Ciao, Milan!

Minerva Santana.

Ayer acabó la semana de la moda en Milán y sin aliento nos metemos ya en París. ¿Lo más destacado?

Ese Vunk! De Donatella, el punk al más puro estilo Versace, en un desfile donde el vinilo era la estrella junto a pieles y cashmere. Cortes y transparencias estrátegicas en camisas y vestidos para mostrar ese punto sexy en el que ella se siente cómoda.

La sensualidad con esos toques fetichistas de Frida Gianinni para Gucci donde el pitón fue de los tejidos más fuertes de la colección. Los vestidos que cerraban el desfile hacían caer la noche entre transparencias, incrustaciones, plumas, lentejuelas y seda.

Giorgio Armani por mostrar algo diferente a lo que suele, algo » decididamente avant-garde « como él declara. Muy pantalonero eso sí, y con colores oscuros típicamente invernales que van del gris, al azul profundo y negro. Todas las modelos llevaban un sombrero blando y un aire masculino aunque infantil, muy años veinte.

La sobriedad impecable de Jil Sander, alejada del romanticismo de aquel desfile con el que se despidió Simons, presenta una colección más realista pero sin abandonar el lujo. Lo muestra de manera contenida, austera pero con una elegancia totalmente definida.

La visión romántica de la Iglesia Católica de Dolce & Gabbana, con los mosaicos de la catedral de Monreale en Sicilia como inspiración. Tiñen una colección de estampados que devuelven la fe y ensombrecen a los grises y negros para devolver la vida al desfile con una procesión de rojo.

Pero yo he venido aquí a hablar de Prada.

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Y es que si hablamos de Milán hablamos de Miuccia. La expectación que crea su desfile es mucha, las ganas de saber con que nos deparará esta vez y a que se adelantará o marcará. O incluso saber con que nos puede horrorizar y a pesar de ello seguir adorándola, es un efecto que pocos ejercen como ella. Apostó por una colección más personal, por así decirlo, » un montón de cosas que me gustan » así lo define ella.

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En un ambiente donde gatos negros y pájaros se divisaban al fondo de un escenario de madera, Miuccia nos ponía en situación. Las modelos con siluetas de años cincuenta y pelo mojado, parecían sacadas de una película de Hitchcock pero con un toque del Seattle de los noventa, paseaban impecablemente sus tote bags ( que no colgaban de ningún antrebrazo). Cinturas marcadas, faldas midi, vestidos con escotes amplios que caen de los hombros. Alegra los colores clásicos del otoño y el invierno con cuadros vichy en rosa, verde y celeste que potencían el estilo lady, como los detalles de pieles en los abrigos. Hubo tiempo para rayas verticales en tejidos gruesos y hasta texturas metalizadas tanto en prendas como en detalles y complementos. Miuccia quiere imponer la suela de goma en ellas también con grandes plataformas acompañadas de tacones anchos o cuñas, si alguien puede es ella.

 

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