada con un sofrito de ajos que ha quedado servida. ¡Perfecto!, La cosa empezaba mal por el viento, pero ha acabado fenomenal con la comida.

Descansamos unos momentos y proseguimos viaje. A la altura de Zaragoza, en el desvío que nos ha de llevar por la N 232 hasta el desvío de Gallur, encontramos un tramo en obras y nos despistamos, consecuencia: nos encontramos en el centro de la Capital. No hay mucho transito y, haciendo una pirula, encarrilamos de nuevo la ruta.

En Gallur nos desviamos por la N 122, ya camino de Soria, aunque tenemos prevista la visita a Tarazona, todavía provincia de Zaragoza. Este tramo ya lo hemos hecho sin que el viento nos molestase y con tiempo despejado que empieza a complicarse con unas gotas en esta primera parada. Tememos, por otra parte, que en la provincia de Soria se nos complique el tiempo, ya que durante los días previos al viaje, los metereólogos nos informaban de las fuertes lluvias que habían padecido en toda la provincia.

Tarazona es sede episcopal. Su origen, celtibérico, nudo de caminos de la antigua Roma, se encuentra, en su parte vieja, encaramada en un cinto de roca, en el que se sitúa el Palacio Episcopal, siendo sus muros, a la vez, pared y muralla.

Por unas calles muy típicas, vamos escalando poco a poco, y con un pequeño calabobos que nos va cayendo, llegamos a la altura del Palacio Episcopal que antaño fue residencia de los Reyes de Aragón.

Continuamos callejeando y visitamos lo que puede ser visitable. Hacemos un alto y entablamos conversación con una lugareña a la que, medio asfixiados por el esfuerzo de la subida, le decimos que ella estará ya acostumbrada a estas pendientes. Al igual que nos pasó en las Alpujarras, casi textualmente, nos dice que, a eso no se acostumbra ni Dios. Nos dice que solo baja a la parte nueva de la ciudad cuando necesita del médico.

Después de haber disfrutado de unas magníficas vistas desde la ciudad vieja, deshacemos el camino y llegamos a la nueva donde se encuentra la catedral, que es de un magnífico estilo mudéjar. Unas casas que vemos en forma circular, resultan ser la plaza de toros en lo que es su patio interior. Cruzamos el puente yapresuramos el paso, pues parece que la lluvia va arreciando, y nos dirigimos a la autocaravana, enfilando seguidamente el camino hacia Agreda, ya en la provincia de Soria.

Entrando en Soria, Castilla la Vieja, me voy a permitir nominar una buena parte de los pueblos que pasamos, aunque no nos detengamos, únicamente por el nombre que tienen y, que un muchos casos, no tienen desperdicio.



Ver mapa más grande


Entre Tarazona y Agreda, apenas hay 19 Km, que hacemos ya con una lluviamás intensa. Visto lo que hay, tememos que los metereólogos no acierten con la pronosticada mejoría del tiempo.

En Agreda ponemos gasolina en una estación de servicio que se encuentra justo a la entrada. Enfrente de la gasolinera hay una magnífica explanada donde presumimos podremos pasar la noche, y consecuentemente, aparcamos provisionalmente con la intención de visitar seguidamente la ciudad. Al gasolinero le hemos hecho el comentario de la lluvia. Nos dice que ha llovido por allí a mares. Le decimos que en Tarazona no les ha caído ni una gota y que llevan meses sin ver llover. Que lo de hoy era algo que esperaban con ansiedad, (lo que son las cosas, en pocos kilómetros, unos ahogandose y los otros sedientos). Por lo que respecta a la pernocta, nos dice que no habrá problema en que aparquemos allí delante.

Sin dejar el paraguas iniciamos la visita a media ciudad, la que se encuentra a este lado del río, el Queiles, y que es la parte vieja, la otra no merece la pena. Aquí hemos encontrado las ruinas del convento de los Templarios, pasamos por la típica judería y la Iglesia románica que esta bien conservada y donde están preparando la Semana Santa. Desde aquí, dicen, se contempla el Moncayo con toda su majestuosidad, pero nosotros no podemos verlo por lo cubierto que está debido a las abundantes nubes bajas que lo envuelven.

De regreso al vehículo, observamos una calle, muy en lo llano, y sin salida aparente, pero muy ancha. Parece el lugar idóneo para pasar esta primera noche del viaje. Entre otras cosas, por la tranquilidad, ya que donde lo hemos dejado, justo al nivel de carretera, presumimos que el ruido de los vehículos al pasar y también por ser lugar de parada justo frente a un hotel que hay allí, es totalmente seguro que los ruidos nos acompañarían casi toda la noche.

Después de este análisis, decidimos mudarnos a la calle que hemos descubierto mas abajo.

Seguro que acertamos.


SEGUNDA JORNADA

La noche, tal como habíamos previsto, fue de lo más tranquila. Amanecemos con un tiempo más estable. Parece que la lluvia ha desaparecido. De momento. Desayunamos y partimos hacia Soria, capital.

Así que entrados en la provincia, y pasado Ágreda, el primer pueblo que encontramos en un desvío, es “Conejares” y como a cinco kilómetros “Matalebreras”, esto antes de pasar el puerto del Madero, donde recuerdo del viaje anterior en 1976, que había una fuente en todo lo alto. Ahora no la he visto, tal vez por la mejora de la carretera y un posible desvío.

Ya en Soria, la primera impresión, no modifica en nada la que ya tuvimos en la pasada anterior el año 76. Es un pueblo grande. La información que tenemos es que sobrepasa ligeramente los 30.000 habitantes.

La ciudad está medio desierta. Es domingo y todo esta cerrado, solo se ven algunas personas vestidas de nazareno, que se dirigen hacia una iglesia próxima para el inicio de las celebraciones de Semana Santa.

Callejeamos un poco. Pasamos por el palacio de los Condes de Gomara (hoy Audiencia Provincial), que es monumento nacional. Su estilo, renacimiento, es de la segunda mitad del siglo XVI.

Seguimos por la calle Zapatería, que conserva algunos antiguos palacios y casones con blasones. Vamos paseando casi solos, únicamente hay un bar-pastelería, donde nos apetece comprarnos unas torrijas que hacía años no habíamos gustado. En esta misma calle nos paramos a contemplar un escaparate, con una presentación increíblemente singular, y con un gusto depurado a la vez que artístico.

No tendría nada de particular el ver un escaparate bien presentado, acostumbrados estamos a ello, si no fuese por la característica del comercio: Una charcutería. Presentaban productos selectísimos de toda la península, aderezados con una ornamentación fuera de lo común para esta clase de comercios.

Por la calle del Marqués de Vadillo hemos llegado a la plaza Ramón y Cajal, donde recabamos información turística. Entre otras cosas, detectamos que, si queremos visitar Numancia, debe de ser esta misma mañana, pues estará cerrado esta tarde y también lo estará mañana lunes todo el día, así que con la mayor diligencia hemos completado la visita matutina frente al Ayuntamiento, ubicado en una magnífica Plaza Mayor, clásicamente castellana.

En esta plaza hay, como no, una iglesia que es en la que se casó Antonio Machado con Leonor Izquierdo en 1.909 y a la que hace referencia en sus poemas.

A toda velocidad hemos partido para Numancia por la N 111, está bastante bien indicado pero, un cartel algo escondido por otra de unas obras hace que pasemos de largo. Como la referencia era el pueblo de Garray, que ya habíamos sobrepasado, vemos que hay que volver. Otra pirula de carretera, unos kilómetros extra, y encaramos el camino correcto.

Numancia es una ciudad celtíbero-romana, en la que se ubicaron los romanos tras el asedio por todos conocido. El cambio de pobladores modificó escasamente la forma de vida y las construcciones de los antiguos celtíberos.

Hay edificaciones reconstruidas, con las que podemos hacernos una idea de cómo era la vida allí y entonces, todo lo cual queda ampliamente explicado en el folleto que nos entregaron.

Regresamos a Soria y, antes de comer, visitamos extramuros, el monasterio y claustro de San Juan de Duero que está situado en el camino del Monte de las Animas. De ese monte, G.A. Becquer, publicó uno de sus relatos en Rimas y Leyendas. Del monasterio solo queda el claustro románico.

Visitamos igualmente el claustro de San Pedro. Este claustro es de un románico purísimo del siglo XII. La iglesia es la Concatedral de San Pedro.

Hemos realizado ya la comida del mediodía y nos prestamos a completar la visita a Soria.

Iniciamos la tarde visitando San Nicolás (en ruinas) y seguimos hasta el parque “El Castillo” desde donde contemplamos el Duero.

Quedan innumerables iglesias, pero pasamos de visitarlas, así que tomamos nuestro vehículo y continuamos un trecho, mas o menos a la altura de la plaza de Toros, para darnos una vuelta por el Parque de Cervantes. Pasamos por delante del Museo Numantino pero, como en Numancia, no se abrirá hasta el próximo martes. Lo dejamos para mejor ocasión.

Los días son muy largos y nos permiten aprovechar al máximo los itinerarios previstos, así que tomamos la N 234 hacia Burgos y hasta Cidones, donde nos desviamos en busca de la Laguna Negra, pasando por el embalse de La Cuerdadel Pozo. Este embalse es el mar de Soria, donde se practican toda clase de actividades náuticas.

El ascenso hacia la laguna, transcurre por hermosos pinares en un paisaje boscoso exuberante. Alcanzamos un lugar que es el aparcamiento y donde, según nos dicen, no se puede ir mas lejos. Tomamos pues el camino a pie, imaginando será corto. Nada de eso, supera largamente el kilómetro, en subida y, para mas inri, vemos como van subiendo otros vehículos. Está claro que hemos hecho el primo. Pero ya es tarde para retroceder y hemos continuado.

Ya en la base de la laguna, encontramos un poco de nieve para acceder al tramo final. No llevamos calzado adecuado, y Nieves sufre un poco para rematar la subida. Igual al descender. La vista es magnífica con un circo que se refleja en la propia laguna. Justo mas arriba, al otro lado de las peñas de este circo, está el nacimiento del río Duero.

En esta base, encontramos otro autocaravan socio del Lleure, con el que entablamos conversación. Ellos van en dirección a Cantabria, por lo que no hay coincidencia de ruta. Nos despedimos y comenzamos a hacer el retorno a pie, pero lo hago yo solo, le digo a Nieves que comienza el retorno que lo haga despacito y que yo volveré con el vehículo a buscarla, como así lo hacemos.

El descenso hasta Vinuesa es casi el mismo que el de subida. Solo en un pequeño trecho final es el que varia respecto al de subida.

En Vinuesa aparcamos en la forma habitual, o sea, en el primer lugar que encontramos y nos damos una vuelta por el pueblo.

Vinuesa es la llamada Corte de los Pinares, con construcciones típicas en piedra de sillería, balcones de madera y unas chimeneas cónicas que nos recuerdan mucho las del valle de Echo en los Pirineos. Hay una iglesia que visitaremos mañana.

De regreso, localizamos en lo que es la ciudad nueva, una calle perpendicular a la carretera, muy llana y nos ubicamos justo delante de una casa de pisos, pero con los bajos cerrados, así que sin molestar a nadie, estaremos acompañados.

Hay que decir que, el tiempo, ya se ha serenado y hemos tenido un día espléndido.


TERCERA JORNADA

Tras el desayuno, iniciamos la visita a Vinuesa de forma ya más turística.

La iglesia es magnífica y pequeña pero de tipo catedral, pues tiene tres naves con gruesas columnas y arcos apuntados construidos en el siglo XVII.

Un dato: Anoche, en la primera visita, vimos sentados en un bar dos turistas que parecían nórdicos y que se estaban tomando unas cervezas. Nada de particular hasta aquí, lo particular es que el turismo lo hacían en bicicleta. Esta misma mañana los hemos visto de nuevo en la puerta de la fonda donde, al parecer, habían dormido. En el subconsciente nos decimos adiós, pues vamos en direcciones opuestas.

Nuevamente en la ruta, adentrándonos en la Tierra de Pinares, pasamos Salduero y Molinos de Duero que fue uno de los pueblos de mayor importancia en la trashumancia y la arriería. De por aquí salieron los pinos que sirvieron de mástil a los buques de la Armada española. Es pueblo tradicional de la zona.

Llegamos a Covaleda que pasamos sin detenernos, pues el incendio que la destruyó en 1923, eliminó sus vestigios arquitectónicos. Sin embargo, su entorno si que es verdaderamente digno de ver. Sus pinares se hacen más espectaculares en la pista forestal que lleva hasta los Picos de Urbión, aunque nosotros no nos atrevemos a aventurarnos por ella, dado el tipo de vehículo. Continuamos hasta Regumiel de la Sierra, pasando con una breve parada en Duruelo de la Sierra, que es el último pueblo de la Provincia de Soria.

Regumiel de la Sierra, ya en la Provincia de Burgos, como pueblo carece de interés, pero posee una iglesia parroquial rodeada de tumbas antropomorfas. Por estos lugares, este tipo de tumbas es abundantisimo, por lo que solo vamos a visitar estas y las de Cuyacabras.


Aquí, en Regumiel, las tumbas tienen unas indicaciones donde se explica con detalle el origen y demás datos. Nos llama la atención el que haya unas que son llamadas olerdolanas. Caemos en la cuenta de que se llaman así porque las primeras de este tipo fueron descubiertas en Olérdola, justo al lado de Vilafranca del Penedés. Esta clase de tumbas, son las que tienen labrada la forma del cuerpo y la cabeza. Las otras son tipo ataúd.

Un poco mas arriba se encuentran las huellas de dinosaurio. Están rodeadas de una pequeña valla metálica, con el objeto de que no pasen las vacas que por allí pasturan sueltas, pero creo que más peligroso que esto, son los humanos que seguro harían mayores destrozos. Estas huellas superan los 160 millones de años. Casi nada.

Quintanar de la Sierra es pueblo ya más importante, y se aprecia en las varias serrerías que hay a lo largo de la carretera que la atraviesa. También tiene una iglesia rodeada de tumbas altomedivales, pero que no nos detenemos por ya tenerlas vistas, por lo que nos dirigimos hacia Cuyacabras.

Nos tenemos que desviar por una pista forestal que tiene algunos baches bastante profundos, pues los camiones que transportan la madera y su peso, en un terreno sólido pero ahora ablandado por las recientes y abundantes lluvias, los han hecho posibles.

Nos encontramos con un desvío en el que el indicador está tumbado en tierra. Se plantea la disyuntiva de elegir. Antes me apeo, leo el indicador y hago alguna deducción, que puede llegar a resultar errónea, al final opto por la intuición y decidimos tomar el camino de la derecha. ¡Hemos acertado!, Al final encontramos la ermita que sirve de referencia, y nos aventuramos por un bello paraje con pastos y vacas. Aquí seguimos igualmente la intuición, pues no hay indicadores.

Detrás de nosotros llega un coche con un matrimonio y un niño y seguimos el mismo camino. Al final hemos encontrado la Necrópolis de Cuyacabras que es la concentración de necrópolis y eremitorios más importante de la península.

Es impresionante por el emplazamiento y su magnitud. Tiene 166 tumbas, 13 nichos, todos ellos excavados en una extensa superficie rocosa, así como los restos de lo que pudo ser una ermita.

Su situación es en un amplio claro rodeado de un bosque tupido, en el que los pinos son su mayor exponente, pero en el que no faltan los robles, lo que le da un aspecto mágico.

Hemos entablado conversación con aquel matrimonio, que son gallegos. Hacemos algunos comentarios sobre estas tumbas, y también sobre su dimensión. La vista engaña y da la sensación de que los ocupantes eran bajos de estatura, pero a mí me consta que no, pues hice la prueba en Olérola y, en una que parecía pequeña, cabía yo perfectamente.

Regresamos por la pista forestal hasta alcanzar de nuevo la carretera camino ya de Neila, 17 kilómetros sin un solo pueblo, donde pretendemos subir a sus lagunas. Así que en Quintanar de la Sierra (curioso, todos los pueblos de aquí son: de la Sierra –faltaría mas-), tomamos el desvío hacia Neila.

El paisaje es maravilloso, siempre ascendiendo pues Neila está a 1.200 metrosde altura, aunque tenemos primero que superar el Puerto del Collado de 1.400 metros.

Cuando llegamos al desvío de las lagunas, vemos se trata de una pista forestal con un indicador donde dice que hay un 20 Km, por lo que no nos atrevemos a pasar dado lo avanzado de la tarde. Lo dejaremos para el siguiente día, ya que no hay mas remedio que regresar, pues en Neila se acaba la carretera.

Ya en Neila, nos situamos al final del pueblo, que atravesamos por una calle preciosa por sus balconadas y el particular empedrado del suelo. Muy arreglado y artístico.

Como queda algo de día nos damos una vuelta, y llegamos hasta la cueva donde nace el río Neila que, cuando entra en la Rioja, pasa a llamarse Najerilla.

En el nacimiento del río hemos entablado conversación con un matrimonio madrileño que se encuentran allí también de turismo. Hacemos una charrada bastante extensa y en la que sale a relucir el ascenso a las lagunas que pensamos hacer mañana. Nos dicen que ellos lo han intentado hoy y que han tenido que regresar por el hielo y nieve que había por las pistas forestales. En consecuencia, no tenemos mas remedio que reconsiderar y dejar de hacer esta visita, ya que ellos tuvieron problemas con un coche normal. Con nuestro vehículo sería todavía mas complicado.

Continuamos la visita a pie del pueblo y nos topamos con el ¿tonto? ¿loco?, del pueblo, que nos suelta una historia sobre que su mujer está en Nájera y no sé cuantas cosas mas, pero el resultado es que, al final, nos pide dinero. Una mujer, en un portal, nos hace señas de que no le hagamos caso y le dejemos. Nos vamos.

Ya situados en nuestro vehículo, prestos para afrontar la noche, veo unos chavales que están incordiando. Están tratando de desenroscar la antena de la radio. Les llamo la atención y se marchan. Mas tarde, ya oscurecido, sentimos un fuerte golpe. Nos han tirado una piedra y salgo. Veo que los chicos entran en el hostal que hay próximo. Mañana veremos los desperfectos y haré la reclamación.

A todas estas, al loco del pueblo, nos lo hemos topado varias veces. Está en constante ronda por el pueblo, incluso entrada ya la noche.


CUARTA JORNADA

Primera acción del día es comprobar los daños de la pedrada de ayer. Se nota un golpe justo al lado de la escalera de ascenso al techo, se ve que intentaban darle a la ventana posterior y erraron el golpe.

Me dirijo al hostal. Me dicen que allí no hay niños de las edades que yo digo. Les hago constar que es posible que no se encuentren allí, pero que mis ojos no engañan y que los vi entrar y NO salir. Me tengo que tragar lo que dicen. La mujer que me atiende, es una rústica simple que en su afán de demostrarmeque allí no hay niños, incluso me enseña una habitación para que viera que no había nadie, (¿?). Tengo que aceptarlo, no me queda otro remedio, pero le digo que no me haga pasar por tonto.

Por lo visto, el motivo de la agresión era simplemente por llevar matrícula de Barcelona. ¡Será posible!.

Continuamos nuestro camino un tanto cabreados, pero pronto nos pasa, viendo los hermosos paisajes y pinares que vamos dejando atrás, mientras descendemos camino de Salas de los Infantes.

En muchos trechos de ese camino, tenemos la impresión de estar dentro de la Selva Negra. Así son de altos, espesos y magníficos los pinares.

Otros catorce kilómetros sin un solo pueblo. Solo pinares. En Huerta de Arriba se acaba el descenso y la carretera discurre bastante llana, siguiendo el curso del río Urria.

Entre los dos pueblos de Huerta, el de Arriba y el de Abajo, en una pequeña recta, hay algo que me llama la atención. De inmediato paro el vehículo, tomo la cámara fotográfica, y le digo a Nieves que descienda rápido.

En sentido contrario viene un vehículo todoterreno que también se presta a detenerse, por lo visto ha visto lo mismo que yo. Cruzo la carretera y allí están: Una bandada de buitres leonados. Es impresionante. Deducimos que deben de estar dándose un banquete con algún animal muerto. La pena es que, ellos también nos han visto y, de inmediato remontan el vuelo. Lo hacen majestuosamente y el espectáculo que nos brindan con su vuelo es excepcional.

Continuamos nuestro camino. Pasamos Quintanilla de Urria, Barbadillo del Pez, Hoyuelos (de la Sierra) Arroyo de Salas, Castrovido y, por fin, Salas de los Infantes.

Una parada para hacer aprovisionamiento. Nos queda poco de la Provincia de Burgos que recorrer y en consecuencia, decidimos, después de asesorarnos sobre su conservación, comprar la morcilla de Burgos y un picadillo de chorizo. Este picadillo se vende como carne picada y que se fríe calentándolo solamente con un poco de agua, aunque el carnicero nos dice que si sustituimos el agua por aceite (poco), está más sabroso.

Hemos aparcado casi en el centro. Hemos perdido bastante tiempo con las compras pero hemos podido darnos una vuelta por el casco viejo.

Salas está junto al río Arlanza y es de origen muy remoto. Aun quedan resto de las construcciones romanas y árabes y una iglesia donde está enterrado el padre de los Siete Infantes de Lara, que son los que dieron el sobrenombre al pueblo. La iglesia está cerrada y no se puede visitar.

Salimos de Salas, por la N 234, dirección a Burgos, pasando por Barbadillo del Mercado, Cascajares de la Sierra hasta Hortigüela. Hemos tomado esta ruta, un poco mas larga, con el objeto de poder visitar el Monasterio de San Pedro de Arlanza, así que en Hortigüela tomamos un desvío, por una carretera pintoresca, dirección Covarrubias.

San Pedro de Arlanza, lo encontramos en una revuelta del camino, casi de improviso. Apenas se ve, ya que queda por debajo del nivel de la carretera y casi es una ruina. Aparcamos en un apartadero que han hecho y descendemos para la visita.

Pese a que hay un letrero con horario de visitas y nos encontramos dentro de ellas, no hay nadie que atienda en el habitáculo que han establecido, por lo que decidimos visitarlo por nuestra cuenta. Igual hace el resto de turistas que pretenden visitarlo y que muestran su descontento, pues hay que ir expresamente allí para visitarlo.

El paraje es muy bonito. El monasterio, o lo que queda de él, esta bien situado. Se encuentra al abrigo de los vientos castellanos y junto al río. Este monasterio benedictino, fue de los más importantes de Castilla. Lo hizo construir Gonzalo Fernández en el 912. Este Gonzalo Fernández era el padre de Fernán González. ¡Curioso!, el hijo se llamaba a la inversa del padre.

La desamortización de Mendizabal hizo que entrase en deterioro hasta su ruina actual que a mí me parece casi absoluta, ya que lo mejor del monasterio se lo llevaron: A Covarrubias o a colecciones privadas (llámese expolio).

Visto lo poco que hemos visto, partimos hacia Covarrubias, donde aparcamos en la Glorieta de Valcarcel, justo al lado mismo de la puerta de murallas donde, además, está la oficina de turismo.

Hacemos una visita completa. Todo el pueblo es pura arquitectura castellana, Plaza de Urraca o Mayor, Iglesia de Santo Tomás, que podemos visitar. Casa del Boticario que es una vieja mansión construida de entramado.

Seguimos por el resto de las murallas del siglo X, y torre de Fernán González y plaza del rey Chindasvinto, donde hay una estatua de la princesa Cristina de Noruega.

La visita a la iglesia de San Cosme y Damián, la realizamos con visita guiada. Nos muestran la antigua colegiata, que es de tres naves y hay un panteón de las familias nobles de la villa: Tres infantas que, al tiempo, fueron abadesas. Fernán González y su mujer Dª Sancha.

El claustro es precioso y es donde se encuentra el sepulcro de la infanta Cristina de Noruega que fue la primera mujer del infante Felipe (ojo al dato: no sé que me recuerda lo de Cristina de Noruega y Felipe), que era el hijo de Fernando III el Santo.

Después visitamos el museo que posee piezas interesnatísimas: Pintura, ropas litúrgicas, orfebrería, etc. Una vez mas nos quedamos con ganas de ver todo ello con mas detalle, pero las salas las van cerrando con llave tal como vamos pasando de una a otra.

Seguimos por la plaza de Dª Sancha, con su casa, y regresamos hacia la plaza Mayor, donde buscamos un restaurante para comer.

Encontramos uno donde comimos y salimos a tope, tras embucharnos una magnífica olla podrida.

Terminada esta espléndida comida –que no resulto cara-, regresamos al vehículo para descansar unos momentos. Aprovecho para poner un poco de TV y, sintonizando canales, me encuentro con la sorpresa de localizar uno polaco o checo. No entiendo demasiado el porqué. Supongo que se debe a los misterios de la naturaleza y de la técnica.

Tras ese breve descanso partimos hacia Silos. La carretera, también pintoresca, tiene un trecho de dieciséis kilómetros hasta nuestro destino, pasando por el pueblo de Retuerta.

Ya en Santo Domingo de Silos, visitamos brevemente la ciudad, que es lo que necesitaba el convento de seglares para su servicio. Es un interesante núcleo urbano, en el que no podemos obviar la visita al museo de instrumentos de música. No muy extenso, pero interesante, ya que posee instrumentos de toda época y origen, algunos de ellos bastante raros.

Previamente hemos aparcado en un lugar abierto, justo a la entrada, casi a las puertas del monasterio. Parece seguro y, en principio, puede nos quedemos a pernoctar.

Hacemos un breve descanso hasta que llegue la hora de asistir a uno de los cantos gregorianos que no nos queremos perder, aunque antes hemos visitado lo que nos han dejado ver del monasterio.

En la visita, también guiada, nos han explicado su origen visigodo y su estilo románico considerado una joya mundial de este estilo. Hacemos una visita mas detallada por todo el claustro, haciendo referencia a sus interesantes y artísticos capiteles, con cuatro relieves relativos a la vida de Jesucristo que hay justo en cada ángulo.

El techo es un artesonado mudéjar con escenas de la vida medieval. Continuamos la visita a la botica y al laboratorio. Contemplamos una extensa colección de tarros de farmacia de Talavera y el instrumental del laboratorio.

Existe, además, una sala donde acostumbra a presentarse alguna colección artística temporal. Hoy hay una de Miró, que no nos perdemos, pero de la que, al final, no nos resulta demasiado interesante. La hemos visitado por aquello de ser barceloneses.

No nos dejan visitar nada del resto del monasterio.

A las siete se cantan las vísperas, así que nos aprestamos a regresar a la iglesia. Nos proveen del folleto con los cantos en latín y su traducción al castellano, y que tratamos de seguir. Todo bien pero el final fue que salimos bastante desencantados. Tal vez porque esperábamos mas de lo que realmente se ofrece.

En tal desencanto, regresamos a nuestra casa rodante con un cierto desánimo. Todavía queda luz del día y el lugar de aparcamiento se ha convertido también en algo poco agradable por el fuerte viento que está soplando. Como sea que la intención es visitar La Yecla, que se encuentra a dos escasos kilómetros de aquí, optamos por cambiar de aires, en este caso muy apropiado, y nos vamos en busca de algún pueblo o aldea que nos ofrezca mejor resguardo y también tranquilidad.

Tras un intento fallido, y dejando un poco atrás La Yecla, localizamos un pueblecito (aldea) llamado Hortezuelos donde, con seguridad, vamos a pasar una noche tranquila. Solo se oyen animales de granja. Aparcamos delante de una casa deshabitada y frente a una casa muy de pueblo que sí que esta habitada, lo que nos da tranquilidad.


QUINTA JORNADA


¡Que bien hemos dormido!. La noche fresquita. La mañana también. Desayuno y a desandar los escasos kilómetros que hemos hecho hasta el punto que deseamos visitar.

Previo a un túnel, encontramos una explanada donde aparcamos. Estamos solos y todavía hace algo de frío. Cruzamos la carretera y nos disponemos para la visita de La Yecla.

Justo a la entrada del túnel hay una barandilla y el inicio de una escalera que nos lleva al tajo. Descendemos un tramo y contemplamos aquella insólita estrechez, por la que discurre el río y por la que nos veremos obligados a pasar; le insinúo a Nieves la posibilidad de no seguir, pero ya estamos allí y no vamos a perdernos la ocasión. El nombre del río, tiene algo de premonitorio y así se lo digo a Nieves para que se cuide. Este río es el MATAVIEJAS.

El desfiladero, que va paralelo al túnel, tiene unos 300 metros. Es un profundo tajo, tan estrecho que apenas se puede caminar. Lo recorremos por la pasarela de cemento que han construido. Hay momentos de dificultad para pasarlos. El viento, frío y acanalado, se nos va introduciendo en el cuerpo. El lugar es precioso e impresionante, tan impresionante que yo temo cualquier accidente y la consecuencia de que, por leve que sea, resulte una complicación grave, ya que estamos Nieves y yo absolutamente solos. El agua se ve en la profundidad y, de tanto en tanto, encontramos alguna pequeña cascada que nos salpica. Entretanto, avanzamos entre el rumor y el bramido del agua en su discurrir por aquel paso tortuoso que, con los siglos, ha conseguido abrir el río, y que resulta en algún momento ensordecedor.

La verdad es que no tenemos vértigo, pero para personal con él o acompañados de niños pequeños, es un verdadero desafío y una tentación al peligro.

Ha existido, como digo, momentos de temor, mas que nada, y como decía, por estar tan solos en aquel lugar tan recóndito, pero hemos llegado a su final y el resultado, después de respirar profundamente es: Que ha valido la pena. Un bonito espectáculo.

Dejo a Nieves un poco antes de la salida del túnel, al abrigo del frío viento y me dirijo a la caravana por el interior del túnel (solo dos alternativas: volver por el tajo, o cruzar el túnel).

La carretera es de doble dirección y el túnel ocupa justo los dos carriles. Voy provisto de linterna y me adentro en él con el máximo de precauciones, pues aunque no hay tránsito, en cualquier momento puede aparecer un vehículo y darme el susto.

Lo cruzo sin novedad y, justo cuando acabo, empiezan a aparecer coches en ambos sentidos. Solo son tres o cuatro pero me siento mejor ahora que ya me encuentro fuera.

Vuelvo a cruzar el túnel, ya motorizado y recojo a Nieves. Ponemos un poco de calefacción para entonarnos. Nos vamos ya hacia el Parque Natural del Río Lobos.

La ruta discurre por Carazo hasta Hacinas donde retomamos la carretera Burgos-Soria. Pasamos La Gallega y Hontoria del Pinar, con lo que, nuevamente entramos en la provincia de Soria. Seguimos hasta San Leonardo de Yagüe donde solo hay los restos de su castillo, así que, sin detenernos, pasamos y nos desviamos por la carretera hasta Casarejos y allí, nuevo desvío dirección El Burgo de Osma.

Existe una depresión que es el Cañón de Río Lobos. Ahora nos encontramos en su parte superior. El descenso lo es por la llamada Cuesta de la Galiana, pero antes hacemos la parada obligada en el mirador que hay antes del descenso y que tiene el mismo nombre.

Desde este mirador, casi se ve todo el Parque Natural. Una atalaya inmejorable para contemplar todo su esplendor y, como no, el vuelo de los buitres leonados, planeando incansablemente.

Iniciamos el descenso. Una bajada de fuerte desnivel y curvas muy cerradas que nos sitúan a nivel de la entrada al Parque, que se encuentra en plena curva. Nos adentramos por la pista hasta el aparcamiento que se ha habilitado y que es el final permitido a los vehículos. El resto es a pie.

La longitud total del cañón es de 25 kilómetros, pero el recorrido que se hace a pie es solo de 11 kilómetros, así que si los hiciéramos, entre ida y vuelta serían 22, demasiado para nosotros. Por ello es que renunciamos a hacerlo en su totalidad y nos conformamos con llegar solo hasta la cueva Grande y ermita de San Bartolomé, total unos cinco kilómetros ida y vuelta. Suficiente.

El paraje es un profundo cañón de típico paisaje cárstico, de variadas y coloristas formaciones, donde se han originado un laberinto de cuevas a distintos niveles y algunas de ellas, nos dicen, se comunican por profundas simas.

La cueva que visitamos se llama la Gran Cueva y su entrada es de enormes proporciones. A medida que avanzamos se estrecha y llega un punto en el que hay que avanzar con dificultad. En esta cueva hay un indicador sobre la existencia de pinturas rupestres que nosotros no alcanzamos a ver, por mas que intentamos localizarlas.

Hacemos una visita entorno de la ermita de San Bartolomé. Esta ermita formó parte de un conjunto formado por el monasterio Templario de San Juan de Otero. Ascendemos a El Balconcillo, que es un mirador a través de unos orificios que se han producido en la misma roca caliza de que está compuesto todo el entorno.

Con cierta parsimonia y saboreando el paseo, regresamos hasta el aparcamiento, donde ya habíamos hecho la comida del medio día, por lo que solo nos queda volver a la ruta.

A la salida del Parque, en este caso es porque veníamos de dirección opuesta, por lo que deberíamos decir “a la entrada”, y un poco antes de Ucero, se encuentra el Centro de Interpretación de la Naturaleza.

El Centro de Interpretación está muy bien montado, se explica tanto la flora como la fauna y también la geología del cañón. La visita es muy didáctica y la hemos realizado pausadamente y con detalle, o sea, al ritmo marcado por Nieves, y en el que nos leemos hasta los letreros de WC. A la salida hay una piscifactoría para repoblación de los ríos y que se puede visitar también, aunque no lo hacemos. Ya hemos visto otras.

Tras esta parada intermedia, y rodando paralelo al río Ucero, tomamos rumbo al Burgo de Osma, que está no más de 10 kilómetros. Pasamos junto a los pueblecitos de Valdemaluque, Valdelubiel y Barcebalejo. Al Burgo llegamos con tiempo y luz suficiente como para hacer una visita. Previamente nos hemos dado una vuelta en busca de aparcamiento. Nos hemos introducido en el ensanche de la ciudad, que resulta ser mas bien una urbanización con casas unifamiliares que son casi mansiones. No nos parece el lugar adecuado para quedarse y continuamos, Encontramos un amplio aparcamiento, bien acondicionado, justo al lado de la carretera de La Rasa y que se llama de “La Dehesa”, y en el que ya se encuentran estacionados algunos autocaravan. Uno de ellos es de Barcelona y socio del Lleure, pero que en aquel momento no están.

El origen de esta ciudad, fue primero en Uxama, celtíbera y romana, después en el medievo fue Osma y ya mas adelante, con el avance del cristianismo, se convirtió en la eclesiástica villa episcopal de El Burgo de Osma. Lo curioso es que las tres ciudades siguen existiendo de forma independiente, tocando una casi con la otra, aunque Uxama se encuentra en una colina y las otras dos en el valle del río Ucero, separadas por éste.

La vuelta que giramos por la ciudad la hacemos con poca gente en las calles, y con todo el comercio cerrado, así que hemos disfrutado de la arquitectura de contenido histórico y monumental.

La visita la hacemos pasando por el Hospicio que no se puede visitar por ser la residencia de Minusválidos Psíquicos (antes, tontos). Lo curioso de este edificio es que tiene tantas ventanas como días del año, o sea, 365.

La plaza mayor, es de casas porticadas, donde se encuentra el antiguo Hospital de San Agustín, ahora centro cultural y donde hay una exposición que visitaremos mañana, dentro del horario que hay establecido, es de estilo barroco y data del 1700 y también, en esta plaza, se encuentra el Ayuntamiento.

Continuamos por la calle Mayor que tiene soportales en toda su longitud, con pilastras de madera y de piedra, aunque solamente en uno de sus lados. En esta calle se encuentra el Palacio Episcopal. El recorrido nos lleva hasta la Catedral y su plazoleta con casas porticadas que, en su día, pertenecieron a los canónigos. Esta plazoleta desemboca en una puerta muralla por la que dejamos la ciudad. Da la casualidad de que, traspasando la puerta y cruzando un puentecillo peatonal sobre el antiguo foso, nos encontramos justo delante de donde tenemos aparcado nuestro vehículo.

Cuando ya estamos preparando la cena, llaman a la puerta, son nuestros correligionarios del Lleure. Son de Vilanova i la Geltrú y quedamos en hacernos una visita después de cenar.

La velada la hemos hecho en su A.C.. Ellos van a Zamora, de donde es originaria la mujer y nos dicen que ellos hacen siempre esta parada intermedia, y que saldrán mañana temprano para hacer el resto de su ruta.


SEXTA JORNADA


Cuando nos levantamos ya no están los de Vilanova. Desayunamos y comenzamos la visita cultural de la ciudad.

Todavía no es hora de visitar la Catedral, así que nos daremos una vuelta, subiendo hasta el Seminario y calles aledañas, para regresar en hora a la visita, que es guiada.

En la capilla Mayor está el libro del Beato de Osma que data del 1.086. La Capilla Palafox y, posteriormente salimos hasta el claustro, con visita al Museo Diocesano. Todo este conjunto no se debe de dejar de visitar. Nos ha satisfecho notablemente, y el único defecto que hemos encontrado, es el de todas las visitas guiadas, en las que todo se explica muy deprisa y no dejan margen para contemplación mas distendida.

Hemos recorrido de nuevo la calle Mayor que, en esta ocasión, estaba abarrotada. Hemos hecho alguna pequeña compra y hemos visitado la exposición en la plaza Mayor.

Al término de esta visita, nos hemos dedicado a buscar un restaurante donde comer y hemos llegado hasta la Universidad de Santa Catalina, con fachada plateresca y donde hemos hecho un pequeño descanso, continuando seguidamente la búsqueda de un restaurante.

Al final, en una pequeña puerta encontramos el Bar – Asador “El Arco”. Todavía parece algo temprano para comer, por lo que pedimos hora. Nos dice la mujer que nos recibe que, ahora tiene alguna mesa disponible pero que mas tarde lo ve complicado. Nos decidimos y nos quedamos pensando que, mientras pedimos y nos lo traen será ya la dos de la tarde, ninguna deshora.

Entre Nieves y yo nos hemos pasado medio cochinillo al horno que estaba hecho divinamente. A Nieves ya la había convencido de que el lechón, era eso y que no tenía nada grasiento.

Hemos comido tan bien que, tal vez adivinándolo en nuestra cara, la mastresa nos ha pedido que pusiéramos en una tarjeta nuestra opinión, que ella la colgaría en un tablón situado a la entrada donde nosotros ya habíamos visto otras.

En esa tarjeta escribí algo así como que si Segovia tenía la fama, dos de Barcelona que habían catado ambos, el de El Arco tenía la mayor puntuación. Naturalmente que la escritura de ese texto fue en un tono mas en prosa del que aquí hago.

Tras esa suculenta comida y un breve descanso, salimos hacia Uxama, que está como a dos kilómetros, siguiendo por la N-122 dirección Valladolid, y en la que se coge un desvío por pista forestal en lo que se llama el Alto de la Mina.

Uxama Argaela, ciudad celtíbero-romana está en lo alto de un cerro. Fue importante en la misma época junto a Numancia y Tiermes y en ella se contemplan los restos de construcciones públicas y privadas. En lo mas alto del cerro, restos de un castillo árabe desde donde se aprecia una bonita perspectiva de El Burgo y de Osma, así como la ribera del río Ucero.

En Uxama, nuevamente hemos hecho una visita pormenorizada, al ritmo impuesto por Nieves. Esta visita ha sido bastante larga porque hemos tenido que caminar bastante, pues no olvidemos que se trataba de toda una ciudad, y que no habiendo guías, todas las explicaciones estaban en unos soportes y había que leerlas.

Tras esta interesante visita, partimos con dirección a Tiermes. He hecho un estudio previo de la ruta, viendo que hay un camino que acorta bastante hasta ese destino, así que vamos hacia allí, por allá.

Tornamos a El Burgo y nos desviamos por la carretera SO-160, que lleva a Gormaz.

Tal como vamos llegando a Gormaz, se aprecia la silueta de su castillo, con sus impresionantes murallas. Se encuentra situado en un extenso y elevado cerro, (958 m) al que accedemos por una estrecha carretera.

El castillo está deteriorado, pero se ven y aprecian muy bien las diversas estancias, sus torres y troneras. Las vistas son magníficas, pero también el vientecillo que sopla hace que apresuremos y no nos entretengamos demasiado. Este castillo fue construido en la época califal del siglo X y era recinto defensivo contra los cristianos. La conquistó Alfonso VI en 1059 y la cedió al Cid posteriormente.

La visita termina y empezamos a considerar la posibilidad de quedarnos a dormir en Gormaz. Pero el pueblo es muy pequeño y no vemos alternativas posibles donde ubicarnos, así que continuamos ruta.

En esta ruta vemos un indicador que dice: Recuerda. Y de pronto me acuerdo del chiste que dice Recuerda 50, y así sucesivamente bajando velocidad. Pero no, Recuerda, de verdad, es un pueblo. Sin embargo, no llegamos a él, pues un poco antes está el desvío que he elegido para llegar a Tiermes.

Este camino que ahora hemos tomado, es bastante estrecho, pero en muy buen estado. Seguimos hasta que llegamos a un pueblecito que se llama El Fresno de Caracena. Aparcamos justo a la entrada, al lado de unas máquinas agrícolas, y empezamos nuestra visita ocular.

El pueblo, siguiendo la calle, casi se acaba de inmediato. Así de pequeño es, pero hemos visto un lugar mas apropiado para pasar la noche. Un pequeño aparcamiento donde hay unos coches y donde podemos situar el nuestro. A un lado de la calle, unas casas, al otro el aparcamiento y un poco hundido, unas huertas y un corral de ovejas.

El lugar es bucólico y nos agrada, así que decidimos ubicarnos aquí.

Nieves está preparando la cena. Entretanto, me decido a dar una vuelta. No hay nadie por aquellos lugares, pero de pronto vea venir cuatro personas a las que me decido a abordar. Nieves me dice que para qué, pero yo sigo con la idea y les espeto: ¿Cuántos habitantes hay aquí?. Respuesta: VEINTE. Yo: pues esta noche seremos 22.

La conversación continua. Son un matrimonio con su hija y su marido. Resulta que los mayores son de allí y tienen una casa, pero que viven en Barcelona, cerca de la Plaza España. ¿La conocemos? Respuesta: ¡Pues claro!. Somos casi vecinos.

El haberlos abordado ha sido providencial, pues después de decirles cual era nuestra intención de ir hasta Tiermes por allí, nos dice que, imposible. Las numerosas lluvias que ha sufrido la provincia de Soria, han hecho que este tramo de carretera sea intransitable. Solo van los más atrevidos y en vehículos 4×4. Decidido, mañana daremos media vuelta, al fin y al cabo, entre ida y vuelta. En este tramo habremos hecho 18 kilómetros extras, pero la tranquila noche que promete vamos a pasar, nos compensará, y el resultado es que habrá valido la pena.


SEPTIMA JORNADA


¡Que noche más tranquila!. Solo hemos oído algún balido de oveja. Nada de coches ni personas.

Deshacemos lo andado hasta próximo a Gormaz, continuando en dirección a Recuerda. Hay una buena perspectiva del castillo de Gormaz y nos detenemos para hacer una foto. Seguimos por Galapagares, Nograles, Sauquillo de Paredes hasta que, un par de kilómetros antes de llegar a Retortillo de Soria nos desviamos hacia la derecha en busca de nuestro objetivo. Pocos pueblos en este nuevo tramo de carretera: Tarancueña y Rebollosa de los Escuderos, hasta que encontramos un nuevo desvío que, por pista forestal, nos lleva hacia los Yacimientos de Tiermes.

Este yacimiento son las ruinas de TERMANICA. Esta ciudad celtibérica, poblada por los Arévacos, constituyo junto con Numancia, los dos pueblos que mayor resistencia se enfrentaron a la máquina militar romana, con fiereza inusitada.

Su origen, según los restos arqueológicos encontrados, son de la edad del bronce, y se ven en la necrópolis celtibérica.

La visita es también guiada y requiere calzado cómodo, ya que hay que subir y bajar por los distintos niveles, a través de sendas polvorientas.

Por lo que se refiere a nosotros, hacemos constar que, lo más significativo son los restos de la etapa romana. La ciudad romana está situada en tres terrazas y en la llanura. Son casi en su totalidad construcciones públicas, con el Foro Imperial, zona religiosa, etc., pero lo más impresionante es el acueducto. Sus galerías, excavadas en plena roca, las que pudimos recorrer en gran parte ayudados de linternas que portaba el guía y que, de verdad, impresionaba. No apto para claustrofóbicos.

Terminada la visita, regresamos nuevamente hasta Retortillo y de allí, por Miedes de Atienza, Alpedroches y Tordelloso, hasta Atienza.

Atienza está a 1.169 m de altura. Es monumento Histórico Artístico Nacional, y es una ciudad histórica castellana destacada, pues en la Edad Media alcanzó gran esplendor. Hemos llegado a esta ciudad por un repecho de la carretera que va a Soria, y hemos aparcando en un lateral de la misma en un alto en el que el viento soplaba fuerte y, además, frío.

La visita la iniciamos por un paso muralla y desembocamos directamente en la Plaza de España, donde se encuentra el Ayuntamiento, edificios soportalados y casonas blasonadas con escudos medievales. Seguimos por el Arco de San Juan o de Arrebatacapas (este nombre es por lo acanalado del viento, cosa que ya habíamos podido comprobar). Este arco era la antigua puerta de muralla.

Continuamos por una calleja empinada y entramos en una tienda que parecía un zoco, abarrotada de multitud de cachivaches, artículos alimenticios y otros destinados al consumo del turista. Tuvimos una pequeña charla con el tendero y su mujer, nos hicieron un breve comentario de lo que se podía visitar y, en compensación, compramos algunas cosas, entre ellas un kilo de miel de la Alcarria a precio increíblemente barato.

La recomendación más importante fue la Iglesia Museo de San Gil, que alberga pintura, escultura, orfebrería, religioso, paleontológico y arqueológico, todo un batiburrillo, pero muy interesante. Esta visita fue, faltaría mas, minuciosamente recorrida por nosotros. Hay otra iglesia-museo, la de S. Bartolomé que está cerrada ya, por lo que no la pudimos visitar.

No ascendimos al castillo que quedaba bastante alto y que, por su aspecto exterior, en el que destaca la torre del homenaje, no nos ilusionaba demasiado hacerlo, además de que el fresco vientecillo que soplaba, no animaba tampoco a ello.

Resto de la visita fue el callejeo que nos relajó y del que disfrutamos placenteramente. A destacar, un total de 9 iglesias o ermitas en un pueblo que no debe de sobrepasar los mil habitantes.

Como podemos, damos la vuelta al vehículo y emprendemos marcha hacia Sigüenza. Pasamos por Cercadillo, Imón, Riotovi del Valle y Sigüenza.

En Sigüenza, aparcamos donde primero podemos. Resulta ser una calle principal, en concreto la Avenida de Pío XII, justo al lado del seminario. Muy céntrico.

Tenemos tiempo de darnos una vuelta. Todo está preparado para la procesión. Nosotros nos regresamos para la pernocta. Ya estamos casi a punto de dormir, cuando empieza a pasar la gente, mucha gente, que regresan de la procesión. El resto de la noche será lo tranquila que puede resultar, en una avenida principal, en una ciudad medianamente importante.


OCTAVA JORNADA


Amanecemos y nos damos cuenta de que estamos aparcados delante de una tienda de ultramarinos muy pueblerina. El tendero nos mira de mala manera, porque le tapamos con nuestra mole toda la perspectiva. No hacemos caso y nos vamos a completar la visita a Sigüenza, prometiéndole que pronto nos iríamos, pero nos sigue mirando mal.

Sigüenza está junto al Manzanares, como Madrid, y está a una altura de 988 metros y en pendiente, así que, desde la Catedral, de estilo románico, y que visitamos con detalle, excepto el Tesoro. Justo enfrente, está el Museo Diocesano que también hemos visitado, aunque un poco mas tarde y ya de vuelta del resto de la visita.

Casi tocando a la Catedral, está la Plaza Mayor y, por la calle de igual nombre, vamos ascendiendo por empinadas calles hacia el Castillo. Nos topamos con una chica suramericana que nos pregunta por el castillo. Parece que desea entablar conversación, pero hay algo que no nos “entra”, así que tratamos de escabullirnos, lográndolo al fin.

Solo exteriormente, pues están cerrados al público en esos momentos, podemos visitar la Casa del Doncel, la Plazuela de la Cárcel, y accedemos hasta la plaza del Castillo, al que echamos una ojeada al patio de armas, ya que actualmente es uno de los Paradores de Turismo.

Conforme vamos descendiendo, visitamos la Puerta de Hierro y el Arco del Portal Mayor, que rematamos con la visita antes dicha al Museo Diocesano. Por la calle Cardenal Mendoza y el Humilladero desembocamos en el lugar de nuestro aparcamiento.

Antes de partir, hacemos alguna compra en el establecimiento que hemos mortificado con nuestra presencia, en cierto modo como compensación, y emprendemos de nuevo la ruta hacia el Yacimiento de Ambrona.

Por una carreterilla que discurre paralela al ferrocarril pasamos por Alcuneza, Horna y Torralba del Moral, hasta que un poco antes de Ambrona, encontramosel Yacimiento-Museo de Ambrona, con excavaciones de restos de unos 400.000 años.

Hay un pequeño museo con materiales y utensilio de sílex que se estima son del Paleolítico inferior.

En otro lugar cubierto, se encuentran los restos de diversos animales, los cuales han sido clasificados y detallados justo en el mismo lugar en que fueron encontrados.

En todo este entorno, lo que más abundan son los restos de elefantes que fueron antecesores de los actuales, aunque de mayor tamaño, pues un macho adulto podía sobrepasar los 4,5 metros de alzada y las 5 toneladas de peso. Nos hemos hecho una foto ante la reproducción de un ejemplar y con alguna prisa, pues encontrándonos en un alto, el viento que sopla es bastante fuerte y cortante.

Terminada la visita, sin movernos del lugar, y aprovechando que es la hora en que cierran y se van todos los –pocos- visitantes, hacemos nuestra comida en el interior del vehículo, a resguardo del viento y al calorcillo del sol que entra por nuestra ventana, después de haber situado adecuadamente el vehículo.

Para ir de Ambrona a Medinaceli, próximo destino, en línea recta no más de 6 kilómetros, la carretera nos lleva por vía obligada hasta Miño de Medina, para después, en una casi recta de ocho kilómetros, alcanzar Medinaceli.

La primera parada la hacemos justo delante del Arco Romano, aunque seguidamente trasladamos el vehículo a un aparcamiento que hay muy próximo y amplio y que es el Campo de San Nicolás, pues nos daba pena el dejar aquel voluminoso trasto delante de semejante reliquia.

Medinaceli es una urbanización que no ha cambiado básicamente su estructura medieval, ya que la extensión la ha hecho allá abajo, en el valle, buscando el negocio que proporciona el paso por allí del F.C. y carretera de Madrid a Barcelona, o viceversa.

Siguiendo el itinerario marcado, hemos podido visitar, en poco tiempo, toda la ciudad y sus más destacados monumentos. Lo que más nos ha impresionado de todos ellos, ha sido el mosaico romano que se encuentra justo detrás del Palacio Ducal, este está en la Plaza Mayor, donde también se encuentra el Taller de la cultura que también hemos visitado y donde hay algunas reproducciones de los modos de vida en la ciudad en tiempos pretéritos. Pasando sucesivamente por las zonas Paleolítica, romana y medieval.

Es curioso que, encontrándose en la ruta Madrid-Barcelona, tanto Medinaceli como Santa María de Huerta, y por la que hemos pasado numerosas veces,jamás nos habíamos detenido para visitarlas. Santa María de Huerta porque se trataba de un convento y Medinaceli porque se hacía una parada intermedia para descanso y nos conformábamos con contemplar, allá arriba, el arco romano de triple arcada, y que es el único en la Península de estas características.

Descendemos de aquel alto en busca de la N-II, digo la N-II y no la Autovía, porque hemos utilizado el trayecto antiguo de esta vía para ir a Santa María de Huerta, que es nuestro destino final en esta jornada, y al que hemos arribado pasando por Lodazares, Caversún, Jubera, Somaén y Arcos de Jalón.

En este descenso hemos encontrado una fuente donde hemos aprovechado para reponer nuestro depósito.

Hemos situado la A.C. en el aparcamiento que hay junto a la estación de F.C., y nos hemos ido rápidamente hacia el Monasterio, con el fin de visitarlo esta misma tarde. No lo conseguimos por estar ya cerrado a las visitas, así que mañana lo haremos y a una hora muy concreta y con tiempo ajustado debido a las celebraciones de los monjes.

Nos ha parecido que podíamos tener algún problema con el ruido de los trenes al pasar tan próximos a nuestro aparcamiento, pero hemos considerado que, tal vez, no serían muy ruidosos al no hacer paradas en esta estación casi ningún tren.

Ha habido un momento que hemos temido lo peor en cuanto a ruidos, pero no por el tren, sino porque, al parecer, este aparcamiento era el centro de encuentro de la juventud lugareña. Mas tarde, cuando ya estabamos a punto de ir a dormir, se marcharon, por lo que la noche se presentaba ya mas tranquila.


NOVENA JORNADA



El Monasterio de Santa María de Huerta fue fundado en 1162 por la Orden del Cister y su vida, hoy, sigue siendo monástico-contemplativa.

A las 10 en punto estamos en la puerta, pues solo hay un tiempo ajustado para la visita, ya que a la 10,45 los monjes tienen oración.

Pagamos la entrada a un monje muy joven, el cual nos facilita un folleto para hacer el seguimiento de las diversas salas del Monasterio, la totalidad de la planta baja, pues la planta alta es la que ocupan los monjes. Ese folleto nos ha resultado de gran utilidad. A diferencia del de Silos, aquí sí que hemos podido disfrutar a nuestro aire de la visita y, todavía más, nos hemos topado con un monje que nos ha dicho que si conseguíamos completar un grupo de quince, nos pasaría un audiovisual.

En esta visita nos ha llamado la atención el ver cuatro jóvenes, dos de ellos de paisano, pero con una gran cruz colgando del cuello, y otros dos con hábitos de novicio. Se encontraban reacondicionando la iglesia tras las celebraciones de la Semana Santa.

Como digo, tras la visita a placer del Monasterio, hemos quedado a la hora convenida en la puerta de entrada a la sala del audiovisual donde nos esperaba el monje. Como completábamos el número requerido, nos ha hecho pasar a la sala. Realmente ha sido magnifico e interesante este audiovisual, que es un recorrido por la historia del cister, desde su fundación.

La salida se hace por un pequeño local que los monjes han habilitado como tienda de souvenirs. El negocio es el negocio. En el mostrador de pago, ya en la última puerta, encontramos al mismo monje joven que nos vendió la entrada. Entre otros comentarios, nos dice que tiene veintisiete años. Que es el taquillero. El encargado de la tienda (buen comerciante, sabe vender) y, además, es el que toca el órgano y también canta.

A este joven monje le acribillamos a preguntas hasta que nos dice en un lenguaje muy abierto, que apresuremos, pues tiene que salir pitando para la celebración monjil, no obstante todavía tenemos tiempo de preguntarle si no esta cansado de tanto rezo. Nos dice que sí, que se reza demasiado. Todo ello sin dejar de atender las ventas. Nosotros compramos carne de membrillo hecha por ellos (¿?), Y un librillo de la Regla de San Benito.

Verdaderamente, esta visita, ha sido completa y muy ilustrativa.

Iniciamos una nueva etapa, esta vez sí por la Autovía hasta Calatayud, donde Nieves tiene mucho interés por visitar la antigua Bílbilis.

Como es natural, la visita se orienta hacia la parte antigua con parada en la parroquia de San Juan el Real, que hemos podido visitar y donde hay obras atribuidas a Goya.

Esta ciudad le ha parecido a Nieves muy grande. Le digo que, según datos de la Guía Campsa, Requena es mayor. No se lo cree. En septiembre, que iremos, lo podrá comprobar.

Hemos buscado un lugar donde comer y, sin otra espera (hacía mucho calor), volvemos a coger rumbo. Esta vez pensando pueda ser la última etapa de nuestro circuito.

Otra de las paradas que Nieves tiene interés en hacer es Fraga, así que llegado que hubimos, tras el lógico aparcamiento, aunque un poco separado de la ciudad vieja, pasamos el largo puente sobre el río Cinca, e iniciamos la visita.

La Fraga que visitamos es toda por calles con fuertes pendientes. Nos ha gustado bastante pero nos ha cansado más. Como es domingo por la tarde, todo está cerrado y la visita ha sido solo un simple paseo.

De regreso, nos llama la atención ver a cuatro moros cargados de cámaras fotográficas, radiocasettes y otros cachivaches similares. Son menores y algo mas alejado se encuentra el patriarca que no lleva nada. Está claro que todo es robado y que los menores no serán enjuiciados caso de su detención. La Guardia Civil, que está muy cerca, pasa y no hacen caso. Se ignoran los unos a los otros. ¡Lamentable!.

Atacamos lo que debe de ser el último tramo y final del viaje. En el transcurso de ese tramo, a Nieves le viene en gana pasar por Vimbodí a comprar carne. Le digo que mi temor es que mañana lunes, sin matanza y con los días previos como festivo, seguro encontraremos cerrado. Insiste. Así que haremos la parada.

Aparcamos en Vimbodí en el tramo de entrada y nos desplazamos hasta la carnicería que ya conocemos. Está cerrada, pero llamo al timbre de la casa y pregunto si abrirán mañana. Respuesta: Sí, si no es muy temprano. Sobre la diez. Vale. Nos quedamos a dormir.


DECIMA JORNADA


Como es lógico no madrugamos, pero antes de las diez ya estamos en la puerta de la carnicería. Está cerrado, por lo que aprovechamos para ir a la panadería, comprar pan y caramelos de café.

Cuando volvemos a la carnicería están abriendo. Nos venderán alguna cosa, pero lo que les queda es poco o lo tienen reservado, vamos a salir con muy poco bagaje. No obstante, como nos han reconocido de otras veces, nos venden algo de carne de cordero que parece tenían reservada y que dudan que vengan. ¿Será verdad?.

Tras esta parada no prevista inicialmente, tomamos rumbo hacia nuestro destino final.

Se ha acabado el viaje sin contratiempos y con mucho placer por lo que hemos podido visitar, que no ha sido poco, esperando que el próximo que tenemos previsto, ya para el verano, y que será a Bretaña, nos sea igual de satisfactorio que este.

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