«Code Haneke», de Marie-Ève de Grave

JOSÉ LUIS MUÑOZ

Es el austriaco Michael Haneke, desde mi punto de vista, el director europeo más importante y profundo actualmente vivo, un pensador de la imagen como lo fuera Ingmar Bergman, y la directora de este excelente documental, Marie-Ève de Grave, nos da, a través de entrevistas con el realizador, fotos de archivo y las opiniones de dos de sus musas francesas, Isabele Huppert y Juliette Binoche, y del director Ruben Östlund, algunas de las claves para entenderlo.

Si hay que buscar con adjetivo que defina a ese incómodo director austriaco es perturbador, porque todo su cine lo es, incluso el más emotivo, el de Amor, quizá su película perfecta, y no por ganar el Oscar, un film que, he de confesar, me tuvo sentado en la butaca al finalizar la proyección sin poder levantarme por su impacto emocional. Tocado en lo más profundo.

Se habla en el documental del Haneke que quiso ser concertista, de su apego por la religión —que cristaliza en, por ejemplo, La cinta blanca, otra de sus obras maestras— y de su rechazo a la violencia como espectáculo y de ahí la filmación de las dos versiones, la austriaca y la norteamericana, que era un calco plano por plano de la anterior, de Funny Games, su film más controvertido y atacado, un guiño desde la pantalla a ese espectador que consume violencia cinematográfica como si fueran palomitas. Pues no, Haneke le mete el dedo en el ojo, le incomoda con una de las secuencias violentas y sádicas más terribles del cine en un fuera plano sencillamente genial y espantoso al mismo tiempo, porque la violencia lo es y no se puede frivolizar con ella como lo hace la mayor parte del cine norteamericano.

Haneke es un humanista tras la cámara. Un filósofo que reflexiona sobre los males de nuestro tiempo. Su cine hace pensar, trasciende la pantalla, no deja indiferente a nadie, sacude, porque esa es una de las funciones fundamentales del arte y él lo entiende así. Sacude con otra de sus excelentes películas, Caché, y ese Daniel Auteuil sometido al terror de unas misteriosas cintas de video que un desconocido deja en su buzón y le hacen revivir un pasaje de su infancia oculto. Un Haneke psicoanalista como buen heredero de Sigmund Freud.

El documental Code Haneke es excelente porque Michael Haneke lo es, transmite inteligencia, pesadumbre, ironía, amargura al retratar el mundo que nos rodea, la violencia sistémica, el racismo, la pobreza, la soledad, el fin de nuestros días. Se permite hacer, incluso, una comedia amarga: Happy End, el último film de Trintignant, el viudo de Amor. Pueden ver esta joya en CaixaForum streaming. Pero, sobre todo, no dejen de ver las películas de este austriaco incómodo y genial, aunque les revuelva por dentro.