Netflix, a la búsqueda de un lenguaje propio

 

Las últimas apuestas de Netflix son una bocanada de aire fresco. Cierto que ya nos tienen acostumbrados a un nivel de calidad alto, que respeta al espectador y busca un lenguaje propio. Gambito de Dama desarrolló el mundo del ajedrez sin necesidad de ser un connaisseur, apoyándose en una Anya Taylor-Joy en estado de gloria. El alienista sumó a una trama apasionante, la presencia de grandes actores como Dakota Fanning y Daniel Brühl.

Los Bridgerton es una propuesta fresca y novedosa, que juega con los estilemas del universo de Jane Austen. Un cóctel en un lugar indeterminado dónde personas de distintas razas conviven en la clase alta. La química entre los protagonistas es innegable, el ritmo narrativo, a pesar de durar una hora, es ligero y todo avanza con una consciente y voluntariosa celeridad. El concepto de tiempo muerto es desconocido. Netflix ya nos tiene acostumbrados a este trabajo de ambientación que ya viene siendo la marca de la casa, algo que agradecen los amantes de este género. Otra de las bazas que juega Shonda Rhimes es el humor. El toque de erotismo  jubiloso y resplandeciente y la ironía, añaden a la trama luminosidad y picardía.

La otra joya de la corona es Wandavisión. Una refrescante propuesta, plena de inteligencia y autoironía y audacia. Los dos primeros episodios son para abrir boca. No introducen en un intramundo homenaje al show de Lucille Ball y al de Dick Van Dyke. El mundo catódico de Wanda Masimoff y Vision se encuentra en una paleta dicromática homenaje al blanco y negro televisivo de los 50. Elisabeth Olsen ofrece una interpretación versátil, deliciosa e intrépida. No es aventurado profetizar que esta expansión-implosión del universo Marvel va a ser una prometedora oferta para fans y para neófitos (aunque éstos necesitaran algún repaso).

Deliciosas las referencias a Embrujada y su mundo, el respeto por el humor de la época y sus modelos televisivos y esa vis cómica que desata el hierático Paul Bettany, convierten a este producto en una promesa expectante para los marvelitas con aroma a aquellos episodios nostálgicos de The Tiwlight Zone en los cuales se reflejaba la construcción social del momento. Pero, ante todo. Alabar esa capacidad de inquietar. De percibir que algo no va bien en el discurso. Una arriesgada apuesta que renueva, hace crecer y poliniza el universo Marvel para abrirle nuevos y prometedores senderos…

 

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