«Si yo pudiera hibernar», de Zoljargal Purevdash
JOSÉ LUIS MUÑOZ
Si yo pudiera hibernar es una muestra exótica de una filmografía tan desconocida como la mongola, película que se enclava en el más puro neorrealismo y en la que el conflicto se introduce de forma muy sutil en la trama argumental. Cine étnico que nos habla de una cultura lejana y ajena como la mongola.
En un ambiente hostil, duro y frío, sin el apoyo de una madre analfabeta y adicta al alcohol que tiene que abandonarlos para trabajar en el campo, el adolescente Uzi (Battsooj Uurtsaikh) no solo cuida de sus dos hermanos pequeños en la modesta yurta mongola de la comunidad en donde vive, sino que es un alumno aventajado en la escuela decidido a ganar un concurso de Física para obtener una beca y estudiar en la ciudad. Es en el colegio, en el aula, gracias también a la corriente empática que lo une a un profesor que apuesta por su alumno superdotado (va a rescatarlo cuando falta a la escuela y se enrola en un grupo de maleantes que se dedica a la tala furtiva de árboles), en donde Uzi se siente realizado y ve una salida a su vida.
Película de superación personal cuya eficacia fímica reside en la simplicidad de su puesta en escena y en el buen hacer de un elenco de actores no profesionales cuya naturalidad ante la cámara resulta asombrosa. Si yo pudiera hibernar es un ejemplo de cómo se pueden hacer buenas películas con pequeñas historias como esta que se centra en cómo la educación y el conocimiento pueden salvar a un grupo social de la marginalidad. Retrato familiar emotivo el que nos ofrece la realizadora mongola Zoljargal Purevdash en el que reina la solidaridad de esa pequeña comunidad que vive en un páramo azotado por el frío y el viento y en donde todos se ayudan. Uzi cuida a su hermano pequeño cuando enferma, se encarga de buscar leña, robándola de una casa desfondada, cuando el frío arrecia para alimentar la precaria estufa de la yurta, de alimentarlos con la pequeña ayuda social que reciben o pidiendo ayuda a los abuelos que viven en una casa cercana. Uzi es un adolescente que debe madurar y asume el rol de cabeza de familia ante la ausencia de sus padres: la madre alcohólica, en una de las primeras secuencias de la película, reprocha a su marido haberse muerto para dejarla al cuidado de una familia que le viene grande.
La película también contrapone la vida rural frente a la urbana, formas de vida muy diferentes. Cuando Uzi, el protagonista, tiene que ir a la gran ciudad de edificios uniformes, grises y asépticos, se siente desamparado, y cuando tiene que mendigar la ayuda a su tía que vive en una de esas viviendas y habla despectivamente de su madre, humillado.
Si yo pudiera hibernar es una muestra de ese cine periférico que solo llega al público gracias a los festivales como el de Cannes en donde la película estuvo nominada al premio Un Certain Regard.