Etiopía, cuna y cultura del café

Por Magdalena Tortosa

La historia del café comienza en los bosques de Etiopía.

En la región de Kaffa el cafeto arábica crecía en forma silvestre y, según cuenta la leyenda mas difundida, fueron las cabras de un pastor de nombre Kaldi las que descubrieron al mundo el efecto estimulante de los granos de café.

Estos comenzaron a comerciarse con Arabia hace varios cientos de años, y al día de hoy ocupan un lugar central en la economía del país, que cuenta con uno de los primeros puestos de producción mundial representando mas del 50% de su PIB.

Etiopía produce unos granos considerados de muy buena calidad, es un origen complejo, y su sabor pueden variar mucho de una zona a otra e incluso de un lote a otro, especialmente por las variadas formas de producción que obedecen principalmente a la tradición en la región de cultivo.

Y es que el café también es parte importante de la cultura de este pueblo. Se consume desde hace siglos y ha sido utilizado como medicina, alimento y bebida.

El Bunna para los etíopes se bebe con asiduidad y se bebe aún en muchos casos respetando la tradición, de forma ceremonial. Este ritual que recorre todo el ciclo de vida del café, se desarrolla lentamente. Determinado por reglas centenarias, repetido a lo largo del tiempo por la madre u otra mujer de la casa, es la ocasión para la charla y la manera de ofrecer hospitalidad y respeto al visitante. En torno a esta representación se estrechan lazos sociales y familiares.

Su elaboración comienza con el grano verde, aún sin tostar. En primer lugar éstos se lavan y a continuación se tuestan en un plato sobre el que se van dorando lentamente. En las mismas brasas se queman también maderas aromáticas como incienso y sándalo que hacen más envolvente el ambiente y sirven para espantar a los mosquitos.

Una vez tostados, los granos se muelen a mano en un mortero y se vierten dentro de una jarra de barro de cuello estrecho y base ancha llamada Jebena que se ha puesto previamente con agua. Sobre las mismas brasas se deja la infusión hasta que hierve.

La forma del recipiente y la pericia de quien lo sirve impide que los posos de café se mezclen con la bebida. El servicio se hace en orden, comenzando por el invitado, pasando por los hombres adultos de la casa y acabando por las mujeres.

En general se hacen varias tomas, por lo menos 3, el primero fuerte, el segundo un poco menos y el tercero mas suave, para limpiar la boca, aunque también tiene sentido espiritual.

En muchas partes el rito se realiza hasta tres veces al día, por la mañana, al mediodía y por la noche. Una dosis de cafeína que consideraríamos mas que excesiva no parece sin embargo alterar a los etíopes con una cultura del café tan antigua y arraigada.

 

 

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