Xavier Valls, «Luz de París»

 

XAVIER VALLS, «Luz de París»

 

El Estanque.2004

 

Pinturas de 1962 a las últimas e inéditas fechadas en 2006

DAVID+VALLS– La galería Fernández-Braso ha inaugurado una importante muestra de pinturas de Xavier Valls. Se trata de una exposición  en la que se podrá  disfrutar de una cuidada selección de trabajos de sus últimas obras, que confirman una vez más el grado de madurez y de riqueza plástica que alcanzó la obra del maestro catalán. La exposición podrá visitarse hasta el 2 de
junio.

En 2005 Xavier Valls expuso por última vez sus trabajos en la galería Juan Gris, que también pertenece a la familia Fernández-Braso, con la que colaboró durante más de quince años. Coincidiendo con aquella exposición, se editó el libro Escuchando a Xavier Valls, que recoge, en las propias palabras del pintor, una vida intensa y entregada al arte. El pintor- dice Fernández-Braso en el prólogo- posee un personal encanto narrativo, una plasticidad para el retrato oral, una especial memoria para el detalle
aparentemente menos relevante y quizá más calador.

En la obra de Valls, que es conocido como el pintor del silencio, predomina la luz, no sólo la luz exterior, sino también la luz interior de los objetos. Valls se mantuvo al margen de las tendencias del momento,cultivando un estilo muy reconocible. Nos presenta imágenes etéreas,oníricas, compuestas por unos pocos elementos figurativos,  jarras,fruteros, vasos que coloca sobre la mesa o en el paisaje.

Xavier Valls nació en Horta (Barcelona), en 1923. Sus primeros pasos en el mundo de las artes, siendo aún adolescente, los dio de la mano del escultor Charles Collet. También estudió en la Escola Massana, la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, y a partir de los primeros cuarenta comenzó a realizar pequeños trabajos como vidriero, diseñador de joyas y decorador. En su juventud frecuentaba no sólo a pintores, escultores o arquitectos, sino a músicos e intelectuales. En 1949, se traslada a París, con una beca que le concede el Gobierno francés.Allí entabla amistad con artistas españoles y extranjeros, entre otros: Giacometti, Clavé, Joaquín Peinado, Lobo, Guillermo de Torre, María Zambrano, Christian Zervos, Tristan Tzara y el pintor asturiano Luis Fernández, quien le anima a persistir en la figuración.

Aunque instalado definitivamente en París, nunca perdió su conexión con Barcelona y la cultura catalana. En 1982, el Ministerio de Cultura español organiza la primera gran muestra de su obra en España, con más de 140 piezas expuestas en las salas de la Biblioteca Nacional, en lo que supone el primer gesto de reconocimiento oficial a su figura. En los años noventa, crece el
prestigio de su obra entre la crítica de nuestro país, con sucesivas muestras en la galería Juan Gris de Madrid. Su obra figura importantes museos y ha recibido homenajes públicos, entre los que destacan la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y su nombramiento como comendador de la Orden de las Artes y las Letras de la República Francesa.

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