¿La cosmética de ‘extralujo’ es extrabuena?

Por Adolfo David lozano

La historia se repite una y otra vez. Llegas a la perfumería en busca de algún tipo de producto para tener que decidirte en unos cuantos minutos. En ese tiempo pasan por tu cabeza las decenas de increíbles anuncios que has visto en revistas, los comentarios de tus amigas sobre tal o cual producto, las recomendaciones de la vendedora de turno o las promesas de los envases que te acechan. Al final, un cúmulo de circunstancias determinan en ese tiempo tu compra. Sé perfectamente cómo te sientes. Ir a la perfumería es como jugar a la lotería. Puede que tu décimo esté premiado, y te lleves a casa un gran cosmético, o puede que el único premio que consigas sea una orquesta de ingredientes que mejor habrías hecho en dejar en el stand de tu perfumería en lugar de llevártelos a casa. La desorientación muchas veces el consumidor la intenta resolver con el precio. ¿Es más caro?, pues será mucho mejor. La industria cosmética, ávida de capitalizar la gran cantidad de clientes que piensan así, ha empezado una carrera -perdóname, pero tengo que decirlo: una absurda, ridícula e irracional carrera- en busca del cosmético más caro. Y digo irracional porque cuando uno compra un coche más caro o una casa más cara hay un fuerte componente de valores objetivos como los cilindros, los metros cuadrados, los caballos o la ubicación de un piso. Todos estos valores objetivos se derriten como un hielo al sol cuando hablamos de cosmética, y básicamente queda la imagen de la marca -si los demás productos de la marca son ya caros, aún mejor-, el envase, alguna historia exótica relacionada con algún ingrediente y promesas fantásticas generalmente con poca o ninguna relación con el mundo de los estudios médicos publicados. Si sigues siendo escéptico sobre esto, te daré 5 ejemplos de por qué la cosmética extracara no es, necesariamente, extrabuena:

– Creme de La Mer (220 euros): Sin duda éste es uno de mis ejemplos favoritos, la llamada «crema milagrosa». Perteneciente toda esta marca al grupo Lauder desde los años ’90, tras oír la fantástica historia del ingenerio aeronáutico Max Huber que pudo regenerar toda su piel quemada gracias a esta fórmula -acércate a un stand de La Mer y di que no conoces la marca, seguro que te la cuentan todas las veces que sea necesaria-, a uno la verdad es que le dan ganas de comprarse el stand entero para regalársela a todas sus amigas. Si hiciéramos un gesto tan simple como girar el envase y leyéramos los ingredientes, debería desaparecer esa repentina generosidad hacia nuestras amigas. Lo que predomina claramente en la fórmula son cuatro cosas: algas, aceite mineral, vaselina y glicerina. Dado que la fórmula en sí cabalga, como veremos, entre lo mediocre y lo no recomendable, todo el interés comercial lo centran en las algas. En primer lugar, como dice la profesora de biología Susan Brawley, de la Universidad de Maine, «el extracto de algas no es un ingrediente extraño, caro ni exótico. Se encuentra fácilmente en múltiples cosméticos». En segundo lugar, si las algas son algo así como milagroso para la piel, ¿qué hace Lauder que no lo incluye en absolutamente todas sus marcas? Intuyo que el ‘milagro’ no es tal. Los problemas nada menores están en la alta presencia de los irritantes lima y eucalipto, o geraniol en la parte final de la fórmula. Además, según Paula Begoun este producto incluye el preservativo Kathon CG, que sólo está recomendado para productos de limpieza que se retiran rápidamente de la piel. Los ingredientes antioxidantes no merecen comentarios, pues parecen puestos ahí por casualidad. Sin duda, esta crema no es un milagro, sino ¡un calvario! Para tu piel si es sensible y para tu bolsillo.

– Crema Nera de Giorgio Armani (250 euros): Lo que más me fascina de esta crema es la historia -parece que a tu piel le debe ir bien todo lo que tenga detrás una bonita historia- según la cual la fórmula nace de unas rocas de la isla italiana favorita del propio Giorgio Armani, la isla Pantellaria. Yo tengo muchos lugares favoritos, y nunca se me ha ocurrido obtener de esos lugares ingredientes para ponerme sobre mi piel. La cuestión es que dichas rocas, que son volcánicas, son ricas en minerales tales como sodio, potasio o hierro, y se han incluido en la crema. Por un lado, para vender una crema con sodio o potasio no hace falta cobrar 250 euros; por otro, nadie puede presentar un estudio sobre algún beneficio de la lava fosilizada sobre la piel. Lo que los consumidores no saben -hagan apuestas- es que ¡básicamente están adquiriendo silicona, parafina y glicerina! Esto la hace inadecuada para pieles mixtas o grasas y con tendencia a acné, pero no es suficientemente emoliente para pieles secas. En resumen, por 250 euros prefiero viajar a Italia.

– Hidra-Global Intense Anti-Aging Hydration (150 euros): Sí, pretender revisar un producto asequible de Sisley es como intentar que te atiendan en la peluquería un sábado a las 8 de la tarde. Un par de antioxidantes no es lo que uno esperaría de un producto de más de 100 euros. Mucho menos aceite de lavanda y de sauce, que pueden causar irritación. Hace casi 2 años que se lanzó este producto y aún sigo preguntándome en qué es ‘anti-aging’.

– Kanebo Sensai Premier (600 euros): Cuando se empezó a comercializar, era la crema más cara que uno podía encontrar. De vuelta a lo que decía La Mer, todo el interés de esta crema se centra en un alga, concretamente llamada Gigartina Tenella en este caso. Si bien tiene polisacáridos y una forma de vitamina C, según el cosmetólogo Daniel Yarosh «no hay ninguna prueba científica de que el alga de Kanebo Sensai Premier, o cualquier otra alga, tenga más efecto que el de aumentar el precio». La historia -que como estamos aprendiendo, es imprescindible- es una extraña mezcla de ciencia ficción según la cual esta crema actúa según los ciclos lunares. Es decir, que según el ciclo de la luna, los ingredientes aquí extraídos, procesados, mezclados y comprimidos hace meses, se comportan de un modo distinto. ¡Necesito un respiro, por favor!

– Guerlain Issima Orchidée Impériale Cream (300 euros): Aquí todo se basa, como su nombre indica, en la planta de la orquídea. Lo mejor de todo es que la cantidad de orquídea es minúscula en la fórmula. Posiblemente también se centren en este ingrediente porque los demás carecen básicamente de interés. Llama la atención la gran cantidad de perfume y de algún conservante. Desde pequeño me han parecido muy bonitas las orquídeas, pero nunca pensé que sería el reclamo de una crema de 300 euros; más que nada, porque nunca he encotrado estudios sobre sus grandes beneficios para la piel. Por ese precio, podrías comprarte orquídeas durante años. Además, son más bonitas.

Ellos (la industria cosmética) tienen las estrategias de ventas, las armas del marketing y entrenadas vendedoras. ¿Estás dispuesto a que a cambio de estos productos se queden con todo tu dinero?

 

 

Adolfo David Lozano
JyB
Juventud y Belleza

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