El norte de Malí , al borde de una nueva crisis alimentaria

  •  Ayer lunes 3 de febrero, la Organización de las Naciones Unidas lanzó una llamada de atención sobre el Sahel desde Roma, a la vez que 11 organizaciones humanitarias (entre ellas Acción contra el Hambre) dan la alarma sobre la situación alimentaria, extremadamente crítica, al norte de Malí y apelan a un aumento inmediato y urgente de la financiación de la ayuda humanitaria.
  •  Más de 800.000 personas necesitan ayuda alimentaria inmediata
  •  El número de afectados podría doblarse rápidamente si no se actúa

 

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Más de 800.000 personas necesitan asistencia alimentaria inmediata en Malí. Unos tres millones de personas corren el riesgo de carecer de alimentos durante los próximos meses, según el “Marco Armonizado ” de diciembre de 2013, que agrupa a varios gobiernos, organizaciones no gubernamentales (ONG) y agencias de la ONU que trabajan en seguridad alimentaria en Sahel. Más de la mitad de estas personas viven en el norte del país.

Los efectos del conflicto armado combinados con la crisis alimentaria de 2012 en el norte de Malí han afectado considerablemente a la población, limitando el acceso a los alimentos y a los medios de subsistencia de los más vulnerables. Las cosechas pobres de estos dos últimos años y el contexto de seguridad siempre inestable han agravado la vulnerabilidad de las poblaciones, donde están trabajando y tratando de prevenir un problema mayor Acción contra el Hambre, ACTED, AVSF, CARE Internacional, El Danish Refugee Council, Handicap international, IRC, Plan Internacional, Oxfam, Solidaridad Internacional y World Vision.

Frank Vannetelle, director de Acción contra el Hambre en Malí ha declarado que “el número de personas afectadas por esta crisis alimentaria puede doblarse si no se cubren las necesidades identificadas rápidamente por medio de una respuesta internacional inmediata”. En julio de 2013, un informe del Programa Mundial de Alimentos (PMA) mostraba ya que el 75,2% de los hogares de las regiones de Gao, Tombouctou, Kidal y Mopti estaban en situación de inseguridad alimentaria. Estos datos han continuado creciendo en los últimos meses.

El periodo de escasez agrícola, que se produce entre el agotamiento de existencias alimentarias, tendrá lugar este año unos meses antes de lo habitual. Los imprevistos climáticos, la débil disponibilidad de las existencias de cereales en los hogares, las malas cosechas en ciertas partes del país y las disfunciones de los mercados solo agravan la situación. Los pastores, por su parte, no han podido utilizar los pastos y los acuíferos tradicionales, poniendo en peligro también la supervivencia de sus animales, a causa de la inseguridad.

Hélène Quéau, jefa de misión de Solidaridad Internacional en Malí ha expresado que “la volatilidad del contexto de seguridad acentúa la presión sobre las infraestructuras y los servicios de base en las zonas de más tranquilas y limita el buen desarrollo de las actividades económicas indispensables para la evolución de las poblaciones, que las hacen vulnerables al menor problema”. Las poblaciones están adoptando estrategias de supervivencia que les hacen cada vez más frágiles, como la emigración o el endeudamiento sistemático.

 

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Las organizaciones humanitarias solicitan una respuesta rápida

La llamada urgente de las Naciones Unidas para Malí, que pretendía cubrir las necesidades humanitarias para 2013, ha sido financiada sólo al 55 %. Las perspectivas para 2014 se prevén ya malas, con una reducción drástica de las contribuciones de algunos donantes de fondos urgentes para el desarrollo. Sin embargo, urgen medios técnicos y financieros para responder a esta crisis alimentaria. Osseni Amadou, Coordinador Humanitario en CARE Internacional en Malí, afirma que “la asistencia alimentaria y nutricional en las regiones del norte de Malí debe ser reforzada anticipándose a un problema mayor en 2014”. Esta ayuda debe asociarse a un refuerzo de las capacidades de la población, para que puedan afrontar sus propias necesidades, pero también para que puedan prepararse y anticiparse a este tipo de crisis recurrentes.

Mohammed Coulibaly, el director de Oxfam en Malí sostiene que “la respuesta a las necesidades humanitarias debe ser combinada con una visión y un compromiso para la puesta en marcha de soluciones duraderas en el largo plazo. Es esencial invertir en políticas agrícolas y pastorales, colocando las explotaciones familiares en el centro de las preocupaciones gubernamentales y en el centro de la comunidad internacional humanitaria. Es fundamental, atacar las causas profundas de la vulnerabilidad, a través de la puesta en marcha de políticas de protección social y de reservas alimentarias nacionales y locales.»

 

 

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