Por qué no escribir en Internet.

Para empezar, una contradicción: explicar (que no es razonar ni justificar) a través de un artículo publicado en Internet por qué «no» escribir en Internet. Me permito echar mano de la retórica y, mediante una de sus tantas figuras, el eufemismo, ponerle la etiqueta de «paradoja» a lo que, como ya he dicho, es una «contradicción».

También me permito, desde la paradoja o la contradicción, obviar todo lo que he escrito durante años y hasta el día de hoy utilizando este medio —que no ha sido poco. Busco una mezcla alquímica que combine crítica, autocrítica y un toque de permisividad para conmigo mismo. No son axiomas sino, más bien, un contexto donde poder ahogar las palabras y al mismo tiempo darles un respiro.

Narciso.

Narciso.

 

Hay que empezar de algún modo; luego sea éste «el principio».

Cualquier persona que escribe o afirma amar la escritura, salvo que esté plenamente convencida de que tiene un mensaje importantísimo cuyo deber es difundir entre los lectores, algo así como una «verdad reveladora» (bien, dejadme ser sarcástico: nadie la tiene); que con su escritura participe en un «movimiento de cambio», sea en el marco que sea (poco probable, pero no improbable a priori); esa persona cualquiera, llámese X, busca entre otras cosas una forma de reconocimiento/ aceptación social: Escribo y comparto, luego existo.

Y me parece, pues no puedo ser objetivo y «matematizar» mediante fórmulas una opinión, que existe una frontera entre el reconocimiento/ aceptación social (mediante la escritura o cualquier forma de expresión, sin concretar lo último) y un enaltecimiento, más o menos insano, del ego: Neo-narcisismo, usando la terminología del filósofo y sociólogo Gilles Lipovetsky→ el principal receptor del mensaje, quien goza más de él y de haberlo emitido… es el propio emisor. ¿Un signo del Posmodernismo exacerbado por el histérico flujo de información al que da rienda suelta Internet, y, más concretamente, las RRSS?

Dejo esa pregunta en el aire.

Por otro lado, si se me permite (puntualizo: se me permite, por eso me estáis leyendo), voy a tomar un ejemplo «estándar» y, si se me vuelve a permitir (puntualizo: se me vuelve a permitir, por eso me estáis leyendo), lo voy a parodiar y satirizar —ego, ego, ego. Voy a hablar de Fulano, un tipo que goza de una buena cifra de prosélitos en Fuckbook, otra cifra nada despreciable en Twitter; y, por supuesto, su escondrijo en Instagram. Fulano sabe optimizar los medios y lo que le aportan, nada que objetar en un mundo donde no todos saben hacerlo.

¿Qué nos dice Fulano en su «presentación»? Pues que escribe en su blog (enhorabuena, Fulano, has descubierto el fuego), que ha escrito varias compilaciones de poemas no editados ni publicados (Baudelaire le da a Me gusta) y que ha publicado, esta vez sí, gracias a una plataforma de auto-publicación tipo Bubok, un librito de 50 páginas donde combina sus poemas con ilustraciones, algo así como rellenar el espacio que da de sí un papel con extraordinarios pegotes de mierda. ¡Oh! ¡Dije «mierda»! Mañana me confieso y todos en paz.

Está bien: hasta aquí la dosis diaria de humor negro.

Finalmente se me vienen a las mientes una serie de párrafos leídos en El cisne negro, de Nassim Taleb (mal libro donde los haya). El «gurú» libanés frivoliza sobre Balzac; ¿por qué? Pues porque considera que Balzac fue un hombre con «suerte»: habiendo supuestos escritores de la misma época y que supuestamente, valga la redundancia, fueron «mejores» que él, de los últimos no se sabe nada mientras que a Balzac se le considera un Clásico Universal.

Pero esto contradice su propia noción de Cisne negro; puede que Balzac tuviese más «suerte» que otros coetáneos cuya Literatura fue (supuestamente) superior: pero es gracias a Balzac y haberlo leído de donde el señor Taleb puede formular su hipótesis. Eso es un axioma del Cisne negro que el autor ha contradicho por «amor al arte», ya que, según su planteamiento, de los «cisnes negros» se toma consciencia una vez acontecidos. Luego, señor Taleb, usted ha necesitado que sucediera lo impredecible para poder exponerlo como predecible. Y se dedica a vender libros. Bien le vaya, Doctor.

Concluyendo, que es. Gerundio.

Tenemos por un lado que gran parte de los autores (emisores) buscan el reconocimiento social, aquel que raya en el Neo-narcisismo dependiendo de dónde se coloque la frontera; tenemos a Fulano, un verdadero artista en hacer lo que hace cualquiera cuando le sobra tiempo, añadiendo un «saber venderse» que, personalmente, no pienso criticar; y tenemos a los que marcan un hito en la Historia, independientemente del arte, no porque tuviesen más «suerte» (mi cisne lleva los colores de una falda escocesa), sino porque en un contexto histórico determinado supieron romper los lazos con el pasado, proyectarse hacia el futuro mediante la descripción del presente, y, por qué no, perseverar en lo que otros sólo fue una visión tan efímera como caduca.

¿Por qué no escribir en Internet?

Porque a nadie le importa una mierda. Más allá del narcisismo, los iluminados y los cisnes sin alas. Y si se trata de auténtica «pasión»… no lo publiques. Se puede ser un genio inteligente, brillante y sincero incluso en el anonimato que ofrece el silencio. Posdata: compartid mi artículo y hacedme famoso (y rico, sobre todo rico).

Source: Sebastián Agulló

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