«Secretos de un escándalo», de Todd Haynes

JOSÉ LUIS MUÑOZ

Seguro que todo el mundo recuerda esa historia romántica, aunque un tanto sórdida, de la profesora estadounidense Mary Kay Letourneau, de 34 años, que tenía relaciones sexuales con su alumno Vili Fualaau de solo 12 años. La profesora, que dijo estar locamente enamorada de su alumno, y este de ella, fue juzgada y condenada por pederastia y violación y, cuando cumplió su condena, se separó de su marido, con el que había tenido cuatro hijos, para retomar su relación con el adolescente con el que vive en la actualidad con sus dos hijas.

Todd Haynes (Los Ángeles, 1961) se inspira en esta pareja para armar Secretos de un escándalo, pero ha cambiado los nombres de los protagonistas y hasta la raza del menor presuntamente violado (no es de origen polinesio sino coreano). Elizabeth Berry (Natalie Portman), una popular estrella de cine, quiere interpretar a la protagonista de esta atípica historia de amor en una película a punto de rodar y para ello prácticamente convive durante un período con sus protagonistas reales Gracie Atherton (Julianne Moore), su joven esposo Joe (Charles Metton), y su familia, los dos hijos que están a punto de graduarse, para intentar comprender a su personaje y así interpretarlo con más convicción. Esta circunstancia hace que Gracie y Joe revivan, veinte años después, momentos ya casi olvidados (aunque hay vecinos que no se olvidan de su caso y los acosan: periódicamente reciben cajas de regalo que contienen literalmente mierda).

El film de Todd Haynes narra esos encuentros entre las dos mujeres, sus conversaciones, los momentos de complicidad que busca la actriz para provecho propio, pero también la desconfianza que se va apoderando de Gracie hacia Elizabeth cuando esta quiere indagar con más profundidad en cómo se enamoró de su alumno menor de edad sin percatarse de la ilegalidad de su conducta, la seducción por parte de la actriz al marido, como si fuera parte de su trabajo actoral acostarse con él (Joe le confiesa que nunca a estado con otra mujer que con la profesora), y las tensiones que afloran entre esa pareja desnivelada no solo por la diferencia de edad (Gracie siempre trata a Joe como si fuera uno de sus hijos y este, con rasgos de inmadurez, le reprocha, en algún momento, de haberle robado la juventud).

Ocurre en Secretos de un escándalo, como en Carol, su anterior película sobre un amor lésbico inspirado en una de las novelas no policíacas de Patricia Highsmith, que a Todd Haynes parece faltarle brío narrativo hasta llegar a aburrir, que sus películas no enganchan, a pesar de que abordan relaciones complejas, y el espectador observa fríamente lo que sucede ante sus ojos sin llegar a emocionarse por nada de lo que ocurre, y eso a pesar de contar con dos excelentes actrices como Julianne Moore y Natalie Portman, sus dos protagonistas.

Hay escenas ridículas por su forzamiento —Elizabeth Berry llegando al éxtasis en solitario imaginando que es Gracie en la tienda de animales en donde los amantes fueron sorprendidos por la policía (no fue en una tienda de animales sino en un coche donde fueron sorprendidos en la historia real); Gracie Atherton llorando desconsoladamente después de que un cliente suyo le haya cancelado el pedido de una tarta porque la antigua profesora, a la que ningún centro educativo contrata, se dedica a la repostería— y, para rematar, una serie de subrayados musicales que aparecen de vez en cuando sin ton ni son, remarcando algunos de los momentos del film que no los mejoran sino que los empeoran. Todd Haynes da una clase práctica de cómo no se debe utilizar una banda sonora.

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