XXXIV FESTIVAL INTERNACIONAL DE JAZZ DE BADAJOZ- Gonzalo Rubalcaba y Aymée Nuviola

 

 

Todo un acierto de la organización del Festival incluir el dúo formado por la cantante, pianista y compositora, Aymée Nuviola y  el pianista Gonzalo Rubalcaba. Aymée y Gonzalo fueron nominados al Grammy en la categoría de mejor álbum de jazz. Y puro jazz fue lo que se escuchó entre las tablas del López de Ayala. Jazz que surgía desde la garganta poderosa de la cubana con amplio diapasón, capaz de abarcar el tempo más intenso en la timba bailable hasta delicadas baladas, donde el terciopelo de su garganta modula espacios jazzísticos, apoyándose en la soberbia técnica de Gonzalo Rubalcaba, pleno de matices en los instantes vocales y con técnica desatada en los pasajes instrumentales.

La digitación del pianista es limpia, sobrecogedora. Los alardes técnicos van unidos a una expresividad sorprendente. Rubalcaba es músico enciclopédico, improvisador señero con amplio conocimiento de los estándares estadounidenses y sus dobleces, pero capaz de hibridar ambos mundos, de destilar el sonido isleño, misturado con sus conocimientos foráneos.

A lo largo del concierto dejó patente su cristalina velocidad, esa velocidad tatumiama que no pierde precisión al atacar la tecla. En sus interpretaciones se pueden apreciar realces del clasicismo tantos años estudiado con flecos del bopper más puro. Cuando se entremezclan con el aroma afrocubano, el resultado es una catarata de fragancias musicales. Frente a la cantante, practica la contención, la casi ocultación, solapando la tecla a un segundo plano, para revivir en la sección propia y regalar un derroche de técnica, versatilidad, sentimiento (y simpatía) en fraseos intensos y sublimes.

La mistura entre la tecla acariciada y el terciopelo de la garganta de Aymée es de una profunda belleza. La interpretación de la cantante es puro sabor, son en estado puro. Enriquecida por los matices jazzy de Rubalcaba, forman un intenso tapiz de sentimientos, colores y humor. Aymée domina el escenario con señorial presencia, plena de matices. Sabe cómo llegar al público y domina la escena, ya sea en una interpretación canónica, ya sea recreándose en la improvisación más desatada, sonera y salpicada de cubano humor.

Se  merienda el bolero, se lleva de calle al público con La Bemba Colorá o se arranca con unas Lágrimas Negras que quitan el hipo. Luce una tesitura media-grave de gran profundidad, no demasiado amplia, pero cálida y potente, capaz de jugar con improvisaciones vocales (lalaleos). El registro es capaz de abarcar plurales estilos, dado su versatilidad. Pero lo más destacado en Aymée Nuviola es la carnalidad del verbo, la intensa palpitación en la interpretación, la emoción que se derrama. Ese caleidoscopio de sabores, formas y vivencias ¿Qué público habría aventurado que en un festival de jazz iban a acabar cantando y bailando?

Todo un acierto de la organización de este XXXIV Festival de Jazz. Palabras mayores.

 

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