«Monrovia», de José Luis Muñoz

CARLOS MANZANO

Puede que el género de aventuras haya sido el primer género literario inventado por el ser humano. La aventura, o lo que es lo mismo, las peripecias a la hora de alcanzar determinado territorio, las diferentes estrategias de caza o incluso los conflictos con los clanes rivales, es muy posible que haya formado parte de las primeras narraciones orales con que el homo sapiens ambientó sus noches frías de invierno alrededor de la hoguera. Y si nos vamos a la literatura escrita, ahí tenemos La Odisea, de Homero, por ejemplo, que no deja de ser una aventura heroica llena de peligros y adversidades. La aventura nos enfrenta con nuestras limitaciones, pero también con lo ignoto, con lo anómalo, y sitúa a sus protagonistas ante disyuntivas que pueden llegar a sacar lo mejor y lo peor de cada uno de ellos, o dicho de otra manera, los pone ante su propia condición humana fuera de toda convención social y de toda norma autoimpuesta.

José Luis Muñoz, autor de raza capaz de abordar con éxito cualquier proyecto literario que se proponga, nos presenta ahora una novela de aventuras (también una novela política, porque la aventura en los tiempos actuales puede ser considerada una tragedia geopolítica) que lleva por título Monrovia, publicada por Bohodón Ediciones. La historia se sitúa en los comienzos de los años 80 del siglo pasado, y tiene como protagonista a Agustín Serch, un fracasado aspirante a escritor que, zarandeado por los reveses de su vida personal, se enrola en un barco llamado Nostromo (nombre que resultará profético) cuyo destino es las costas de Liberia.

La estructura de la novela está perfectamente perfilada en un «tour de force» progresivo y revelador, a lo largo de una travesía física y vital que irá desvelando los rasgos más elementales y sombríos de nuestra especie. En una primera parte, Serch navegará dentro del Nostromo y allí irá tomando contacto con la dureza de una profesión, la de marino, que exigirá de él todo lo que ha mantenido oculto en su civilizada vida anterior: la lucha por el territorio (simbólico, en este caso) e incluso la simple y pura supervivencia. Sin embargo, allí todavía las leyes de la civilización tienen un peso específico (frágil y etéreo, eso sí), aunque el contacto con algunos de sus especímenes más brutales le hará vivir más de una situación comprometida.

Su amarga experiencia en el Nostromo le animará a aceptar la propuesta de Cienfuegos, un compañero que ha decidido asentarse en Monrovia para montar un local de venta de alcohol, conocedor de la querencia de la población local por este producto. Poco a poco, los largos tentáculos de una sociedad desestructurada, con ingentes bolsas de pobreza y dirigida por una élite corrupta y violenta cuya ambición parece no tener límites, irán cerniéndose sobre su pequeño bar, lo que le llevará al convencimiento de que la racionalidad y la cordura tienen poco espacio en un mundo dominado por el más fuerte, que a menudo es también el más criminal. El golpe de estado cruento de Samuel Doe, un militar asesino ―que más tarde sería derrocado (y ajusticiado) por otro militar igual de violento―, y los sucesos que se desencadenan a continuación llevarán la novela hasta su cénit, en una orgía de violencia que no desmerece lo más mínimo de las que tuvieron lugar a diario en aquel estado fallido a finales del siglo pasado.

José Luis Muñoz conoce a la perfección las convenciones de la novela de aventuras (no por casualidad aparecen continuas referencias, directas o indirectas, a uno de los grandes clásicos de este género: El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad), sabe construir con una loable economía de medios personajes que trascienden sus características individuales y describe con maestría, aunque sin ahorrarse pormenores, las numerosas atrocidades que se van cometiendo a lo largo de las páginas. Monrovia es, en consecuencia, un descenso a los infiernos y un choque con la cara más oscura del ser humano tanto como una búsqueda personal y un reencuentro con uno mismo que sirve al mismo tiempo como ceremonia de autodescubrimiento, y también un viaje sin retorno que tiene tanto de exótico como de existencial. El género de aventuras se reelabora así como epopeya vital que bucea en las más oscuras ciénagas de lo humano. Y, por si ya tuviera pocas, se revela como otra gran novela de este maestro de la literatura que es José Luis Muñoz, quien nos ha obsequiado con un gran número de novelas y relatos, pero al que todavía le queda por legarnos muchas más. Monrovia es uno de los mejores ejemplos de su talento.